GAMONAL, EJEMPLO

Una reflexión de Jorge Herrera Santana para ColumnaZero (Foto: elconfidencial.com)
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Una reflexión de Jorge Herrera Santana para ColumnaZero (Foto: elconfidencial.com)

Por una ironía del destino, el alcalde de Burgos se apellida “Lacalle”. Y “la calle” es lo que en los últimos días ha situado en el foco mediático a Gamonal, un importante barrio de la ciudad.

Durante mucho tiempo, Gamonal fue un pueblo independiente. Quizás eso explique (aunque quizás, sólo quizás, el hartazgo de los vecinos tenga mucho que ver también) su demostrado asociacionismo. El alcalde anunciaba, acosado por la presión popular (e imaginamos, de Génova), la paralización de la construcción del bulevar que tanta oposición ha concitado.

Lo que en apariencia era un rechazo ciudadano más a un proyecto urbanístico más ha demostrado ser la gota que ha colmado un vaso lleno de ira: por la crisis y el desempleo (sobre todo juvenil), que afecta al barrio con especial intensidad; por el mal estado de sus viviendas, construidas hace décadas y pensadas para obreros que, en ese entonces, ni siquiera se imaginaba que fueran a tener automóviles algún día (¡no hay aparcamientos!); por el cierre de una de las tres guarderías del barrio; por el lamentable aspecto de la biblioteca y otras instalaciones municipales.

Gamonal ha dicho basta y se ha erigido en ejemplo no ya de una región, sino de un país. Sienta precedente, que dirían los juristas. Los ciudadanos, hartos de ser ignorados para todo menos para las oportunidades de negocio a su costa, han salido a la calle (pacíficamente, por cierto) para reclamar que hay cosas más importantes en las que invertir los millones de euros que un ayuntamiento en bancarrota (la burbuja inmobiliaria fue espectacular en Burgos) pretendía desembolsar.

La violencia no surge de la nada, y tampoco de la oposición a un proyecto urbanístico. Tenía que haber “algo más”. Y efectivamente: a poco que se investiga, salta a la vista que la historia de Burgos es la historia (bastante conocida en España, por otra parte) de una red clientelar y corrupta por la que el poder es sobre todo fáctico: el principal constructor de la región, Méndez Pozo, es a su vez dueño del periódico más importante de la misma, y parece que los sucesivos alcaldes (sin importar el signo) le han hecho la ola siempre que han tenido oportunidad. La empresa concesionaria del proyecto del bulevar está también, cómo no, vinculada a Méndez Pozo: “sorpresa, sorpresa”.

El poder no puede sobrevivir únicamente a base de fuerza; en última instancia, requiere de legitimidad. Eso es lo que muchos dirigentes, y desde luego también el alcalde de Burgos, parecen no entender. Lacalle ha paralizado ahora las obras para abrir una ronda de negociaciones con las plataformas vecinales, cosa que debería haber hecho desde un primer momento; como mínimo, antes de que el problema estallase.

Lo ocurrido en Gamonal deja dos lecciones: una a los gobernantes, y otra a los ciudadanos. La que deja a los gobernantes es que no se puede hacer política de espaldas a la calle. Al menos, no indefinidamente, ni con tanto desprecio y descaro. Ni siquiera una mayoría absoluta es un cheque en blanco: los políticos están para servir a los ciudadanos, para atender sus preocupaciones y demandas. Máxime a raíz de internet y de la crisis. Estamos ante un auténtico cambio de paradigma; ante un cambio de época, no una época de cambios. La lección que deja a los ciudadanos es asimismo clara: la opción, al final, reside en nosotros. O luchamos por defender nuestra libertad y nuestra decencia, o existirá el riesgo de que nos arrebaten ambas. “Se puede”, y Gamonal lo demuestra.

Señores gobernantes: llevan ustedes calentando la calle mucho tiempo. “¡Violentos! ¡Altercados! ¡Desorden!”. Por favor: con la que está cayendo, poco pasa.

Jorge Herrera Santana

@JHS91

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