TRADICIÓN E INNOVACIÓN EN LA SEMANA DE LA ALTA COSTURA DE PARÍS

Un artículo de Clara Auñón para ColumnaZero.
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Del 22 al 26 de enero, la Semana de la Alta Costura de París ha reunido a las mejores casas de moda del mundo. Sin embargo, la exclusividad de la cita y la amplia tradición costurera de sus participantes hace que no se la considere un espacio donde marcar tendencias de street style. Nada más lejos de la realidad, un vistazo a la historia de la Haute Couture demuestra que siempre ha sido (y es) un símbolo de renovación, invención y progreso.

El concepto moderno de Alta Costura surgió en el siglo XIX de la mano de un diseñador inglés, Charles Worth. La suya fue una de las mayores innovaciones en la historia de la moda, y es que fue pionero en hacer pases privados de modelos para sus clientes. También fue el primero en acuñar el término “Alta Costura” e incluirlo en las etiquetas de sus prendas. A día de hoy, se trata de una marca registrada, un galardón que sólo puede entregar el Ministerio francés de Industria a firmas que se caractericen por la excelencia y la exclusividad, y que desarrollen parte de su trabajo en París.

A mediados de ese mismo siglo se creó lo que hoy conocemos como Chambre Syndicale de la Haute Couture (Asociación Sindical de la Alta Costura), la agrupación de todas aquellas firmas que han llegado a lo más alto de la confección. Son precisamente sus miembros quienes desfilan en la Semana de la Alta Costura, manteniendo viva la tradición que mejor les representa: la pasión por el cambio y el perfeccionamiento. En la edición que acaba de terminar, donde se presentaban colecciones para la próxima temporada primavera-verano, la Alta Costura ha mirado a la calle, haciendo suyos elementos del street style para convertirlos en los mejores atributos de unos looks de cinco estrellas.

Precisamente eso fue lo que hicieron los diseñadores libaneses Zuhair Murad y Elie Saab. Sus creaciones son siempre carne de alfombra roja, pero en esta ocasión han introducido piezas que aportan frescura a sus diseños, un sueño oriental mucho más factible. Ambos apostaron por el vestido con pantalones, una tendencia que hemos visto a bloggers como Leandra Medine, algo más alejadas del estilo comercial, y que nos habríamos esperado de cualquier diseñador menos estos. Lo que otro artista habría tomado como una vertiente alternativa, callejera y atrevida del manual de uso de un vestido, Zuhair Murad lo ha llevado totalmente a su terreno, haciendo que la combinación de pantalón y falda sea digna de las mejores galas. Otro de los elementos que más se han repetido en la pasarela de este diseñador han sido los cinturones con la hebilla cuadrada, en este caso, justo en la cintura, en telas brillantes y con un acabado estilo lazo. Por su parte, Elie Saab ha traído la realeza de Oriente al presente con accesorios y acabados nuevos en sus propuestas. Las gafas redondas y las diademas de seda daban ese aire sesentero que tanto se ha rescatado en las últimas temporadas, del mismo modo que los hombros al descubierto y las gargantillas lazadas al cuello recuperaban el espíritu de los noventa. Todo esto, de nuevo, con la elegancia de Elie Saab que, como el Rey Midas, convierte en oro lo que toca.

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Otro dúo interesante fue el de Valentino y Christian Dior. El juego de directores creativos (Pierpaolo Piccioli se ha quedado solo al frente de Valentino, mientras que su antigua compañera, Maria Grazia Chiuri, se ha ido a Dior), ha resultado en una especie de intercambio de estilo entre las casas, ambas con su esencia bien definida, pero con un evidente giro en su representación. Dior, que siempre se ha movido en líneas puras, ha virado hacia el romanticismo fantástico tan característico de Valentino, mientras esta se apropiaba de la elegancia sencilla de la firma francesa.

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La propuesta de Valentino ha estado impregnada de elementos del street style que ya hemos estado vistiendo en los últimos meses, como las prendas off the shoulder, metalizados y volantes. Tendencias que, sin embargo, parecían nuevas al estar en perfecta conjunción con telas plisadas al estilo Fortuny; una referencia a uno de los mayores inventores de la moda y que resultaba en prendas con un movimiento hipnótico y una estética que cautiva los sentidos. La composición quedaba rematada con los colores, entre blancos avainillados, tonos fresa y el tono del año, “greenery”, un verde manzana. Un “romanticismo etéreo”, como algunos lo han bautizado, mucho más relajado que en otras colecciones, con el que Piccioli se ha ganado una de las mayores ovaciones de la Semana de la Moda más exigente.

