El Gran Canaria Arena se vistió de gala para recibir a la selección norteamericana de baloncesto. El combinado de Myke Krzyzewski, a pesar de no contar con muchas de sus grandes estrellas, ofreció un buen espectáculo ante una Eslovenia, que como tantas otras, nada pudo hacer ante la NBA. Un partido amistoso con un resultado más que previsible (101-71) y que sirvió para abrir boca, apenas a unas horas para el comienzo de la Copa del Mundo.
Fue un día para disfrutar, en el que nadie ocultaba su emoción. Pero sin duda fue un día para los verdaderos amantes del baloncesto y la NBA. Un día para los que no entienden de horarios, para los que pasan largas noches en vela, para los que soportan interminables tiempos muertos y eternos anuncios publicitarios con tal de ver a sus ídolos, aunque sea a través de la pequeña pantalla.
Miles de camisetas NBA inundaban los alrededores del pabellón, camisetas que orgullosas fueron tiñendo poco a poco unas gradas llenas hasta la bandera. Numerosos medios de comunicación, voluntarios y autoridades ocupaban sus posiciones expectantes ante la salida de los jugadores a pista.
Por fin llegó el momento, los jugadores, tanto americanos como eslovenos, hicieron su aparición en la cancha mientras recibían una gran ovación. Poco tardaron en llegar los primeros “¡Oh!, ¡madre mía!” o “¿has visto lo que ha hecho?”. Pero lo más sorprendente fueron los aplausos de los primeros compases del partido, que lejos de llegar a los oídos de los americanos estaban dedicados a los jugadores eslovenos.
Aun así, poco tardó en cambiar el panorama. Poco a poco el Dream Team se sintió más y más cómodo en la cancha, algo que reflejó perfectamente el marcador, que al final de cada cuarto reflejaba una ventaja de 6, 11, 27 y 30 puntos respectivamente. En el combinado americano destacaron Anthony Davis, con 18 puntos, 11 rebotes y 4 tapones; y Kenneth Faried que con 14 puntos y más de un ‘alley-oop’ se ganó a la grada.
Por parte del conjunto esloveno fue Zoran Dragic, con 16 puntos, quien se echó, en más de una ocasión, el equipo a la espalda . El partido dejó buenas sensaciones para ambas selecciones, aunque el carácter amistoso del encuentro hizo notar que algo muy diferente nos espera en la competición oficial.
Hubo tiempo para todo, incluida la ‘kiss cam’, el homenaje a dos leyendas del baloncesto estadounidense (Dominique Wilkins y Clyde Drexler) y para promocionar la isla con un pequeño pero vistoso espectáculo en el descanso del partido. Este evento fue el perfecto escaparate para mostrar Gran Canaria al mundo. Una gran inversión no solo deportiva sino también turística, que espera ya grandes beneficios para la isla.
Durante 1 hora y media más de 10,000 canarios fuimos felices y plenamente conscientes del momentazo que estábamos viviendo. Por primera vez en nuestra historia, dos de las mejores selecciones del mundo habían elegido nuestra isla para jugar. A cambio ofrecimos nuestra mejor sonrisa, nuestro apoyo y sobre todo nuestra admiración a dos equipos que, aunque con distinta trayectoria y éxitos, hacía ya tiempo que habían hecho historia.
Sabíamos que no estábamos ante el mejor Dream Team y que aquel no iba a ser el mejor partido de todos los tiempos, pero eso daba igual. Estábamos frente a nuestros ídolos, viéndoles hacer lo que tantos sueños motivaron cuando éramos pequeños (y no tan pequeños). Con eso ya era suficiente.
Elena López
@elenalofue