CRÍTICA CINE: REGRESIÓN

Una crítica de Adrián para ColumnaZero Cine.
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Una crítica de Adrián para ColumnaZero Cine.
Una crítica de Adrián Abril para ColumnaZero Cine.

Regreso al pasado.

La regresión hipnótica, para quienes ignoren las entretenidas propuestas de la parapsicología, es un procedimiento esotérico que consiste en inducir al trance a un determinado paciente con el propósito de que recuerde sucesos vividos en el pasado. Una bombilla psicodélica que ilumina el subconsciente. Un tren destinado a todo trauma reprimido, con parada en el día que viste morir a tu hámster y en la noche en la que, tras una pesadilla, descubriste que mamá y papá también usaban los genitales como forma de ocio.

En función de dicho método terapéutico, cuya eficacia ha sido cuestionada en numerosas ocasiones, Alejandro Amenábar elabora Regresión, un thriller sobre la investigación emprendida por Bruce Kenner (Ethan Hawke), un minucioso detective que trata de resolver un caso de rituales satánicos en Minessota, en la década de los noventa. Las intrincadas pesquisas comienzan cuando la joven Angela (Emma Watson) acusa a su padre de abuso sexual y terminan por revelar una conspiración diabólica.

El regreso de Amenábar después de seis años sabáticos, en los cuales ha grabado únicamente el videoclip de Me encanta para el grupo del estomagante Mario Vaquerizo, Nancys Rubias –una oportunidad laboral que el prestigioso director chileno no quiso desperdiciar- es un sincero elogio a la estética vintage. Todos los componentes de Regresión emanan un aroma nostálgico. En especial el desarrollo de la trama, que recuerda a los thrillers conspiranoicos de los últimos años del siglo XX, y el estilo visual de la película, sostenido con elegancia durante una hora y cuarenta y cinco minutos gracias una sólida labor de dirección.

CRÍTICA CINE: REGRESIÓN

Regresión es una buena película, rodada de forma vigorosa y sustentada por un guión inteligente. La atmósfera lúgubre y sofocante surte efecto y hasta los espectadores cautos son presa de los engaños que contiene el relato. Sin embargo, el film desaparece de la memoria con la misma velocidad que el agua del grifo entra por el sumidero, de manera que, pese a la corrección formal, la película ingresa por vía directa en el limbo de la mediocridad. Y los actores son, en gran medida, responsables de dicho fracaso. Ethan Hawke cumple con el papel pero exagera y produce una sensación de leve cansancio. Y Emma Watson evidencia que es una actriz de escasos recurso –hecho que constataba en el defectuoso film de Sofía Coppola The Bling Ring (2013)- y que por tanto resulta menos creíble que los pronósticos de la vidente Esperanza Gracia.

El mayor atractivo del film radica en la confección de un discurso bien hilado y expresado por medio de un argumento congruente acerca de la histeria colectiva. El guionista Alejandro, tan efectivo como el director Amenábar, medita sobre el contagio del miedo y sobre el modo en el que la paranoia transforma la realidad.

Alejandro Amenábar es el niño prodigio del cine español, un título que pesa tanto como un Óscar, un Globo de Oro y nueve premios Goya guardados dentro de un mismo saco. No es sencillo mantener el nombre, sobre todo desde la entrada en escena de talentos nacionales como Juan Antonio Bayona, Alberto Rodríguez o Carlos Vermut. Pero cabe la posibilidad de que Amenábar disfrute del segundo término y, libre de cargas, camine de nuevo por senderos menos transitados.

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Adrián Abril (@PublioElio_)

@ColumnaZeroCine

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