
Acabar la carrera, el máster, las prácticas… E irse de España. Dicen que “somos la generación más preparada de la historia”… Y probablemente sea así. Pero es ahora cuando ha estallado la situación insostenible; personas que llevan años formándose y no encuentran un empleo que les aporte lo necesario para vivir. Ya no se trata simplemente de encontrar un trabajo; lo que queremos es encontrar la tranquilidad para dejar de preguntarnos todos los días cómo hubiesen sido las cosas si en vez de este camino hubiésemos elegido otro.
“Siempre me sentí orgullosa de lo que había estudiado. Disfruté mucho mis seis años de formación, pero el otro día me vi preguntándole a mi padre por qué no me presionó más para que estudiase medicina u odontología, en lugar de humanidades. ¿Sabes lo complicado que es verte diciéndole eso a tu padre?”. Pensamientos así circulan en la mente de Rosa, una de tantas personas que ahora mismo vive en el desconcierto puro pero que, aun así, no pierde la esperanza y no para de buscar oportunidades.
Rosa podría ser uno de los muchos casos reales que Icíar Bollaín (Te doy mis ojos, También la lluvia) ha reflejado en su nuevo documental, En tierra extraña (2014), una propuesta cinematográfica que relata la situación de más de veinte españoles que se han marchado a Edimburgo a ganarse la vida. La cineasta, preocupada por la nueva ola migratoria que estamos viviendo como consecuencia de la crisis económica, ha construido una obra de 72 minutos en la que es imposible no sentirse identificado.
La película documental podrá verse únicamente este fin de semana en los cines Renoir, con un coloquio con la directora tras la proyección. Las entradas podéis encontrarlas aquí.
Ella misma nos ha contado cómo ha sido el proceso de creación y cuáles han sido sus conclusiones después de En tierra extraña.
¿Qué te hizo tomar la iniciativa para llevar este proyecto adelante?
En los tres últimos años ha habido muchas noticias sobre “españoles en el extranjero, fugas de cerebros… ¿se van preparados, no se van preparados?” Y me apetecía preguntar un poco qué dimensión tenía esta oleada migratoria. El Gobierno por un lado minimizaba, decía que no era tanto ni tan importante, pero por otra parte un estudio del CIS indicaba que habían aumentado las migraciones desde el inicio de la crisis.
Entonces, nació de ahí, de decir: ¿Esta migración es como la de los 60? ¿Qué cosas hay en común? ¿Se van por los mismos motivos? ¿Qué encuentran?
Yo siempre empiezo haciéndome preguntas, y estas preguntas son las que me llevan a evolucionar y al final, lo que me ha pasado es que con los testimonios de la gente he ido construyendo una especie de retrato de la crisis.
¿Qué relaciones has encontrado entre aquellos emigrantes y los de ahora?
Principalmente hay una similitud psicológica, a la espera de que su vida vaya mejor fuera, porque aquí no encuentran un lugar para ellos. Pero actualmente, existe un mayor sentimiento de decepción. La mayoría han estudiado carreras, máster… y sienten que ellos ya han cumplido su parte, después de la cual no hay nada. Este sentimiento en las migraciones de los años 60 no existía. Como dice la protagonista del documental: “Hemos crecido en un país con sueños, mi abuelo cuando se fue no tenía sueños, y ahora se han esfumado”.
La gente que ahora tiene 30 años, nació con la primera victoria del PSOE, en 1982. Una situación más o menos de prosperidad, en la que no se imaginaban teniendo que coger la maleta para encontrar algo mejor fuera de este país. A pesar de que a día de hoy existen muchas más facilidades.
Sin embargo hay cosas tan universales como la nostalgia. Tenemos un gran cariño por lo nuestro, nuestra cultura, nuestra comida, nuestro sol… Hay un libro muy bonito que hablaba sobre las migraciones de los 60 que se llama “Hemos perdido el sol”, y es curioso porque cada uno de los entrevistados en el documental habla del sol, y la falta de él. La querencia por lo tuyo siempre es muy fuerte.
