TURQUÍA: CRÓNICA DE UN PAÍS TOLERANTE

Melih Aslan es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Estambul. (Foto: el informador)
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Melih Aslan es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Estambul. (Foto: el informador)

Análisis desde Turquía.

Es más de media noche en Gezi Park, Taksim. Uno de los últimos espacios verdes en el corazón de Estambul. Después de 10 días de ajetreo e inseguridad por los gases lacrimógenos y las cargas de la policía, el bullicio diurno de la plaza Taksim ha sido reemplazado por el murmullo tranquilo de las conversaciones y el sonido de los sprays de pintura. A mi alrededor, mientras uno de mis amigos escribe en una pared – a la que hace un par de días no podíamos acceder por culpa de los gases lacrimógenos- “Love is beautiful when you are unionized” (El amor es precioso cuando estás unido) otro pinta “I am not going to be anyone’s soldier!” (No voy a ser el soldado de nadie!). Entre las miradas de los curiosos, que aprovechan el momento para sacar algunas fotos, me encuentro con otro viejo conocido. Este tipo de encuentros fortuitos, se han convertido ya en algo habitual; y nos proporcionan una buena excusa para charlar y compartir las vivencias de los últimos días. Así, entre mascaras y gafas de piscina para minimizar el efecto de los gases lanzados por la policía, transcurre nuestra nueva rutina.

El graffiti se ha convertido en la mejor vía para reflejar la situación actual de Turquía, y en la fuente más fiable. Reflejan cada momento de este movimiento, cada una de las inquietudes y pensamientos de los que aquí nos encontramos. Las paredes se han convertido en la forma de plasmar nuestro descontento. El viejo eslogan revolucionario “We are the soldiers of Mustafa Kemal” (padre fundador de la República de Turquía) se ha sustituido por el “We are the soldiers of Mustafa Keser” (famoso artista turco)

You pissed of a generation who beat up police in GTA” (Habeis cabreado a una generación que machaca a la policía en el GTA), reza una pared. El GTA, aquel juego de 1997 en el que se encarnaba a un asesino a sueldo, define de forma simbólica a mi generación. Crecimos en una sociedad en la que, como consecuencia del golpe militar de 1980, la política era un tema tabú tanto dentro del núcleo familiar como en los medios de comunicación. Y tuvimos que aprender el significado de la palabra resistencia y la importancia de la acción civil a través de una pantalla de ordenador.

Los medios de comunicación estatales dicen que no hay ningún joven en Taskim sin prejuicios. Y es cierto. Tenemos ideologías e ideas, y estamos aquí para defenderlas. Pero sobre todo, y mucho más importante, hay algo que no tenemos, envidia. Nuestra reticencia hacia el discurso arrogante del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) y sus leyes, nos ha enseñado que podemos permanecer unidos. Quizá no podamos romper tan fácilmente esos prejuicios de los que hablan, pero hemos aprendido a compartir el sufrimiento. Ese mismo sufrimiento que ha padecido durante décadas la población Kurda, los grupos del LGBT, los que han alzado su voz contra la discrecionalidad del Estado y los musulmanes que creemos en la posibilidad de que exista un crecimiento económico que no se base en el capitalismo salvaje.

En estos días, hay un montón de barricadas en Taksim para proteger el parque de Gezi de los abusos del gobierno y su policía, pero sobre todo para exigir un país tolerante. Estamos aquí, para que estas barricadas no sean nunca más necesarias.

#direngeziparkı #occupygeziparki

Melih Aslan (Turquía , 24 años, licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Estambul)

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