El escarmiento a la libertad de expresión.
El 21 de febrero de 2012 tres de las integrantes de la banda feminista rusa de punk-rock Pussy Riot se convirtieron en el foco de una corriente represiva con motivo de un concierto performance que tuvo lugar en la principal catedral ortodoxa de Moscú. En el espectáculo interpretaron una canción en la que oraban “Madre de Dios, echa a Putin”, abordando una clara crítica a los lazos que mantienen la Iglesia Ortodoxa rusa y el poder, representado por Vladimir Putin. Como consecuencia, Nadia Tolokónnikova, María Aléjina y Yekaterina Samutsévich fueron detenidas días después de la actuación, y se convirtieron en las protagonistas de un juicio férreo, siendo condenadas en agosto de 2012 a cumplir dos años de cárcel al ser declaradas culpables de “gamberrismo motivado por el odio religioso”.
En la actualidad, Nadia Tolokónnikova y María Aléjina se encuentran arrestadas cumpliendo la pena impuesta en centros penitenciarios famosos por su brutalidad. Ambas solicitaron aplazar la condena hasta que sus hijos de corta edad cumpliesen los 14 años pero la petición fue denegada. Asimismo, las dos madres también se vieron frustradas al serles denegada la libertad condicional. Por otro lado, Yekaterina se encuentra en libertad vigilada desde octubre de 2012.
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Tolokónnikova ha declarado en reiteradas ocasiones que no admitirá bajo ninguna circunstancia ser culpable por un delito de “vandalismo motivado por odio religioso” y que respeta el cristianismo. Aléjina declaró tras la sentencia que la justicia rusa ha hecho todo lo posible por excluir lo esencial de la actuación, la protesta política.
Las tres jóvenes de Pussy Riot decidieron en febrero de este año recurrir el fallo judicial ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos (TEDH), en Estramburgo. El abogado Pavel Chikov, representante de las tres integrantes, aseguró que Rusia había violado varios derechos de sus defendidas. Asimismo reconoció que las componentes de Pussy Riot recibieron un trato inhumano cuando permanecían detenidas ya que les impidieron dormir y alimentarse lo suficiente durante varios días, cuando estaban a la espera de juicio. El letrado admitió que no acudían al Tribunal Europeo en busca de la excarcelación ya que la condena contra las integrantes de Pussy Riot expirará en marzo de 2014. “Es importante para tener justicia que sean declarada no culpables y, finalmente, absueltas”.
Amnistía Internacional declaró a través de un comunicado que el juicio al que fueron sometidas las integrantes de la banda rusa “tuvo una motivación política” y que “fueron procesadas injustamente por lo que fue una acción de protesta legítima, si bien potencialmente ofensiva”. Asimismo, considera a las tres jóvenes presas de conciencia ya que fueron detenidas por expresar de forma pacífica sus creencias. Amnistía Internacional continúa denunciando el caso de estas jóvenes artistas y recogiendo firmas a través de su petición en la red para que el gobierno ruso ponga en libertad a María y Nadia de forma inmediata e incondicional.
Es bastante significativa la tenacidad con la que han actuado las autoridades políticas y las esferas más conservadoras vinculadas a la Iglesia Ortodoxa para vengar el atrevimiento de estas jóvenes por hacer uso de su libertad de expresión. Han seguido un despliegue en el que los medios de comunicación han sido muy importante para alcanzar su objetivo: difamar las intenciones de las componentes presas de Pussy Riot. Así, han conseguido disfrazar la sátira política de profanación religiosa hasta llegar al extremo de convertirla en un delito. Si bien no es una novedad este tipo de procedimientos en Rusia, resulta bastante desolador analizar los hechos desde la perspectiva de los derechos humanos.
Irene Quirante Reyes