El último anuncio de Barbie dejó atrás los estereotipos sexistas y los tópicos, mostrando a las niñas de todo el mundo que pueden llegar a ser quien ellas quieran. De esta manera, ante la mirada atónita de los adultos, un grupo de niñas se convierte en mujeres de éxito, tal y como imaginan cuando juegan con sus muñecas.
El anuncio fue lanzado en el canal de Youtube de Barbie previo a las navidades, y en pocos días alcanzó una cifra de reproducciones estratosférica, nada menos que 4 millones en una semana hasta alcanzar a día de hoy más de 20 millones de visualizaciones. El comercial, grabado con cámara oculta para ver la reacción de los adultos, que atienden a las niñas con caras que mezclan expresiones de incredulidad y ternura, sigue con la estrategia de la marca de reivindicar la igualdad de género.
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De esta manera, vemos como las pequeñas se convierten en profesora, veterinaria, una entrenadora, que le da bastante caña a sus jugadores, ejecutiva y guía de museo; y son ellas mismas quien, según la productora y la propia marca, eligieron en el casting las profesiones que querían ejercer durante un día.
Mattel, consciente de que su muñeca de medidas imposibles se ha asociado en innumerables ocasiones con todo aquello que pueda tildarse de superficial, y de que esto puede suponer una barrera para muchos padres a la hora de comprar el juguete a sus hijos, daba un paso adelante y lanzaba este anuncio en el que muestran a los adultos que desde la marca también opinan que la mujer no es solo belleza, sino que puede conseguir grandes cosas gracias a su inteligencia y habilidades.
El anuncio pretende, más que llegar al público infantil, concienciar a los adultos de que, en lugar de marcarles el camino, tienen que hacer de guía en el que ellos elijan, animándolos a estudiar y a convertirse en lo que ellos quieran ser, no en lo que nosotros queremos que sean.
Con este comercial, que se aleja completamente de los estereotipos que siempre han caracterizado a esta muñeca, Mattel acertó de lleno, y se convirtió en viral a las pocas horas de haber sido publicado.
Sergio del Pino
