UN RECORRIDO POR LA MÚSICA SOUL MÁS RECIENTE (1ª PARTE)

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Un artículo de Jorge García para ColumnaZero Música.
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El año pasado se publicaba From a Whisper to a Scream: Una historia oral de la música soul en donde David Moreu, a través de 37 entrevistas a diversas figuras que van desde el soul más clásico al más contemporáneo, trazaba un loable relato – algo sesgado pero para nada desdeñable – de una gran parte de la historia del soul. También el año pasado se estrenaba el biopic de uno de los padres del género – James Brown -; la película ofrecía un irregular retrato del que sería el punto de partida de toda la revolución soul posterior de los 70 y cuyo legado ha quedado ratificado en nuestros días.

La llama de una música tan espiritual como es el soul, que emana de las propias entrañas, no ha hecho más que avivarse en estas últimas dos décadas, ya sea desde una revisión más formal y clásica – en donde las mayores interacciones han sido con otros géneros pertenecientes a la música negra como el hip hop, jazz, el R&B o el funk – o bien como un componente más a añadir a la paleta cromática que compone la música más moderna. De ambas correlaciones ha surgido el término neo-soul – acuñado por la prensa especializada y renegado por los artistas -. Desde aquí nos referiremos a este como un soul entremezclado con otros géneros o totalmente adulterado; el soul de finales de los 90 y del siglo XXI.

Si bien este artículo y su sucesor no buscan ser una guía sobre el denominado neo-soul, más bien lo que se pretende aquí es mostrar una propuesta editorial de los diferentes caminos que ha tomado la música soul en los últimos 20 años. En un primer artículo exploraremos la vertiente más clásica, a través de la figura de D’Angelo o Erykah Badu, y en el segundo trataremos propuestas más arriesgadas, como James Blake.

Primera parte: El soul más arraigado

D’Angelo

El pasado 15 de diciembre se publicó de forma inesperada Black Messias con el que D’Angelo ponía fin a 14 años de silencio. El disco, que inicialmente estaba previsto para 2015 bajo el titulo de James River, supuso toda una revolución, o más bien la materialización de esta, cuya trascendencia va mucho más allá de lo musical. Por un lado, el disco fue sacado inesperadamente a raíz de los disturbios de Ferguson y en una nota contenida en el álbum el propio D’Angelo lo explicaba así: «Es sobre la gente que protesta en Ferguson y en Egipto y en el movimiento Occupy Wall Street y en todo lugar donde una comunidad ya ha tenido suficiente y quiere hacer realidad el cambio». La trascendencia político-social que envuelve al lanzamiento del LP no hizo más que reforzar el mensaje de ciertas canciones: It’s war/That is the Lord!/ I won’t nut up when we up thick in the crunch/ Because a coward dies a thousand times/ But a soldier only dies just once/ (parte de la letra de la canción 1000 Deaths). Pero por otro lado, fuera ya de todo contexto, Black Messias supone la culminación de un artista que ha llevado a cabo durante 20 años y a través de tres LPs una tesis revisionista del soul; un estudio detallado de gran calado histórico en donde ha ido alterando elementos, sin llegar a perder esa esencia clásica de la vieja escuela, para constituir finalmente un sonido orgánico muy personal que hace que el último capitulo de la historia sea el mismo.

Foto: RollingStone.com
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D’Angelo publicó Brown Sugar en 1995, escarbando en los orígenes del soul con cierta influencia del gospel y con ese halo sexual y romántico muy de Marvin Gaye. El disco serviría para encumbrarlo en el estrellato mundial y para sacar a la luz esa figura sexual sobre la que trabajaría en Voodoo y de la que saldría tan mal parado en la segunda mitad de la década de los 2000.

