“Ríe y el mundo reirá contigo; llora, y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar.”Charles Chaplin.
Bien es cierto que el entrañable Chaplin no supo adaptarse a la nueva moda del cine a color. Pero películas como Tiempos modernos han logrado que muchos espectadores aprecien y valoren el cine en blanco y negro y, a su vez, el cine mudo, consagrando por tanto, a Charles Chaplin, como un ingenioso director, productor, humorista y, sin duda, genio del séptimo arte.
Charles Chaplin nació ya al lado del espectáculo, dado que sus padres formaban parte del music-hall, donde acabaría reemplazando a su madre en una actuación. Alrededor de este dinámico mundo, fue creciendo, por lo que poco a poco iba abriéndose puertas que le llevarían a ser considerado uno de los hombres más reconocidos dentro de la cinematografía mundial, tras el final de la Primera Guerra Mundial.
Aunque nuestro protagonista trabajó en otras ramas, finalmente, fue contratado por la compañía Frohman, en la que, gracias a los pequeños papeles que desempeñó, su éxito pudo crecer en Reino Unido, su país de origen.
Aprender en una de la compañía de mimos de Fred Karno en 1907 jugó un punto muy importante dentro de su carrera artística. Giras por Estados Unidos, actuaciones en importantes teatros o su papel como un borracho condicionó su aprendizaje, donde Sennet lo fichó rápidamente para Keystone.
Sinceramente, sólo con ver alguna de sus películas nos damos cuenta de que Chaplin fue una persona que quería transmitir la dura realidad de la primera mitad del S.XX, camuflada entre la bondad, el cariño y la amistad que inundaban sus personajes. Un ejemplo claro de esto se aprecia en su personaje más emblemático, Charlot, el cual cobró vida en numerosos largometrajes en los que Charles Chaplin fue protagonista.
El vagabundo fue alguien que le acompañó durante su estancia en Mutual Film Corporation, siendo reemplazado por otro hombre que cobraría vida en la ya mencionada anteriormente, Tiempos Modernos, de la mano de Paulette Goddard. Una historia de amor que vuelve a relatar muchas de las injusticias de la época.
Pero no todo queda ahí, ya que aún quedan unos cuantos años acompañados de alegrías y tragedias para nuestro protagonista. La entrada de E.E.U.U. en la Segunda Guerra Mundial provocó un vuelco en la carrera de Chaplin. El estreno de El gran dictador significó un gran desafío contra el nazismo, bien por la historia relatada y bien por el enorme parecido que se puede observar entre Adolf Hitler y Adenoid Hynkel, dictador de Tomainia. Violencia, represión, injusticias sociales… Y un barbero judío, también interpretado por él, que, finalmente, es víctima de la dictadura.
Un acto de valentía para muchos que acaba con el discurso final de barbero, atacando con odio lo que en aquel entonces estaba sucediendo en Alemania, y en circunstancias menores, en Italia, entre otros países europeos. Una película que comenzó con el fin de Chaplin.
Ya fuera del cine, mientras su número de enemigos crecía por ser considerado comunista y traidor en su país, Charles Chaplin fue condenado al exilio en septiembre de 1952, tras haber sido perseguido por varias personalidades políticas de importancia. Sus últimos años de vida sucedieron entre Suiza y Reino Unido. A la vez que envejecía, su número de películas seguía creciendo, tanto como director en Un rey en Nueva York, así como en su última obra, Una mujer de París.
Con la llegada de 1977, su estado de salud empeoró notablemente hasta que falleció en una residencia de Suiza en la madrugada de aquella Navidad. Un pequeño punto y aparte para alguien que aún vive con nosotros, enseñándonos desde una mejor o peor perspectiva el ambiente en el que se desarrolló.
Es una pena que no se sepa apreciar el trabajo de crear el principio de algo que, hoy, es tan común. Quizá, algún día, cuando echen la vista hacia atrás, y dediquen algunas horas a seleccionar aquellas películas que han crecido con sus familiares más lejanos, descubran de qué manera tan abismal, el cine ha influido en la historia, mostrando tantísimos pensamientos que en numerosas ocasiones, se asemejan a los nuestros, o incluso, escenificando escenas que no se alejan tanto de las que presenciamos hoy en día.
Así, entre dedicatorias y recuerdos, grito: ¡Larga vida a Charles Chaplin!
Marta Maquilón Garrido
@martamaquilon
@Columnazerocine