
Muchos de los asistentes a la Gala de los Premios Goya comentaron que el 2016 había sido un muy buen año para España en lo que a cine respecta. Que los estilismos estuvieran a la altura de las circunstancias, es otra historia. Comentamos los looks fallidos, los que tenían un pase y los que nos enamoraron por completo en la noche del cine español.
La de los Goya es una de las noches más mediáticas en nuestro país. Pero, si nos centramos en el desfile de celebridades, cualquier evento estadounidense, por pequeño que sea, nos saca mucha ventaja. En nuestra alfombra roja es raro que alguien arriesgue, y quien lo hace pocas veces acierta. Sin embargo, la situación de la alfombra va bastante pareja con las cifras que mueven ambas industrias, y es que mientras el cine de Hollywood permite pagar mansiones millonarias, el cine español no recibe el apoyo ni de sus propios nacionales, con lo que nuestros actores y actrices se ven obligados a tirar de showrooms para posar ante las cámaras. Dicho esto, hay quienes lo hacen bien y quienes no tan bien.
Basta con un vistazo a las fotos de la velada para distinguir varios estilos muy repetidos. El primero de ellos fue el look vamp, abanderado por actrices como Penélope Cruz de Atelier Versace. Fastidiarla con un total black es difícil, pero no imposible, y más teniendo en cuenta las expectativas de una alfombra roja. Las más “atrevida” de este grupo fue Paz Vega, vestida con un modelo de Jorge Acuña que parecía sacado del vestuario de Cisne Negro. En el otro extremo de lo oscuro estaban Amaia Salamanca y su Pronovias, un vestido en tela negra brillante, ajustado, de manga larga, con la espalda abierta y una gran cola. Espectacular y Kim Kardashian a partes iguales. El único estilismo negro que nos convenció medianamente fue el de Aura Garrido. El vestido llevaba la firma de Lorenzo Caprile; un look bastante sobrio, aunque eso sí, muy bien combinado con choker y tacones sandalia.
Las que no consiguieron gustarnos ni un poquito (muy a nuestro pesar) fueron Hiba Abouk y Nerea Camacho, dos de las caras más bonitas del cine español que, a pesar de contar con un físico envidiable, no terminan de sacarse partido. Ambas vestidas de negro, Hiba optó por un vestido con diseños horizontales en tonos rojizos que le hacía parecer muy mayor; al igual que Nerea, quien se decantó por un diseño negro de tela plisada y escote palabra honor que, a pesar de sentarle como un guante, también le sumaba años. En su caso el problema no está tanto en el vestido como en los accesorios: una gargantilla de perlas y brazaletes demasiado anchos, y un moño demasiado tirante. Algo parecido le ocurrió a Natalia Sánchez, cuyo vestido blanco de Santos Costura tenía un escote que no quedaría bien ni a las modelos de Victoria’s Secret.
Pero siguiendo con los estilos repetidos, otro grupo predominante fue el de los vestidos en rojo anaranjado como el de Paula Echevaría, largo, palabra de honor y con una especie de camiseta transparente con manga francesa que cubría el pecho y los brazos. Una prenda que deja indiferente. Ingrid García Johnson eligió el mismo color, esta vez en un vestido ajustado con aberturas en ambas piernas; mientras Cristina Castaño lo llevaba a la versión grecorromana de la mano de Versace.
Y es que precisamente esa inspiración grecorromana fue también tendencia en la alfombra roja, un estilo que no falla en ningún evento, sean los Goya o los Oscar. La primera en abrir la puerta a estos diseños fue Clara Lago con un vestido en tonos nude mezclados con brillos dorados, falda larga con aberturas muy finas y cuello halter, de Santos Costura. Con un matiz un poco más romántico llegaron Michelle Jenner y su Dior Alta Costura, uno de esos diseños preciosos que enamoran cuando los descubrimos en la pasarela, pero que se quedan un poco cortos para una alfombra roja. Se trataba de un vestido blanco, con mangas asimétricas y una combinación de telas lisas y plisadas, a medio camino entre Roma y los alegres años 20. Alexandra Jiménez también cayó en las redes de Santos Costura con un vestido algo más romántico que el de Lago, pero con el mismo problema que el de Jenner.
Dejando de lado los grupos temáticos, hemos visto varios intentos de originalidad que se han llevado el aplauso de la prensa, pero no entendemos muy bien el por qué. Uno de estos casos ha sido el de Miriam Giovanelli, con un palabra de honor (por lo visto este año andamos escasos de escotes) negro (y de colores) con un detalle “gracioso” de brochazos de varios tonos vivos bordados en el pecho. La prenda es de Daniele Carlotta y, repetimos, no vemos dónde está el mérito. Lo mismo pensamos del Gucci de Bárbara Lennie, que fue uno de los looks más aclamados de la noche. Por muy original que sea y muy llamativo que resulte entre tanto vestido liso y clásico, Gucci tiene modelos que dan mil vueltas a este y con los que la actriz habría tenido un aire más maduro y elegante, acorde con la cita.