Si Brown Sugar tiene que ser concebido como una obra de soul en donde se apuntan grandes maneras y se vislumbra a un artista precoz que toca todos los instrumentos y quiere tener el control final, Voodoo (2000) es un disco puramente de neo-soul. Aunque D’Angelo ha renegado de esa etiqueta, bien es cierto que en el álbum todas las canciones contienen un ambiente de soul muy reconocible pero que es traspuesto por otros géneros, sobre todo por el R&B, el funk y ciertas pinceladas de hip hop. A todo esto hay que añadir el falsete de voz que impone en la mayoría de las canciones, algo que en Brown Sugar apenas se percibía.

Y tras 14 años un tanto convulsos en donde atravesó una serie de crisis personales, Black Messias recuperó la figura del rey, en un disco muy funk en donde es obligatorio dejarse llevar a través de esas guitarras serpenteantes, ese falsete, esos coros y ese aroma neo-vintage que desprende el álbum y que seduce al oyente desde la primera escucha. Black Messias de D’Angelo es un disco imprescindible y será uno de los discos de esta década.

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Erykah Badu

La figura de Erica Wright va unida en sus primeros compases a la de D’Angelo; con este apareció en un show en 1994 en donde fue descubierta por el manager de D’Angelo, y posteriormente fichó por Kedar Records – sello parte de Universal –. Su visión personal del soul – al que moldeaba con bases y ritmos propios del hip hop – dio lugar a una serie de álbumes que se consideran pioneros dentro del género: Baduizim en 1997, pero sobre todo Mama’s Gun (2000), en donde exhibía un estilo muy jazz y jugaba trazando atmósferas funk con ciertos despuntes del R&B. En 2008 publicaría New Amerykah Part One (4th World War), un disco rompedor y muy político en el que trata de diseccionar el sueño americano revistiéndolo de un aire muy apocalíptico y en donde su música se libera de todo obstáculo – como máxima expresión creativa -.

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Maxwell

Fue el hombre del denominado soul revival de los 90 con dos álbumes como Maxwell’s Urban Hang Suite (1996) y Embrya (1998) que mantienen casi intacto el aroma del soul más clásico – el de los 70 – introduciendo pequeñas referencias del jazz y del funk. Si el soul y la personalidad artística de D’Angelo son mucho más afines a Prince, Maxwell estaría mucho más cerca de la figura de Marvin Gaye. Aunque tanto D’Angelo como Maxwell poseen debuts muy similares y una concepción del soul muy sensual, el segundo mantiene una discografía más homogénea y anclada en las bases más tradicionales que ha derivado en un soul muy acaramelado que cruza la frontera del R&B.

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Lauren Hill

Aunque se la engloba dentro del movimiento neo-soul de los 90 junto con D’Angelo, Erykah Badu y Maxwell, bien es cierto que Lauren Hill no es un compositora que parta del soul como los tres anteriores sino que más bien su punto de partida es el hip hop. Prueba de ello es que empezó su andadura musical con el grupo The Fugees. Todo aquello la sirvió para componer en 1998 el que se considera uno de los álbumes clave del género, The Miseducation of Lauryn Hill, en donde a unos denominadores comunes de soul y hip-hop les introduce R&B y reggae –de hecho, la parte final de la grabación tuvo lugar en los estudios Tuff Gong de Jamaica -.

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Fatima

A diferencia de todos los músicos anteriores cuyo debut fue en los 90, Fatima Bramme Sey publicó su primer EP, Mind Travellin, en 2010. Y el año pasado fue cuando salió a la luz su primer álbum, Yellow Memories (2014), en donde realiza una revisión del soul y R&B femenino de finales de siglo, sobre todo de Erykah Badu, bajo una producción impecable en la que cuenta para la mayoría de los temas con Floating Points. Yellow Memories supone un álbum muy notable que actualiza de alguna manera el neo-soul femenino de finales de los 90.

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Cold Specks

Al Spx (nombre real de la artista) ha dotado al soul moderno de una dimensión un tanto oscura y plástica, alejándose de influencias populares del género. A este lo ha trastabillado y utilizado como vehículo en un viaje introspectivo; prueba de ello es el excelente Neuroplasticity (2015), en donde colabora con el mismísimo Michael Gira de Swans.

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Jorge García Martínez

@columnazero

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