Puede que algunos estuviesen en la oficina, otros en la sala de espera del dentista, en clase de matemáticas o en una cafetería…pero seguro que todos recuerdan qué estaban haciendo el 11 de Septiembre de 2001. Trece años después, es difícil encontrar a alguien que no recuerde lo que estaba haciendo ese día. Probablemente, sea por la sensación que experimentamos cuando algo imposible acababa de ocurrir ante las pantallas de nuestros televisores. Si de algo carece muchas veces el ser humano, es de memoria: En 1912, el insumergible trasatlántico “Titanic” acababa yéndose a pique, poco después de abandonar puerto. 89 años más tarde, dos torres que jamás podrían caer, dos de los rascacielos más emblemáticos de Nueva York, las Torres Gemelas, eran derribadas por dos aviones comerciales, iniciando un conflicto de connotaciones religiosas y político/internacionales que perdura hasta nuestros días.
Muchas vidas se perdieron a partir de aquel incidente. Algunas de forma directa, como aquellas pequeñas sombras que vimos precipitarse al vacío aquel día, aquellas que nos parecía increíble que fuesen personas. Otras de forma indirecta, a partir de las múltiples guerras que aquel conflicto provocó a miles de kilómetros de distancia. En el mundo de hoy, todo está conectado. Pero pocas historias fueron tan singulares como la de aquel jugador de los Arizona Cardinals, que rechazó un contrato de millones de dólares con su Club, para luchar y morir en el desierto de Afganistán.
En ColumnaZero, la historia de Pat Tillman.
Entre 1994 y 1998, Patrick Daniel Tillman Jr, jugó como Linebacker en el equipo de fútbol americano de la Arizona State University. Para acceder a la Universidad, Tillman había recibido una beca deportiva. En Estados Unidos, esto significa, que es la universidad la encargada de costear económicamente los estudios del beneficiario de dicha beca, a cambio de que éste, se integre en el equipo de la Universidad. Además, se supone que para acabar graduándose, dicho estudiante debe conseguir unas calificaciones por encima de un mínimo obligatorio, tener un buen comportamiento dentro del campus y asistir a un porcentaje de las clases que se imparten durante el curso. La realidad es que a un jugador que rinda bien en el terreno de juego, le bastará con no meterse en problemas extradeportivos, y saber sumar un par de números, aunque sea con los dedos, para acabar colgando en su pared, un título universitario.
Pero en este patrón que distingue la carrera universitaria de la mayoría de profesionales del deporte americano, también hay excepciones. Una de ellas fue Pat Tillman. Decidió estudiar Marketing y acabó licenciándose con honores en la Universidad. Recibió varios premios por aunar un gran rendimiento tanto en el apartado deportivo, como en el académico.
En 1998, completado su ciclo universitario, es elegido por los Arizona Cardinals en el número 226 del Draft. Aquello, le abría las opciones de dedicarse profesionalmente al deporte que amaba. Aunque no iba a ser fácil. El salto que hay entre el deporte universitario y el profesional es muy grande, y muchos no consiguen adaptarse. Además, Tillman era un jugador relativamente pequeño para la posición de Linebacker que ocupaba en la universidad, por lo que su nuevo equipo quería que aprendiese a jugar como Safety, una posición nueva para él, lo que iba a poner las cosas aún más difíciles. Firmó un contrato de un año por algo más de 300.000 dólares, y se dispuso a afrontar el año más importante de su vida. Si no conseguía destacar en la NFL, debería buscarse la vida por otros medios, si brillaba y conseguía la titularidad, el dinero y la fama llamarían a su puerta.
Tillman tuvo un año fantástico. Lo suficiente como para que el verano siguiente, los San Luis Rams, le ofrecieran un contrato multianual por 9,6 millones de dólares. Tillman, lo rechazó para firmar por 512.000 dólares y un sólo año, con el equipo que le eligió en el Draft. En el país capitalista por excelencia en el que la mejor oferta siempre es la más cuantiosa, esa decisión no se entendió. Pero Tillman, quería mostrar agradecimiento al equipo que había creído en él, y se movía siempre por sus propias convicciones, muy alejado de las opiniones de los demás.
La temporada siguiente, la 2001/2002, fue una temporada difícil para la NFL y para los Estados Unidos en general. Los ataques del 11 de septiembre, marcaron un antes y un después en la población americana. También en Pat Tillman, que aún así, completó una temporada excepcional. Pero algo en él, había cambiado. Después de acabar la temporada, los Cardinal, le ofrecieron un contrato millonario. Era lo que había estado persiguiendo durante mucho tiempo, un contrato que le solucionara la vida, en el equipo que siempre confió en él. Aun así Tillman, rechazó la oferta. Había decidido alistarse en los Rangers. El 11 de Septiembre, había supuesto un golpe muy duro que le había hecho cambiar de perspectiva.
