Es la pieza más importante del tablero político que, hasta ahora, la trama Gürtel ha mandado al rincón de pensar. Ana Mato, exministra de Sanidad, siempre ha defendido su inocencia a pesar de los viajes, los globos y los payasos que supuestamente le pagó la Gürtel, según los datos que se manejan en la Audiencia Nacional. Pero el auto del juez Ruz ha pesado demasiado para un Gobierno atravesado por la corrupción.
Nadie podía soportarlo. Ni Ana Mato, que podría ser juzgada y obligada a devolver todo el dinero del que se benefició por las actividaes de su exmarido, según sospecha el juez Ruz. Eso como poco porque su situación procesal podría agravarse. Tampoco el Partido Popular, implicado igual que Mato por supuestamente beneficiarse de la trama Gürtel para pagar las reformas de su sede en la calle Génova. Y mucho menos Mariano Rajoy, que tendrá que defender en el Congreso las medidas contra la corrupción de su Gobierno.
Pero, ¿por qué el auto de Pablo Ruz es tan relevante? No la está acusando por un delito penal, de hecho no está imputada. Su caso va por la vía civil. El juez de la Audiencia Nacional propone juzgarla por ser «partícipe a título lucrativo» de las actividades supuestamente ilegales de su exmarido, Jesús Sepúlveda. Es decir, por beneficiarse de viajes, hoteles e incluso fiestas con globos y payasos sufragados por empresas a cambio de los favores políticos de Sepúlveda.
En total, más de 30.000 euros de procedencia supuestamente ilícita que disfrutó tanto en familia como en solitario. Pero Mato siempre ha asegurado no saber nada. Que no, que no se enteraba. Ni de quién le pagaba los viajes ni de por qué había un Jaguar en su garaje. Argumentaba la exministra que ya había roto relaciones con Sepúlveda, dando a entender que esta historia no iba con ella.
Otras actuaciones
Tampoco parecía ir con la ministra de Sanidad la gestión de la crisis del ébola, tras el contagio de Teresa Romero. Necesitó ayuda para dar la primera rueda de prensa tras conocerse que España se convertía en el primer país europeo en el que alguien se había infectado de ébola. Finalmente fue relegada por la vicepresidenta del Gobierno. Ha sido la ministra que cercenó la universalidad de la Sanidad en España, retirando la tarjeta sanitaria a inmigrantes irregulares y a españoles que trabajan en el extranjero. Tres años después, Mato se va sin que el sistema de copago, otra de sus grandes reformas, esté implantado en ninguna Comunidad Autónoma por lo caro que resulta aplicarlo.
El de Sanidad es el tercer Ministerio que se queda sin cabeza en la era Rajoy. Y eso que el presidente no quería oir hablar de cambios en su equipo de ministros. Primero fue Miguel Arias Cañete, que dejó Agricultura para hacer las europas en el Europarlamento. Después, Alberto Ruiz-Gallardón, que trató de tumbar la ley del aborto de Zapatero y se encontró con la negativa del Gobierno, pese a prometerlo en las generales del 2011. Isabel García Tejerina y Rafael Catalá Polo, respectivamente, ocupan sus carteras.
Y de momento Sanidad queda en manos de Soraya Sáenz de Santamaría, especialista en tomar las riendas cuando la situación se descontrola. Estará en el cargo hasta el próximo miércoles cuando el Ministerio tenga un nuevo jefe.
Y por delante…
Faltan meses para las elecciones autonómicas y municipales y menos de un año para las generales. Es la cuenta atrás. Los ciudadanos cada vez están más preocupados por la corrupción y las últimas encuestas muestran cómo están castigando a los partidos políticos con casos en sus filas. Es el azote popular, el látigo que pone la carne de gallina al sistema bipartidista.
El PP ya sabe que sólo con la economía no le vale. Y la imagen de Ana Mato sentada junto a Mariano Rajoy en el Congreso mientras el presidente defiende las medidas anticorrupción de su Gobierno es algo que hubiera hecho mucho daño. El 26 de noviembre de 2014 es el día en el que una ministra dimite de su cargo por la corrupción en la era Rajoy. El día en que Ana Mato se cae del tablero.
Isaías Blázquez