¿YA HAS OÍDO HABLAR DE “EL TURRI” BARCO?

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La joya de Independiente.

Me encuentro un domingo cualquiera sentado frente al televisor estudiando un partido de pretemporada jugado en mitad del invierno argentino. Se enfrenta el “Club Atlético Camioneros” contra el equipo de la reserva (lo que aquí conocemos como filial) de Independiente de Avellaneda. El video de YouTube grabado a ras de césped no parece contener nada destacable. Otro más de los miles de partidos de categorías inferiores que se juegan cada año: mucha pelota dividida, mucha fuerza, mucho salto, mucho empuje, mucha gente corriendo para no llegar a ningún sitio, mucho de casi nada.

Cuando me empiezo a preguntar por qué demonios estoy perdiendo el tiempo con este partido le llega la pelota al “10” de Independiente por primera vez, y siento que la espera ha merecido la pena. Un sólo amago, una sola gambeta y ya me alegro profundamente de haber odio hablar de Ezequiel “el Turri” Barco. ¡Amor a primera vista!.

Hay jugadores buenos, los hay muy buenos, los hay excelentes…y hay tipos que cuando encaran provocan que tiemble el suelo de un estadio. Esa clase de tipos que derriban barreras y cuyo talento se vuelve una fuerza incontrolable. Hace unos meses Ezequiel Barco (17 años) jugaba en la séptima división argentina, en unos meses pasó a sexta, a partir de ahí y con la llegada de Gabi Milito como nuevo entrenador de Independiente, se confirmó que jugaría en el equipo filial y subiría a entrenar con el primer equipo ocasionalmente. En el primer entrenamiento con los mayores participó en un rondo, ¡tan sólo un rondo!, no un partido, tan sólo un jueguito para mejorar la técnica y estirar las piernas, la rompió de tal manera que se le hizo hueco en la primera plantilla y se desestimó la idea de que jugase en el filial. Y ahí llegó el pánico para los dirigentes y técnicos de Independiente. ¿Cómo gestionar el desarrollo de una joya para que no se pierda en el camino? El Club de Avellaneda optó por blindar a Barco. En un mundo viralizado en el que la información viaja a la velocidad de la luz era clave dar tranquilidad al jugador, no cargarle con una responsabilidad que aún no le pertenecía. Así que decidieron no dejarlo hablar con la prensa ni conceder entrevistas. Los que llevan metidos en el mundo del fútbol mucho tiempo, saben que a veces haber nacido para jugar a la pelota no es suficiente. Aún quedan muchas incógnitas: ¿Cómo responderá su cuerpo a la fiereza casi salvaje del futbol argentino? ¿Cómo encajará la fama? ¿Será capaz de mantener la disciplina cuando los dólares se acumulen en su cuenta bancaria? ¿Cómo se adaptará a la presión? De momento, las comparaciones dan vértigo. El fenómeno de “el Turri” sobrepasa para muchos la dimensión del Kun Agüero, el ultimo ídolo criado en la cantera de Independiente para situarlo al lado del “Bocha”, Ricardo Bochini, aquel diablo gambeteador que llevó a los rojos a ser campeones intercontinentales en los 70 bailando a la Juventus.

En un fútbol argentino que languidece por ser cada vez más espectáculo y menos deporte, más resultadista y menos lírico, más industrial y menos artístico, más músculo y menos cerebro, la aparición de Ezequiel Barco supone casi una declaración de principios: el “10”, la figura del enganche clásico argentino puede que esté herida, pero aún no ha muerto. Después de todo, puede que el talento aún siga brotando de cuando en cuando pese a estar condenado a vivir rodeado de tanto cemento.

Si te gusta el fútbol apunta este nombre: Ezequiel “el Turri” Barco. Algo se está moviendo al sur de Buenos Aires y todo apunta a que nos vamos a divertir.

Pablo García Lanza

@pagarlan

 

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