Cuando la noticia saltó a los grandes medios de comunicación, fue como Mana caído del cielo para el Departamento de Defensa Americano. Durante años, la imagen del ejército americano había perdido crédito de una forma incontenible. Documentales como Farenheit 9/11 mostraban la forma más común de reclutar soldados: mandando patrullas de reclutamiento a los barrios marginales. Patrullas que era imposible que se dejasen caer por los barrios ricos de las grandes ciudades. La idea de que en las guerras americanas solo morían los más pobres, empezaba a estar demasiado extendida.
Así que, el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, no perdió tiempo en calificar a Tillman como un “patriota” y alabar lo orgullosa que se sentía la nación de él. Pero los informes que le llegaban al gobierno de aquel patriota eran contradictorios. Se le definía como alguien de un alto nivel intelectual, admirador de filósofos asociados a la izquierda como Noam Chomsky y en todas sus declaraciones anteriores a su alistamiento, había sido muy crítico con la administración Bush. Aún así, la idea de un jugador que abandona una vida de lujos para luchar por su país, era demasiado buena para desaprovecharla. Mientras tanto, Pat Tillman siguió fiel a sus convicciones y no concedió a la prensa ni una sola entrevista. Había sido una decisión personal, y no quería que se le convirtiera en bandera de nada, no quería ser el slogan de nadie.
Tillman acabó su adiestramiento como Ranger, se casó con su novia del instituto e inmediatamente viajó a luchar a Irak. Tras unos meses, se le mandó a luchar a otro de los frentes abiertos por los Estados Unidos, Afganistán.
El 22 de Abril de 2004, Patrick Tillman fue abatido y murió en Sperah, ciudad afgana a 40 kilómetros de la frontera con Pakistán. Las primeras noticias decían que había muerto en una emboscada enemiga. No tardaron en concederle varias medallas, entre ellas una estrella de plata y un corazón púrpura. Pero cuando unos meses más tarde, el Congreso de los Estados Unidos obligó al Departamento de Estado a realizar una investigación más exhaustiva de las circunstancias de la muerte de Tillman, no tardaron en llegar las incoherencias. Se demostró que el ejército había mentido y ocultado pruebas sobre el incidente de aquel día en Sperah. No había habido ningún combate con el enemigo. El pelotón en el que viaja Tillman, se había divido en dos para cruzar un cañón, algo bastante común debido a la dura orografía de aquel país, pero al reencontrarse, había surgido el caos y la confusión, y la muerte de Tillman acabó debiéndose a “Fuego amigo”. Sin embargo, cuanto más la prensa escarbaba sobre el suceso, más dudas surgían.
Se definía a Tillman, como alguien que una vez que entró en la guerra, empezó a calificarla como “jodidamente ilegal”, y que trataba de hacer ver a los demás que, John Kerry, el candidato demócrata, hubiese sido la elección más acertada en las elecciones americanas. Sus convicciones, hacían que no fuese una persona apreciada por sus compañeros de armas, ni por los altos mandos. La sombra de que su muerte pudo ser un ajusticiamiento más que un accidente, empezó a flotar en el ambiente. El hecho de que los disparos que recibió en la cabeza, fuesen realizados a muy corta distancia, no ayudó a disipar esas dudas.
A partir de ahí, todo el mundo empezó a utilizar la figura de Pat Tillman. Unos para presentarle como un patriota que murió por mala suerte defendiendo a su país. Y otros, lo utilizaron como arma arrojadiza para debilitar al gobierno americano.
A día de hoy, aún no esta claro si Patrick Tillman fue un héroe o un loco. Y a estas alturas, ya parece difícil que acabemos averiguándolo. Pero si algo demuestra la falta de escrúpulos con la que se ha tratado su memoria es que, en un mundo que sólo entiende de blanco o negro, izquierda o derecha, republicano o demócrata, amigo o enemigo, una personalidad como la de Pat Tillman se hacía indescifrable. A veces, no afiliarte a ningún bando y seguir tus propias convicciones, es el camino más corto para acabar siendo denostado por todos.
Pablo García Lanza
Un excelente artículo, enhorabuena!!
Qué historia más interesante, sinceramente me ha conmovido…
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