
Repasamos en ColumnaZero algunas de las torturas utilizadas históricamente por aquellos verdugos deseosos de obtener una confesión, una información, una venganza o por el mero morbo del torturador. Instrumentos y métodos que quebrantaban la autoestima y la resistencia de los reos. Actualmente toda tortura es ilegal según la declaración de la Carta de Derechos Humanos de la ONU en su artículo 5 y por la Convención de 1984 contra la tortura y tratos o penas crueles. Aún así, es tácito que en muchos países se siguen realizando prácticas inhumanas.
El toro de Fálaris y la cuna de Judas eran métodos altamente eficaces para conseguir doblegar al reo, dada su crueldad y brutalidad. Sin desmerecer a la rueda, práctica del Siglo XVI en Francia donde la persona era amarrada a una rueda para que sus huesos fueran rotos uno a uno a voluntad del torturador hasta alcanzar la información deseada; el toro de Fálaris y la cuna de Judas infringen aún un sufrimiento más escabroso. En el toro de Fálaris el reo es introducido en una esfinge de bronce y ésta era calentada directamente en el fuego, provocando los alaridos del reo, que por su parecido con los mugidos del toro, ha tomado la tortura su nombre. La cuna de Judas pretendía que el reo muriese desangrado, tras sentarlo desnudo encima de una pirámide puntiaguda y esperar que la punta infringiese heridas por el propio peso de la persona.
La toalla mojada, que consistía en colocar una toalla sobre la boca y la nariz de la víctima para luego verter agua sobre la misma, provocaba la asfixia momentánea con una sensación de ahogo inaguantable. Era un método que no dejaba marcas, por lo que el reo no podía demostrar que había sido torturado. Se trata de una práctica relativamente moderna usada por cuerpos secretos, de élite y paramilitares, y que se basa en la tortura de la toca, usada por la Santa Inquisición española.
Otro método de tortura impactante era el tormento de la rata, utilizado en la antigua China, pero su fama se precede por su uso en el occidente mediaval. Se colocaba sobre el abdomen del torturado una jaula abierta por su base. Dentro se encontraba una rata, a la cual los torturadores molestaban con fuego. La rata intentaba escapar de la jaula y la única forma que tenía de hacerlo era excavando un túnel en el abdomen de la víctima.
En los tiempos de la Inquisición, la pera era una forma de tortura muy utilizada. Consistía en un instrumento con forma de pera con pinchos o púas a su alrededor que se introducía en la boca, vagina o ano, y comenzaba a abrirse, desgarrando los orificios y su interior. Según los pecados que se cometían, el orificio por donde se introducía la pera era diferente: por la boca a las personas que habían obrado mal de palabra, de forma anal a los homosexuales y de forma vaginal a las brujas, prostitutas, adulteras o mujeres que habían mantenido relaciones incestuosas.
Otra tortura que proviene de la antigua China es la llamada gota china. Consistía en inmovilizar a un reo boca arriba para que le cayera sobre la frente una gota de agua fría cada cinco segundos. Después de algunas horas, el goteo continuo provocaba daño físico en su piel. Aunque la verdadera tortura era la locura que provocaba no poder dormir, ni tampoco poder beber esa agua, con lo cual a los pocos días sobrevenía la muerte por paro cardíaco. Esta táctica fue muy usada en la Edad Media, considerada la época donde más torturas se realizaban, agudizándose los medios y las prácticas hasta límites insospechados.
Actualmente Organizaciones no Gubernamentales por todo el mundo luchan contra la tortura. Amnistía Internacional es un claro ejemplo. Aún son decenas los países, que bajo premisas dictatoriales, revolucionarias, religiosas y de sometimiento, infringen prácticas ilegales tanto físicas como psicológicas.
María Lestón Rodríguez (@marialestonrodr)