Quien estuvo a punto de conseguirlo pero se quedó corta fue Cristina Brondo. La pasada edición de la semana de la moda madrileña, Teresa Helbig nos conquistó con una colección donde se entremezclaban el estilo de colegiala con vestidos de fiesta llenos de detalles divertidos. Y pensamos “qué bien quedaría uno de estos en la alfombra roja”. Pero Cristina Brondo no acertó en su elección. La actriz optó por uno de los diseños de terciopelo nude creados por Helbig, una prenda muy bonita, pero demasiado ñoña para una alfombra roja. Silvia Alonso, por su parte, sí que ha sabido elegir un diseño de Teresa Helbig a la altura de las circunstancias. De manga larga, cubierto por completo de unas pequeñas cortinas de abalorios brillantes y con una abertura en el medio, ha sido uno de los pocos en hacernos pensar “este sí”.
Y después de la tormenta llega la calma, porque hemos dejado lo mejor para el final, aquellos estilismos que sí nos gustaron desde el momento en que los vimos, como el de Natalia de Molina. En primer lugar, el vestido de la actriz era de Stella McCarney, una de las diseñadoras más volcadas con los derechos de los animales y la sustitución de pieles por otros materiales. En segundo lugar, el diseño era una adaptación de una de nuestras tendencias favoritas, el slip dress, en una versión mucho más sofisticada. Rosa nude, cola pegada a los pies y un detalle en el pecho que juega con las telas, sustituyendo el fino nude por otro material metalizado casi transparente.
María León ha tenido el efecto contrario que Bárbara Lennie, y es que no han sido pocos quienes han criticado su elección para la velada, un vestido de Juanjo Oliva. Eso sí, a nosotros nos ha encantado, porque si hay algo a lo que la alfombra roja nos tiene acostumbrados es a ver plumas, pero siempre en estilismos de diva. El de María, por el contrario, era un vestido blanco estilo kimono cubierto de finas plumas, pero con las mangas y la parte delantera del bajo más corta, enseñando unos tacones metalizados de No21. Original, sencillo y una prueba de que el estilo propio se puede adaptar a cualquier entorno.
Leticia Dorlea es otra de las que hizo del blanco el nuevo color de la noche de la mano de Alicia Rueda. Su vestido era de cortes rectos y limpios, con unas mangas que, al igual que la falda, llegaban hasta el suelo, escote por la cintura y bordados de flores y pájaros. Una apuesta inesperada pero muy acertada, con la que la actriz y directora ha logrado alcanzar el punto medio entre elegancia y espectáculo dignos de una alfombra roja.
Si tenemos que coronar a la reina de la noche, es sin duda la cantante y actriz Ana Belén. Su elección fue la más acertada, y es que su vestido de Del Pozo lo tenía todo: el detalle, la elegancia y el glamour que exige una alfombra roja, junto con la sencillez y el color que más la favorecen. En gris perla, con una falda de tul plisado y un escote de tela más rígida en forma de hojas. Lo único que cambiaríamos de su look es el clutch, pues optó por uno en color crema que no terminaba de casar con el tono del vestido. Sin embargo, no es raro pecar de exceso de accesorios y ella ha sabido darse cuenta de que a su vestido no le faltaba ningún añadido. Chapó.
Aunque Ana Belén se haya llevado el premio como la mujer mejor vestida, el ganador absoluto de la noche fue, por primera vez, un hombre. Siempre nos gusta elogiar a aquel de entre los asistentes masculinos que encuentra la forma de ampliar sus restringidas posibilidades estilísticas, y este año está claro que Eduardo Casanova lo ha conseguido con honores. Le ha dado un giro al clásico estilismo de alfombra roja con un look que era perfecto de pies a cabeza.
Los pantalones del esmoquin un poco más cortos, dando un toque moderno que quedaba completado con la chaqueta y el lazo, ambos de color rosa muy suave. Para acabar, el pelo blanco brillante. La idea de llevar el rosa al terreno masculino sobre la alfombra roja nos parece genial, pero es que, además, ya no podemos imaginar al actor con un look que le hubiera sentado mejor. En definitiva, en la noche del cine español, la alfombra roja dejó de ser cosa de mujeres. Y en esto seguro que no nos ganan ni los americanos.
Clara Auñón
@ALClaara