“Todo producto tiene sus detractores”, o al menos, así lo afirmó uno de los portavoces de Google en los últimos días.
Y es que las famosas gafas de google que tanto han dado para debatir, están en el punto de mira de aquellos que han reflexionado sobre las consecuencias negativas para la sociedad. De esta forma, 5 point café, un bar de la comunidad norteamericana de Seattle, anunció a través de Facebook que prohibirá la entrada a aquellas personas que lleven puestas las gafas. Esta decisión se debe a la problemática que suscita el hecho de que el portador del artículo pueda grabar todo lo que ve en cualquier momento, motivo por el cual, el derecho a la intimidad podría verse perjudicado.
Si tenemos en cuenta que dicho dispositivo tan solo está en proceso de promoción, y que no se comercializará hasta finales de este año, puede resultar predecible que otros muchos establecimientos tomarán la misma medida para no ver afectados sus ingresos ante la posible pérdida de clientela.
Las gafas, con gran número de aplicaciones para orientarse por la ciudad, elevada capacidad memorística, vídeo llamadas y demás añadidos que se están desarrollando, cuenta también con la negativa de parte de la población desde el momento en que se emitió la noticia.
En los últimos años, las mejoras llevadas a cabo por la industria tecnológica mundial han mejorado a un ritmo sorprendente con el fin de hacer más cómoda la vida cotidiana de aquellos que se lo pueden permitir. La polémica surge en la medida en que una persona se da cuenta de que esta comodidad afecta a las funciones cerebrales del ser humano. Si disponemos en todo momento de un artilugio que nos recuerda aquello que tenemos, acto siguiente, que hacer, ¿podríamos vivir con normalidad sin las gafas después de haberlas usado unos años?
Además de la imposibilidad de reforzar estas funciones básicas de cada individuo, las consecuencias nocivas para la salud de la tecnológica compañía que hoy en día predomina en la mayoría de los hogares también tiene cabida: los científicos descubrieron, en el campo de la telefonía, que dormir cerca del móvil altera el sistema de autorregulación de las personas.
Con el paso del tiempo, se ha asistido a un paulatino desplazamiento de la tenencia de la “última tecnología” por la agilidad que permite en ciertos oficios, hacia la necesidad caprichosa de contar con su disposición para favorecer la propia satisfacción.
Hemos permitido la sustitución, en tan solo treinta años, de los valores tradicionales que habían imperado durante los últimos veinte siglos en la sociedad mundial, por una tecnología que avanza a un ritmo desconocidamente peligroso. Si bien cabe destacar que el uso moderado y oportuno de estos inventos, con los que se premia la competencia entre las grandes empresas internacionales, pueden resultar útiles, la utilización de los mismos en exceso, como todo, resulta poco aconsejable tanto para cada uno de los individuos como para una sociedad global que está viendo en detrimento las relaciones naturales entre las personas mediante mecanismos de comunicación que la misma humanidad inventa.
Y es que la digitalización vital, que sin darnos cuenta se ha apoderado de nuestra estructura organizativa, se ha dejado notar incluso en los medios de comunicación a través de los cuales se ha facilitado su promoción: la prensa escrita tiene, desgraciadamente, sus días contados.
La culpabilidad es nuestra, pues a través de nuestra inacción y adaptación a lo que los nuevos tiempos nos presentan, hemos desechado numerosas condiciones que hasta, sobre todo, comienzos del siglo en que vivimos, habían caracterizado a la sociedad mundial.
La visita a una ciudad extranjera jamás resultará tan sorprendente como antes porque previamente veremos por internet imágenes de esta; la telefonía e internet está perjudicando las relaciones humanas tradicionales; la salud puede verse afectada por las radiaciones de los aparatos tecnológicos… saber disfrutar de los momentos que la tecnología nos puede arrebatar es algo que tan solo nosotros podemos prevenir. Evitar el peligro de abusar de los nuevos medios que nos rodean es algo que tan solo la sociedad que vivimos ha equiparado a la dificultad que entraña dejar el tabaco; por ello aconsejaría la necesidad de que cada individuo reaccione antes de que el cigarro le queme.
Marcos Martínez Solanilla