“For the United States of America, the best is yet to come”. Ésas eran las palabras de un emocionado y recién reelegido Barack Obama la noche del 6 de noviembre en Chicago. Tras conocer que los estadounidenses habían vuelto a depositar su confianza en él, Obama por fin se mostró liberado. Agradeció a su esposa y a los miembros de su equipo su apoyo por haberle hecho “llegar hasta la cumbre”, y por fin recordó al candidato de 2008. Si por aquel entonces el “Yes we can” era la consigna, justo después de conocer el resultado de las urnas Obama cambió de frase y dijo decidido que “lo mejor está por llegar”.
La especialista en análisis del discurso político y participante la campaña demócrata a las presidenciales en 2008, Laura Pérez del Toro, coincide con el Presidente. “A Estados Unidos le va a ir mejor que a Europa en estos años porque están haciendo una política de inversión”, explica. Del Toro es optimista con respecto a los retos y dificultades que se le plantean al Presidente durante los próximos cuatro años. Pero para que realmente llegue lo mejor, Obama deberá sortear varios asuntos espinosos a los largo de los próximos cuatro años.
El primero de ellos, se encuentra en el bolsillo, justo hacia donde apuntaba Del Toro. El llamado ‘precipicio fiscal’ puede estrangular a la economía estadounidense a partir del próximo año. La reducción del gasto público y la subida de impuestos anunciada para el 1 de enero, ambos aprobados gracias a la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, son factores susceptibles de perjudicar gravemente la recuperación de la economía del país. Precisamente en su discurso de reelección, Obama llamó al entendimiento entre los líderes de los dos partidos principales del país y expresó la necesidad de llegar a acuerdos para” afrontar los restos del futuro”. Uno de esos retos residirá en la gestión de Obama para sacar adelante las leyes en una Cámara de Representantes que ha mantenido la mayoría republicana tras el paso por las urnas. Alcanzar acuerdos será un aspecto vital en la próxima legislatura, y el referente al ‘precipicio fiscal’ es el que más urge.
En el ámbito internacional, los retos del presidente de los Estados Unidos para los próximos cuatro años han comenzado a hacerse evidentes en los días siguientes a las elecciones. Será en el mundo árabe donde Obama deba centrar buena parte de sus esfuerzos, pues es allí donde se sitúan varios conflictos que afectan a los intereses norteamericanos. En primer lugar, el estallido de otro nuevo episodio de violencia entre Israel y Palestina en la Franja de Gaza ha provocado la necesidad de una mediación internacional en la que Estados Unidos debe participar en conjunción con otros estados, como Egipto, y las organizaciones supranacionales. Por su parte, Siria constituye otro frente abierto en el que tanto Estados Unidos como la ONU deberán decidir acerca de su intervención. Asimismo, la retirada de las tropas de Afganistán a finales de 2014 es una promesa que el presidente parece dispuesto a mantener. A todo ello, se suma que Estados Unidos mantiene un ojo puesto en Irán y otro en el desarrollo de Al Qaeda tras la muerte de Osama Bin Laden, uno de los puntos de inflexión de la primera legislatura de Obama.
Más allá de estas fronteras, Obama deberá, al menos, mantener las relaciones actuales con China, tras la elección del nuevo equipo de gobierno resultante del congreso del Partido Comunista celebrado a principios de noviembre. Por último, la actual Europa sumida en la crisis del Euro, sigue constituyendo un punto clave en la política internacional norteamericana.
La previsible salida de la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a medida que se vayan acercando las primarias demócratas para las presidenciales de 2016 supondrá otro reto para la segunda legislatura del primer presidente afroamericano de la historia, que se inaugurará oficialmente el 20 de enero de 2013. A su favor, Obama cuenta con que normalmente es los segundos mandatos donde los presidentes alcanzan mayores cotas de popularidad, como así ocurrieran con Ronald Reagan o Bill Clinton. La nueva legislatura aún no ha comenzado a andar oficialmente, pero el camino hasta 2016 se antoja largo y plagado de dificultades.
Miguel Veríssimo