CRÍTICA CORTOMETRAJE: NAMNALA

Una crítica de Cenzo A.de Haro para ColumnaZero Cine.
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Una crítica de Cenzo A.de Haro para ColumnaZero Cine.
Una crítica de Cenzo A.de Haro para ColumnaZero Cine.

La segunda oportunidad de los objetos rotos.

Logos de video Beta, VHS y HI-Fi, publicidad Blaupunkt y Onkyo y televisores más próximos al mueble de comedor que al cuadro de pared. Jose parece estancado en 1978 según reza el cartel del negocio que regenta, universo roto por un fluorescente “se traspasa”. Jose, interpretado por Álex Angulo en lo que sería uno de sus últimos papeles en cine, no solo acepta la decadencia de esta casa de reparaciones cuyo atrezzo haría las delicias de cualquier hostelero que busque un toque cool a su local; sino que rechaza cualquier oportunidad de negocio por inverosímil que sea, cuando una cliente rompe la ensoñación de Jose sobre un pasado mejor trayéndole un televisor vintage a reparar. Nada parece motivar al pequeño comerciante, sumido en una nostalgia lacrimosa que difícilmente se adapta al ritmo de vida actual.

CRÍTICA CORTOMETRAJE: NAMNALA

El estereotipo de Jose, artesano de avanzada edad cual Geppetto temeroso del mundo, un Justino de oficio en vías de extinción cual cuento de navidad, se suma a otro estereotipo: el del africano –Babou Cham- que irrumpe en el local generando temor en el propietario.

Namnala, como comenta su autor Marcos Díez, es una obra que trabaja los prejuicios con una voluntad crítica y contra la “costumbre de usar y tirar que afecta tanto a objetos como a la calidad y estabilidad de los afectos y las relaciones humanas”. Ambos personajes son mostrados como objetos rotos, con una historia detrás que esconde anhelos y deseos y pérdida. En ese sentido la construcción de la historia es acertada; la asociación entre las desestructuradas vidas de los personajes y esos aparatos que la sociedad ha desechado resulta de un paralelismo bello que acompaña muy bien a la cuidada dirección artística de Raquel González y la fotografía de Ignacio Aguilar. Sin embargo, más debate nos alimentan los prejuicios de los que quiere tirar autor y director para exponer su historia. No sabemos hasta qué punto este tipo de preconcepciones sobre inmigración y raza siguen funcionando en el espectador; si un hombre, por muy negro que sea, genera desconfianza; o si un anciano de bigote cano genera ternura y compasión. No sabemos hasta qué punto alguien rendido y dispuesto a acabar con su vida promueve más empatía que aquél que pide ayuda. Namnala, si quisiera trabajar la crítica a los prejuicios sociales sobre dos colectivos marginados, peca de haber asumido esos estereotipos como válidos con el peligro de aceptarlos incluso fuera de la ficción: el africano no sólo despierta las dudas de Jose sobre su honestidad, sino que finalmente es aceptado como delincuente. Por su parte, Jose se ve aleccionado para mantener un negocio que, en verdad, no ofrece ningún servicio válido. Ambas posiciones convierten el cortometraje en un cuento de ficción con moralina algo tramposa desaprovechando las herramientas que le ofrecían el concepto de historia-personajes y el trabajo artístico y técnico.

Dirigido por Nacho Solana, es la segunda colaboración entre guionista y director y está preseleccionado para concurrir a los Goya 2016 como mejor cortometraje de ficción tras haber viajado a más de veinte países y cosechado más de 100 selecciones oficiales en festivales de todo el mundo.

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Cenzo A.de Haro

@columnazero

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