Aunque cuando llevas un largo tiempo fuera, ya no te sientes ni de un sitio ni de otro.
¿Por qué Edimburgo?
En primer lugar, porque estoy en Edimburgo desde hace dos años, pero además, y para mi sorpresa, el Reino Unido y Alemania son los primeros destinos elegidos por los españoles como países de acogida. Dentro del Reino Unido, la primera ciudad elegida es Londres y la segunda Edimburgo. Allí hay una colonia de entre 20.000 y 30.000 españoles, contando que hay una población de 500.000 personas.
Y también, siguiendo en la línea de la comparación con las migraciones de los años 60, por las dificultades de un idioma desconocido. Si no sabes el idioma solo podrás optar a puestos de trabajo no cualificados, donde la hostelería siempre se lleva la mayor parte.
Es curioso porque en Edimburgo son muy acogedores con los inmigrantes españoles, pero la ciudad te recuerda todo el tiempo que no eres de allí.
¿Qué implicación ha habido de esta colonia de españoles emigrados en el documental?
Estuve un año siguiendo a gente, y he conocido a mucha. Pero no encontraba una estructura para hablar de estos temas. Finalmente la encontré a través de la acción que hacía Gloria, que es un poco la que lidera el documental.
Ella trabaja en una tienda de ropa, y está preparada para ser profesora de Bellas Artes, no tiene plaza aquí pero está allí. Y como tiene esa inquietud de hacer cosas, ha creado este colectivo con el cual hacen pequeños eventos, cosas artísticas… Y se planteó hacer un evento con los guantes, que ella los recogía desde que llegó a Edimburgo sin saber muy bien para qué. Finalmente, lo concretó en este evento y yo lo que hice fue seguirla. Vinieron cien personas y los entrevistamos a lo largo de tres días, mientras ella les hacía fotografías con el guante.
Supone una pequeña muestra de diferentes casos, dentro de una misma historia.
¿Qué has obtenido, como directora y española, a la hora de rodar este documental?
Ha sido muy interesante descubrir las expectativas de los compatriotas que están allí. Y he podido sentir sus sensaciones de primera mano. He tocado puertas allí para intentar conseguir financiación, y no lo he conseguido. Esto me ha hecho ver las dificultades de estar en un país que no te corresponde e intentar sacar tus ideas adelante. Hasta ahora no lo había vivido de esat manera, porque aunque yo vivo allí, mi trabajo lo tengo en España. No es fácil abrirte camino fuera.
Y también he podido sentir que la idea de que este país no tiene arreglo no es verdad, hay gente muy valiosa, el problema es que no la están sabiendo valorar.
Finalmente, de todas las historias que has retratado ¿Cuál es la que te emocionó más?
Todas me han sorprendido y todos me han parecido muy valientes, porque no es fácil decir “me siento solo”. Aún así, quizás la que más me ha llegado es la de un chico que le va muy bien, que tiene 30 años y lleva 7 allí.
Él organiza eventos en el Parlamento, ha estado nominado a un premio… Pero dice una cosa que también es algo inevitable del que vive fuera: “Me estoy perdiendo muchas cosas. Me estoy perdiendo ver a mis padres envejecer, me estoy perdiendo ser tío, bodas, bautizos…” Y al final dijo algo que a mí me puso los pelos de punta: “Me estoy perdiendo lo más importante ¿Y vale la pena mejorar o prosperar personalmente, cuando te estás perdiendo lo más importante de esta vida?”.
Me sorprendió que esta reflexión tan madura, más propia de alguien de 60 años, la haga un chico de 30. Me impresionó, porque lo hizo con mucho corazón, y además tampoco tiene arreglo. Si estás lejos vas a perderte todo eso, y también vas a ganar mucho, claro.
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Juan Carlos Mora (@jcarlos_mora)
Blanca Ramos (@blancaferra)
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