Francia, el humor negro y sus comedias.
Voy a ser mamá es una comedia que mezcla a la perfección el drama con el humor. Valérie Lemercier consigue quitarle peso a las situaciones dramáticas con un humor negro donde los haya, y una trama muy entretenida que engancha al espectador con facilidad.
Valérie Lemercier es una de esas mujeres que vale para todo. Dirigir, actuar o cantar, no hay nada que se le resista a esta francesa de cincuenta años. Voy a ser mamá (2013), su última película como guionista, actriz y directora, llega a nuestros cines el próximo 18 de julio para contar la vida de Aleksandra, una mujer que decide adoptar un niño después de conseguirlo todo en la vida.
El film podría contar perfectamente la vida de Lemercier. Su protagonista es una mujer exitosa que dirige una revista de moda y está casada con un hombre cortado por el mismo patrón que ella, Gilles Lellouche en el papel de Cyrille. Su enorme casa o su ajetreada vida social no parecen ser suficientes para satisfacerla y decide adoptar un niño a golpe de talonario.
Voy a ser mamá refleja dentro de un guión cargado de humor negro, la situación de muchas mujeres que pasados los 45 años no se ven preparadas para ser madres. Con la llegada de Aleksei, un niño especialmente problemático, la película comienza a mostrarnos un poco más a Aleksandra y comprendemos que el pequeño es algo más que un capricho para ella. De hecho, podríamos sostener que el niño adoptado es una excusa en el film para desvelarnos la vida matrimonial de la pareja.
La película está cargada de momentos que consiguen emocionar al espectador. No importa que se trate de una comedia porque todo ello encaja a la perfección. Es un guión perfectamente equilibrado capaz de romper la situación más dramática con un golpe de humor. Y no cualquier tipo de humor. Lemercier huye del humor fácil y recurre a uno más elaborado y fundamentado en la ironía, el sarcasmo o los comportamientos más hipócritas. No existen líneas rojas para los chistes: sexo, racismo u homofobia. Los tenemos de todos los colores y para todos los gustos. Sin embargo, cabe poner un pero al guión al abrir líneas que no llegan a retomarse. La infidelidad de Aleksandra no sólo es un hecho aislado en la trama sino que es irrelevante para el resultado final de la historia.
Tanto Gilles Lellouche, Cyrill, como Valérie Lemercier están a la altura de sus papeles y consiguen emocionarnos con sus infidelidades, tristezas y alegrías. El resto de las interpretaciones tampoco pasan desapercibidas. Voy a ser mamá no sería lo mismo sin las intervenciones de la niñera ninfómana que huele la ropa interior del marido de Aleksandra o sin los comentarios racistas que su suegra dirige a su asistenta.
Si a un guión divertido le sumamos unas actuaciones igual de dignas tenemos un film más que recomendable que no necesita hacer grandes virguerías con la cámara para rentabilizar el precio de una entrada de cine un domingo. A una comedia lo que debemos exigirle es que nos haga reír y con Voy a ser mamá las risas están aseguradas.
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Irene Sierra (@siergarcia)
@Columnazerocine