Nos trasladamos hasta la celebración de la cata de cervezas Grimbergen celebrada en el Palacio Conde Duque, en el centro de Madrid, para descubrir los secretos que la Abadía pone a disposición de los paladares cerveceros más exquisitos ahora que la marca acaba de aterrizar en España.
En 1128 se fundó la Abadía de Grimbergen, regentada por varios monjes que elaboraban su propia cerveza para ofrecérsela a los mendigos. Por otro lado, con la venta de esta bebida los monjes podían dedicar los beneficios a otras labores sociales.
El padre Karel y el abad Erik viajaron más de 1.500 kilómetros para presentar los tres tipos de cerveza que comercializan. Sin duda, además de la cata, los asistentes se quedaron prendados de los relatos que contaron los monjes, entre ellos, la increíble historia de la abadía. Desde 1128, fue arrasada hasta tres veces. En todas ellas, ésta fue reconstruida piedra a piedra, resurgiendo de sus cenizas y volviendo a los orígenes. Fruto de ello, las cervezas han incluido el logo del Ave fénix, símbolo de la resurrección.
Por supuesto, como no podía ser de otra forma, presentaron sus tres tipos de cervezas. Tres jugos distintos, con distintos matices e ideales para disfrutar de la cerveza más auténtica. Si bien se trata de una marca reconocida entre los sibaritas cerveceros, ahora será más fácil poder disfrutar de ellas, pues su llegada al mercado es inminente.
BLONDE
Cerveza rubia, de color dorado y fresca. Con varios matices frutales (plátano y manzana) y especiada. Es una bebida ideal para maridar con pescados. Como buena compañera para un aperitivo, la anchoa.
DOBLE
En palabras del monje, ésta es la más auténtica. De color más oscura, presenta matices dulces (azúcar tostada y caramelo) y es un poco más amarga que la anterior. Ideal para carnes asadas.
BLANCHE
Si la doble ocupa el puesto de la más auténtica, la blanca es la más histórica. Una cerveza fresca, de trigo y con matices florales y cítricos. El amargor está un poco más marcado, pero muy agradable.
La cerveza Grimbergen se ha ido asentando a lo largo de los años hasta convertirse en una bebida con carácter.
Al final del acto, los monjes anunciaron su regreso a la abadía. Abandonaron la cata tranquilos, pues como dijo el padre Erik: «el fénix ya ha aterrizado en España».
Equipo ColumnaZero
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