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Si hay un desfile que ha logrado conquistar París, ese es el de Christian Dior. Su nombre estaba por todas las redes sociales incluso antes de empezar. En primer lugar, por las camisetas de la firma que lucieron modelos y personalidades del mundo de la moda, con el mensaje “We should all be feminists” (todos deberíamos ser feministas) escrito en la parte frontal, en apoyo a la Women’s March. En segundo lugar, una escenografía para quitarse el sombrero, la recreación de un jardín fantástico con césped en el suelo del Museo Rodin y mensajes, plumas y espejos colgando del techo. Y por último, pero en este caso lo más importante, una colección que todo el mundo ha coincidido en catalogar como propia de un cuento de hadas. El desfile empezó con siluetas negras, muy simples pero con máscaras carnavalescas en forma de pequeños animales. De ahí pasamos a diseños encantados, un mundo fantástico construido con telas acolchadas y brillantes, estampados mitológicos y detalles de ensueño. Los tirantes de los vestidos, que se dejaban caer sobre los hombros de las modelos, iban anudados, imitando raíces finas que casaban a la perfección con los motivos florales de las prendas, como si se tratara de ilustraciones delicadas sacadas de un libro de botánica. Si la riqueza de las prendas es algo que se da por hecho cuando hablamos de Dior, lo que más atención ha suscitado esta vez son los accesorios. Los vestidos parecían dar el contexto de la historia, su introducción, y eran los accesorios los que hablaban de su protagonista: una Caperucita que ha cambiado la capa roja por otra de flores en tonos pastel, una Sirenita que usa a un pequeño pulpo como cinturón, Campanilla con flores en el pelo… Pura magia.

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Maison Margiela es otra de esas casas que hace magia aunque, en su caso, las flores son sustituidas por prendas sin acabar, costuras vistas y retratos hechos con tul. Porque si hay una imagen para el recuerdo de esta semana, es la del penúltimo diseño que la casa de origen belga subió a la pasarela: un total look blanco compuesto por un sombrero alto y gabardina hasta el suelo sobre la que, con una gasa negra, se construía una cara de ojos almendrados y labios gruesos. Una nueva prueba de confección que la casa ha superado con creces. La colección ha sido, como muchas otras presentadas en esta edición, una clara vuelta a los orígenes de la firma, pero sin un ápice de melancolía. El desfile estuvo protagonizado por diseños a medio hacer, con los que Galliano, el director creativo, recuperaba la fascinación que Margiella sentía por el proceso de elaboración de las prendas. Costuras al aire, estructuras gruesas, como si cada prenda fuera un edificio y estuviéramos viendo sus vigas; elementos que hacen de esta una de esas casas que es imposible no reconocer, pero que dejaban espacio a faldas de tul, abrigos oversized y chaquetas de chándal.

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Y si vamos a hablar de jugar con la tela, no podemos dejar de mencionar a Iris Van Herpen. La diseñadora siempre ha mostrado un vivo interés por la innovación con los materiales y el diálogo entre moda y arquitectura. De hecho, algunas de sus creaciones más icónicas solo han sido posibles gracias al trabajo conjunto con arquitectos y nuevos procesos tecnológicos, tales como la impresión tridimensional. En este caso, ha dado a las telas unas formas y composiciones que hacían que los diseños cobraran vida propia con el vaivén de las modelos, despistando a los ojos y moldeando el cuerpo femenino a su antojo.

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La vuelta a los orígenes ha impregnado también la propuesta de una de las casas más famosas del mundo, de estilo inconfundible, y miembro permanente de la Chambre Syndicale de la Haute Couture: Chanel. Con el estampado de pata de gallo como elemento central, Karl Lagerfeld ha vuelto a crear una de esas colecciones en las que el carácter francés y elevado de la firma se une a elementos casi humorísticos por lo inesperados que resultan. En esta ocasión, esos invitados sorpresa han sido accesorios metalizados, de nuevo una tendencia de la calle convertida en alta moda. Tacones plateados marcaban el paso de las modelos mientras los cinturones, en el mismo material, amplios y de hebilla cuadrada, se encajaban justo debajo del pecho. La silueta recordaba al new look de Dior, que siempre se cuela en las pasarelas, pero ajustado un poco más arriba de la cintura. El aspecto de los años 50 no hacía más que sumar puntos con sus nuevos aliados, los elementos metalizados, el off the shoulder, las prendas brillantes y las plumas en los bajos. Los trajes de tweed eran una clara vuelta a las raíces de la firma pero, como siempre, con el toque de distinción que Lagerfeld sabe darle a sus creaciones para hacer del estilo Chanel algo inmortal y en constante cambio. Los 50 también han inspirado a Giambattista Valli, con vestidos cortos de los primeros años de la minifalda, volúmenes en el bajo y cintas en el pelo. Los estampados de flores a base de abalorios y colgantes de gemas daban a su colección un aire imperial, que después suavizaba con motivos florales muy finos puestos sobre fondos neutros.

