
El tándem de los Hermanos Coen, inseparables hasta la fecha en todos los proyectos que han desarrollado, es uno de esos fenómenos cinematográficos que desde la independencia han escalado posiciones en el establishment hollywoodiense hasta contar con holgados presupuesto y cotizados elencos que se suman a sus aventuras fílmicas. Sus proyectos, irregulares a veces, sólidos e intimistas a otras, han repasado un abanico de temas norteamericanos en aquel género netamente USA que se ha dado por llamar americana. La tradición musical norteamericana es una temática omnipresente en el cine de Joel y Ethan Coen, todas sus películas contienen números musicales inspirados en la época dorada de la música norteamericana, que ellos estiman que se encuentra en las raíces del nacimiento de su nación y ulteriores estadios de su evolución cultural. Por el momento esta revisión queda exenta de la cultura popular, rock and roll, punk o música pop, estilos que no parecen tener ningún valor, hasta la fecha, como soporte, inspiración o complemento a sus historias.
En su última película, Ave César (2016), los números musicales están relacionados con la época de los grandes estudios de Hollywood, un sentido homenaje a una forma de hacer cine que le valió a Hollywood en calificativo de “fábrica de sueños”; en Ave César recrean impresionantes coreografías y números que hemos visto en docenas de películas de la época, siendo el más espectacular el inspirado por el clásico Escuela de Sirenas, un número protagonizado con versatilidad por Scarlett Johansson. Pero el mejor encaje que los hermanos Coen realizan con el universo musical norteamericano está presente en dos de sus películas más incomprendidas y menos populares: O Brother! (2000) y A Propósito de Llewin Davis (2013).
En ambas se realiza un ejercicio intrahistórico, de investigación musical; los hermanos Coen nunca han pretendido soltar canciones y escenificar números por el mero hecho de rellenar metraje o buscar un acompañamiento atmosférico a las escenas, los temas que ellos incluyen en sus películas están completamente integrados en el contexto de las historias y tienen un ánimo testimonial, didáctico incluso. O Brother! es una comedia musical que profundiza en las sonoridades primigenias de la cultura de un país apenas consolidado como nación, los Estados Unidos aparecen como un crisol de estilos y tendencias musicales folklóricas que fueron el germen del actual blues, jazz y rock and roll. A Propósito de Llewin Davis difiere de O Brother! tanto en su tono como en su puesta en escena, quedando situada en las antípodas de aquel título tan temprano.
A Propósito de Llewin Davis es una película muy madura, un fresco sobre la vida bohemia en el barrio de Greenwich Village, protagonizada un Oscar Isaac que demuestra un extraordinario talento como intérprete; esta película, al contrario que O Brother!, de es un potente drama que se apoya en los sueños, el desarraigo y el existencialismo, un filme que con una fotografía apagada y un acompañamiento de temas a cuál más intenso, nos sumerge en el mundo de unos artistas a priori fracasados, talentos víctimas de la industria musical inexistente en O Brother!
El compromiso de los Hermanos Coen con la recreación de la tradición musical americana es un aspecto imprescindible en su filmografía, un aliciente para que el espectador se acerque con respeto a sus películas y disfrute de sonoridades sencillas pero contundentes, con los sentimientos arraigados en el talento musical norteamericano del que aquí sólo nos llega el fast-food de la cultura pop.
Alfredo Paniagua
@columnazerocine