
“Con la llegada del partido nazi al poder, llegó también la falta de solidaridad con los prisioneros homosexuales. Pasamos a formar parte de la casta más baja”. Así lo contaba, Pierre Seel, la única víctima francesa que ha testificado sobre su experiencia durante su deportación por homosexualidad en la Segunda Guerra Mundial. En ColumnaZero repasamos como era tratada la homosexualidad en la Alemania nazi.
Hasta el año 1920 se respiraba tranquilidad en Alemania y muchos consideraron ese corto periodo tras la guerra como “los años dorados». El pueblo alemán ignoró de forma total el párrafo 175 del Código Penal de 1871: “Cualquier acto sexual cometido entre personas del sexo masculino o entre hombres y animales será considero innatural y, por tanto, castigado con la reclusión y pérdida de todos los derechos civiles”.
A pesar de las múltiples amenazas, chantajes y penas de prisión a causa de la existencia de esta ley surgió un movimiento que buscaba abolirla. Fue creado por el doctor M. Hesfield quien, además de ser científico y pionero en investigaciones sexuales, era socialista, judío y homosexual. Este movimiento obtuvo relevancia a nivel internacional, lo cual supuso la suma de muchas personas por todo el mundo. Cuando parecía que conseguirían la emancipación homosexual y la nueva era de libertad, la situación empeoró. Antes de la llegada del tercer Reich, Berlín era considerada una de las ciudades más liberales de Europa, donde incluso se instalaron cabarets, clubs y locales gays.
Hace más de medio siglo, a la llegada del poder en 1933, el régimen nazi decidió erradicar la homosexualidad en el país. Cerca de 15.000 hombres homosexuales de familias alemanas fueron arrestados y se estima que más de 10.000 fueron enviados a campos de concentración. Sin embargo, no sólo los alemanes sufrieron este caos. Muchos europeos viven aún para contar su experiencia en campos de concentración. La persecución nazi a los homosexuales era tal que se organizaban redadas específicas y redes de informantes y agentes clandestinos para localizar y condenar a los acusados tras la aprobación de la directiva de 4 de abril de 1938.
Pierre Seel, fallecido en el año 2005, fue la única víctima francesa que testificó sobre su deportación por homosexual. El 3 de mayo de 1941 fue arrestado, torturado y violado con una regla de madera rota. Diez días después fue trasladado al campo de Schirmeck-Vorbrück. Pierre recuerda su peor experiencia en “el infierno”:
“Fuimos llamados por megafonía para presenciar una ejecución. Pronto me di cuenta de que se trataba de mi amigo, mi dulce Jo. Lo desnudaron mientras sonaba música clásica de fondo por los megáfonos y le colocaron un cubo de hojalata en la cabeza. Azuzaron feroces pastores alemanes sobre él. Primero le mordieron la ingle y luego las pantorrillas. Finalmente lo devoraron. Yo observé todo el acontecimiento con lágrimas corriendo por mis mejillas. Rezaba por que se desmayase pronto. Nunca olvidaré el bárbaro asesinato de mi amor”. Así lo redactó Seel en su libro.
El colectivo masculino homosexual realizó trabajos forzados en los campos de concentración. Todos poseían marcas identificativas: primero un punto negro, luego el número 175 en la espalda y, finalmente, un triángulo de color rosa. Los hombres que poseían este símbolo en su traje eran sometidos especialmente a maltratos varios. Eran incluso utilizados en experimentos médicos y sometidos a la “castración”. Con ello, Hitler pretendía eliminar la homosexualidad de sus cuerpos. El doctor Carl Barnett realizó diversas operaciones en los distintos campos de concentración con el objetivo de “volver a los pacientes heterosexuales”. Se trataba de una cápsula que segregaba hormonas masculinas.
La lucha contra la homosexualidad en el Tercer Reich se fundamentó principalmente sobre la premisa de que era incompatible con la moral y buenas costumbres del pueblo alemán. Además se les acusaba de no procrear la raza aria. El colectivo homosexual ha sido el último grupo reconocido de víctimas del nazismo. Hasta 2002 no se anularon las sentencias nazis anteriores a 1945. Las posteriores a este año aún no han sido anuladas.
Carmen Santaella Arco