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Dos casas más han encontrado la inspiración en imperios, Atelier Versace y Armani Privé. La primera ha logrado hacer una adaptación moderna de la Antigua Roma. Es más, estamos convencidos de que si hicieran una nueva película sobre la vida en el imperio romano al estilo Romeo + Julieta, el vestuario de la protagonista saldría de esta colección. Las tiras con las que se atan las sandalias romanas se han vuelto rígidas y han adquirido formas serpenteantes, subiendo por la pierna como una enredadera. Los vestidos imperio y los de estilo gladiador se han renovado, otra vez, con telas plisadas y aperturas en el pecho y las caderas, incorporando el toque sexy tan propio de Versace. Las telas brillantes y de lentejuelas, otro hit de la firma, se incorporan en estos diseños para hacerlos más glamurosos, pero de una manera sutil que aquella a la que la casa nos tiene acostumbrados, algo de agradecer. Armani ha hecho lo propio con Oriente, incorporando a sus elegantes trajes señas características de Asia. Telas sedosas o de satén dan forma a prendas que recuerdan unas veces a Japón y otras a La India. Chaquetas con botonadura en la parte superior y vestidos rectos hasta los pies se entremezclan con faldas amplias llenas de vuelo y estampados estilo mandala. Lo más llamativo de la colección no ha sido el carácter italiano que Armani ha sabido dar al continente vecino, sino el color elegido para ello, un naranja fuerte con el que ha transmitido una energía que rara vez va de la mano de colecciones formales y elegantes.

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Acabamos del mismo modo que esta Semana de la Alta Costura, en el Teatro Alla Scala de Milán con el desfile de Dolce & Gabbana. Sus diseñadores se han ganado fama como hacedores de homenajes a todo lo relacionado con la cultura italiana, desde su comida y sus playas hasta las mammas. En esta ocasión, su desfile ha sido un tributo a toda la historia del país, como siempre, a través de sus mujeres. Ellas han representado elementos propios de la tradición como la realeza o la religión, hasta llegar a lo que mantiene la esencia del país viva, su juventud. Así, la exhibición comenzó con el traje propio de una Reina, un vestido largo con capa, ambos en color fucsia con diseños de escudo bordados en hilo dorado. A este le siguió otro negro, en una tela semitransparente completamente cubierta de apliques florales y velo blanco acabado en encaje como accesorio.

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A partir de ahí, se hicieron con el escenario looks que aunaban piezas de lo más dispares: unos vaqueros boyfriend y una sudadera de pelo burdeos con collares y diadema doradas propios de una princesa; o una falda midi de tartán amarillo y flores rosas con una camiseta encorsetada hecha de encaje negro. Toda una oda a las jóvenes italianas, a las que han querido transmitir el inmenso amor que Stefano Gabbana y Domenico Dolce sienten por su cultura. Una invitación a no olvidar y una prueba más de que, efectivamente, la Semana de la Alta Costura sabe unir tradición y progreso como ningún otro evento de moda.

Clara Auñón

@ALClaara

1 Comentario

  1. El pantalón fue utilizado para discriminar, y humillar a la mujer; (es la prenda mas exhibicionista y sexista que se haya utilizado; y en especial para el varon, pues la anatomía de la mujer es diferente, y un pantalón en la mujer no es tan INSINUANTE, ni tan exhibicionista como en el hombre. Lo mas decente, cómodo, y SALUDABLE para vestirse un varon es una falda o un vestido con falda.

    Por tradición los hombres desde siempre se habían vestido con faldas, solo hace 300 años que los obligaron a usar pantalón.

    El pantalón es la prenda menos adecuada para un hombre; el calzoncillo bóxer, hace las veces de férula en los genitales, (propiciando mal funcionamiento, y discapacidades), la costura central del pantalón maltrata, magulla e incomoda todo el tiempo los genitales; la correa o cinturón hace las veces de torniquete, y obliga al corazón a bombear la sangre con mayor esfuerzo, (para vencer la contracción que hace el torniquete), y por mala irrigacion sanguínea afecta: el aparato digestivo, el sistema urinario, el aparato reproductor. Ademas con el uso del pantalón el hombre ha terminado orinando de pie lo cual es totalmente antinatural. Las Faldas y los vestidos con faldas para los hombres son suprema-mente SALUDABLES, CÓMODOS Y CONFORTABLES. El pantalón, el calzoncillo ajustado, la costura central del pantalón, y la correa o cinturón, están promoviendo las enfermedades modernas de los hombres: IMPOTENCIA, ESTERILIDAD, PROBLEMAS DE LA PRÓSTATA Y POSIBLEMENTE CÁNCER DEL TESTÍCULO.

    Ninguna parte del cuerpo del varon se maltrata mas que los genitales.

    Por salud y comodidad mejor usar FALDAS O VESTIDOS CON FALDA

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