
En septiembre el mundo de la moda resucita de su letargo. Desfiles, nuevas colecciones…todo un refugio espiritual contra la depresión post-vacacional. Pero esta vez el idilio no va a ser posible. Después de visitar (estilísticamente) todas las décadas desde los 50 a los 90, por lógica, tocaba pasar por los 2000, también conocidos como los años más horteras de la historia. Vestirse dignamente este otoño va a ser todo un desafío.
Si hacemos un ejercicio de memoria y rebobinamos 16 años, llegamos a una época feliz. Infancia, adolescencia o primeros años de la edad adulta, en cualquier caso los 2000 tenían un aire despreocupado que sienta como un antídoto si lo comparamos con los tiempos que corren. Pero, un momento, ¿riñones al aire?, ¿ropa interior al descubierto? ¿estampados horribles? No es oro todo lo que reluce. O puede que lo fuera, porque además de horteras, en los 2000 todos teníamos un punto bacala-cani. Lo puedes llamar pasado oscuro, el caso es que nadie se libraba. Incluso los looks de las divas de Sexo en Nueva York tienen un aspecto raruno, y eso que en su año de estreno (2008) la cosa ya empezaba a mejorar.
Lo único bueno de la época es que, en nuestra ignorancia, todos pensábamos que íbamos guapísimos. Lo malo es que ahora tenemos que marcar las páginas del álbum de fotos que por nada del mundo deben ponerse a la vista de cualquiera que no sea una persona de extrema confianza. Y por si la situación no fuera ya bastante turbia, mirabas a tu madre y solo veías una señal de que lo peor estaba por venir. En la madurez te esperaban faldas con largos extraños, botines con la punta tan afilada que se podían considerar un arma blanca, y esas prendas incatalogables, a medio camino entre chaqueta y jersey, en canalé, con cuello alto y la cremallera bien gorda. Ahora, como si el destino nos gastara una broma pesada, Amancio ha decidido llenarnos el armario de esas mismas atrocidades. Así que esta vez, y con todo el dolor de nuestro corazón, le damos la espalda. Estas son las prendas de nueva colección que debes evitar.
Faldas sorpresa
Seguro que alguna de las mujeres de tu entorno la llevaba. La típica con un estampado serio (además de feo), posiblemente hecho a base de cuadros sosos (y feos) en colores mortecinos (y muy feos). Pero esta era solo la primera impresión, porque al dar un paso, sus portadoras dejaban al descubierto la “gracia” de la prenda: en la parte interior de los dobleces el estampado cambiaba por un color liso, y a ser posible, uno que se viera bien. Desde luego, gracia no tenía ninguna. Y sigue sin tenerla. Así que si la ves en la tienda, intenta no tocarla.
Abrigos Michelin
Esto lo hemos sufrido todos, y no es necesario volver a pasar por ese calvario. Sí, los anoraks que parecían un disfraz del muñeco de Michelin han vuelto. Y encima ahora tienen las mangas cortas, el cuello de chimenea y una elegante hebilla como toque final. La única forma de empeorarlo que se nos ocurre es cambiar el forro por un estampado cutre y hacerlo reversible. Si esto no te aterroriza lo suficiente, también puedes optar por la versión chaleco, con una capucha bien hermosa para que no te entre frío en las orejas, pero sin mangas, porque la congelación de miembros es una sensación maravillosa que merece la pena experimentar.
Traje depresivo
Queda con algún amigo que use tallas más grandes que tú, ve a su armario y deja que los sentidos te guíen. Selecciona unos pantalones de traje, una americana, un abrigo largo, algo con cuello vuelto y una camiseta con el logo más grande que puedas encontrar, si es de un grupo de música, mejor. Asegúrate de que todo sea gris, beige, marrón, azul marino, verde oscuro o negro. Póntelo y ya tienes listo tu outfit para eventos de la temporada otoño-invierno 2017. Las prendas de traje anchas le dan al look el aire “arreglado pero informal” y la camiseta pone el punto rebelde. O mejor usa ropa de tu talla, diferenciando claramente la formal y la de festival. El mundo te lo agradecerá.
Verde pino
Si al ver uno de esos ambientadores de coche en forma de arbolito, de ese verde suyo tan característico, sueñas con vestirte de pies a cabeza de ese color, esta temporada la vida te sonríe. Si eres una persona normal con un mínimo sentido estético, puedes empezar a gritar. El verde pino intenso fue un hit a principios de siglo y por lo visto, a día de hoy, sigue habiendo gente que piensa que es bonito. Solo falta que Pantone lo adopte como color del año en 2017 y ya podremos decir que la humanidad ha perdido el rumbo. Además de feo es imposible combinarlo con otro color o estampado y que el resultado sea medianamente decente, así que mejor tira por el azul marino, que también se lleva mucho y no hace daño a la vista.
Campanas de barrendero
La higiene está genial, y es muy bonito que te preocupes por mantener limpios los espacios públicos, pero no hace falta que te vayas llevando toda la porquería con el bajo de los pantalones. Los campana de las últimas temporadas eran más o menos monos, con unas reminiscencias hippies que nos hacían cogerles cariño. Pero si la campana empieza en la ingle y no se te ven ni las puntas de los pies, es que algo estás haciendo mal. Para empezar no tiene ningún sentido invertir en un pantalón al que se le van a descoser los bajos cada vez que te lo pongas, y si encima son garantía de tropezones, los descartamos por completo.
Botines de defensa personal
Acabamos la lista negra con el verdadero protagonista de los 2000. Esos botines puntiagudos con el tacón en forma de embudo en cualquier material que pareciera una piel exótica. Las punteras acababan siempre con la piel destrozada y el tacón se quedaba enganchado en cada hueco de la acera. ¿Quién no ha tenido que salvar a su madre de un tropezón mortal? No podrás correr con ellos, pero eso sí, son el arma perfecta para magullar las espinillas de tus enemigos. Si necesitas renovar calzado, también puedes hacerte con unas botas moteras, que son más bonitas, pegan con todo, y no son un peligro público.
Con todos estos desastres, el otoño nos apetece cada vez menos. Pero desde aquí mandamos un mensaje de esperanza a los amantes de la moda: las semanas de desfiles están cerca, y seguro que podemos contar con los diseñadores para arreglar esta masacre. Mientras tanto, no vayáis de compras.
Clara Auñón