Detrás de las aglomeraciones de gente para celebrar la noche de San Juan subyacen una serie de significados, ritos y tradiciones que han alimentado la leyenda de esta noche tan señalada en el calendario.

Las hogueras de San Juan de muchas localidades costeras gallegas como A Coruña rivalizan con las famosas hogueras de Alicante por erigirse como el San Juan por excelencia. Gente de toda España acude a estos lugares para disfrutar de una noche cargada de magia, de un espectáculo singular e inconfundible. Pero, aunque hoy en día se hayan convertido en macrofiestas de interés turístico (y festivo) no conviene olvidar que la noche de San Juan responde a una tradición ancestral. La resaca del día siguiente no debe hacernos olvidar que bajo esta manifestación festiva subyacen significados y funciones que hacen de esta una noche única.
Como ocurre con todas las fiestas católicas del ciclo anual, el San Juan responde al mismo esquema: el ataque del Mal que tiene lugar la víspera del día santo y la purificación correspondiente. Ante el ataque de las brujas (sí, haberlas haylas) y otros seres malignos, el mundo debe quedar purificado antes del día santo. Lo que hace del San Juan una celebración especial es que esa noche se celebra el solsticio de verano, el día con más luz de todo el año y, por tanto, el más sagrado, pues no conviene olvidar la vinculación de la luz a lo sacro. Por lo tanto, para defenderse del ataque visceral del Mal, dos son los elementos purificadores: el fuego y el agua.
El fuego destruye lo antiguo y anuncia la llegada de lo nuevo. Las miles de hogueras que se prenden durante esta noche marcan un cambio. Y saltar las hogueras constituye el rito de paso. En Alicante se saltan siete veces, en Galicia nueve, pero lo importante es saltarlas un número impar de veces para purificar el alma y que el fuego nos proteja durante el resto del año.
Por su parte, el agua complementa al fuego purificando materialmente al lavar la suciedad material, alejando a las brujas y las enfermedades. Para ello uno puede darse un baño en el mar a medianoche, saltar nueve olas dando la espalda al mar (esto además es sinónimo de fertilidad femenina) o, para aquellos más temerosos, mojarse los pies en el agua pasadas las doce de la noche.
Estos son algunos de los ritos que se realizan esta noche, pero también depende de la interpretación de cada uno. Las tradiciones cambian y si no que se lo pregunten a los miles de estudiantes que hoy utilizarán sus apuntes y libros de texto como elementos combustibles. Al fin y al cabo, el fuego es un elemento purificador que marca un cambio de ciclo, ¿no? Pues eso. A todos los que vayan a celebrar el San Juan, que lo disfruten. Y los que no, cuidado con las brujas.
Borja Tabeayo
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