
La noticia del fallecimiento de David Bowie llegaba sólo tres días después de que se publicase “Blackstar”, el último trabajo que el británico quiso regalar a su público como guiño de despedida y que salió a la luz el mismo día que el cantante cumplía 69 años. Repasamos en ColumnaZero la esencia de la estrella que no se apaga.
Bowie comenzó sus andaduras en 1969, y desde entonces publicó más de 25 discos entre los que se encuentran temas tan conocidos como Life on mars, Heroes o Space Oddity. Su influencia trascendió la música, la moda y la sexualidad durante casi cincuenta años, pese a que los últimos diez los pasó prácticamente alejado de la vida pública. Revolucionó las calles y escenarios de Gran Bretaña –y más tarde de medio mundo-, siendo capaz de redefinir la esencia de las estrellas de rock.
Supo materializar ideas y sentimientos como pocos consiguieron hacerlo, así como aprovecharse de cualquier sensación –por muy tabú que fuera en la época en la que se movía- para sacar de su música lo mejor que cada experiencia o sensación podían aportarle. Transmitir para el cantante era sencillo y se movía grácilmente por estilos que iban desde el rock decadente, el pop electrónico o le punk. Publicó canciones sin estribillo, en otras comenzaba a cantar en la mitad del tema en incluso publicó una cara B que sólo era instrumental.
«Quizá esté loco –es algo normal en mi familia–. Pero siempre he tenido una repulsiva necesidad de ser algo más que un humano. Me siento demasiado exiguo para ser un hombre. A la mierda, quiero ser un superhombre», exclamaba Bowie. Y así lo hizo, consiguió revolucionar la estética del rock, que tan acostumbrada tenía a los escenarios con grupos como The Beatles o Rolling Stones. Bowie consiguió configurar el Glam como un estilo en el rock que se expandió como la pólvora entre los jóvenes de los años 70.
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En cuanto al superhombre del que hablaba, muchos dirán que se trataba de Ziggy Stardust, el alter ego que acompañó a David Bowie durante décadas y que venía del espacio para traer las noticias que mandaban los aliens. “The Rise and Fall of Ziggy Stardust” es el disco que Bowie dedica a Stardust, la representación humana de un alien bisexual que sacaba a la luz tópicos como la drogadicción, la política y la orientación sexual en unos años en los que no era común tratar este tipo de temas.
La vida de Bowie siempre fue un misterio, sobre todo en la última década y es que ni paparazzi ni tecnología sabían qué estaba ocurriendo en la vida del cantante. Además del anunció de la publicación del disco el pasado noviembre, el último gran acontecimiento por el que Bowie acabó en boca de muchos tuvo lugar en 2013. Bowie fue rodeado de nuevo por la polémica tras la publicación de “The next day”, un videoclip con el que la estrella del rock consiguió que más de uno –y especialmente la Iglesia- se llevara las manos a la cabeza.
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La estela de Bowie trascendió en el público durante décadas, así como también lo hizo entre cantantes como Madonna e Iggy Pop, con quienes compartió escenario, micrófono y quién sabe qué anécdotas.
El aura de misterio que rodeaba al cantante no solo se debía a su personalidad y estética extravagente, sino también a su mirada. Cuando tenía 15 años, tras un puñetazo que le propinó el artista George Underwood, uno de sus amigos, en una pelea por conseguir el corazón de una chica, la pupila de uno de los ojos del británico quedó dilatada permanentemente. Muchos de sus fans creían que esto se debía a la heterocromía, una mutación que causa que el iris de cada uno de los ojos tenga un color diferente, pero en realidad fue culpa del anillo que su amigo llevaba en la mano durante la pelea.
Más allá de los misterios que rodearon a Bowie, el recuerdo de su esencia se mantendrá como una estrella que nunca se apaga.
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Borja Rodrigo
@columnazero
Bravo por el artículo.