CRÍTICA CINE: THE GRANDMASTER

Una crítica de Miguel Ángel Postigo para ColumnaZero Cine.
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Una crítica de Miguel Ángel Postigo para ColumnaZero Cine.

El poder de los grandes maestros.

La nueva oda de Wong Kar-wai (Happy together,1997; Deseando amar, 2000) es ante todo la mayor propuesta estilista que se ha hecho en mucho tiempo, de tal forma que llega incluso a dejar en evidencia al propio director a la hora de saber contar una historia.

El film se centra en la época de esplendor de las artes marciales chinas abarcando una cronología que va desde la revolución republicana en 1911, hasta el cierre de la frontera entre Hong Kong y la China continental en 1951. En esta etapa de la historia china se forman las academias de artes marciales que dan lugar a los grandes estilos y a los grandes maestros que hicieron leyenda. Ip Man (maestro de Bruce Lee) recorre un duro camino en el que deja un legado en la historia de las artes marciales junto a otros grandes maestros del Kung Fu.

Hay que destacar que bien por error a la hora de mostrar los devenires de los personajes o bien por abarcar históricamente cinco décadas, a pesar de lo que se suele indicar The Grandmaster, no solo se cuenta el biopic de Ip Man, sino que también documenta la vida de Er Gong y su padre; otros grandes maestros de las artes marciales. Lo que denota una gran admiración hacia las mujeres por su contribución a esta forma de vida, que dejan intuir que posiblemente la mayor de las leyendas debiera ser Er Gong.

Esta producción gigantesca de cuatro años de rodaje y otros cinco de preproducción es tan meticulosa en su forma que deja sin aliento. Cada uno de los planos planteados por Wong Kar-wai y su director de fotografía Philippe Le Sourd, llegan a un extremo espeluznante donde cada fotograma es una auténtica obra de arte. Sin descanso, sin tregua, los 130 minutos de este prodigio son tan enérgicos, explosivos y cargados de belleza que te dejan una gran sensación de admiración. Posiblemente por su largo rodaje, pero es difícil encontrarse con una película tan cuidada en cada uno de sus medidos planos.

No se puede obviar la grandilocuencia de las secuencias que ha configurado el excelente coreógrafo de acción Yuen Wo Ping (Matrix, Kill Bill…), que se podrían calificar de prosopopeyitas, pero que hacen que te agarres fuerte a la butaca y te dejes atrapar con tan exquisito ejercicio, destacando sin duda la secuencia inicial bajo una torrencial lluvia que deja unas poderosas imágenes mezcladas con el ritmo de montaje rápido, propios de la acción, con imágenes superlentas de puños cortando la lluvia y movimientos danzarines sobre un caudaloso escenario. Solo hay que añadir, para imaginar hasta que punto se habrá cuidado estos precisos y preciosos instantes, que el rodaje de dicha secuencia fue de 30 días.

Tal devoción solo puede darse en gente que adora su trabajo, como así expresa Tony Leung (Ip Man), un actor habitual de Wong Kar-wai que ha estado entrenando diez años con maestros de Kung Fu para poder acercar su personaje a le realidad. En el resto del reparto hay que destacar a Ziyi Zhang (Er Gong), por como siempre dar belleza a sus personajes; y a la interpretación de Chang Chen (El Navaya), aunque su personaje quede algo desdibujado en el montaje final.

Hacer un nuevo hincapié en el director de fotografía Philippe Le Sourd, quizás solo conocido por Siete almas (2008) y Un buen año (2006), y con una filmografía por ahora poco extensa, donde predominan los cortometrajes. Habrá que tener muy en cuenta en los años venideros lo que nos puede ofrecer este maestro que ya se ganó al director hongkonés dejando atrás a su inseparable y no menos genuino director de fotografía Christopher Doyle. Las puestas en escena son muy medidas, apurando en los límites de la cercanía para que cada composición sea geométrica y llena de hermosura. El trabajo con la luz es exquisito ganando puntos de luces en los rostros cálidos contrastados con los vestuarios y fondos. Y muy a tener en cuenta la elección de unos planos con pocos movimientos dejando atrás la actual manía de algunos cineastas en realizar giros artificiosos para no contar nada.

The Grandmaster demuestra hasta donde llega el talento y el corazón de cada una de las personas que han intervenido en su creación. Es tan grande, tan devota y tan absorbente, que estamos ante un nuevo estilo fílmico que ya empezó a marcar su compatriota Zhang Yimou, donde el poder de la imagen está por encima de la historia. Este film ha de ser visionado desde la mirada artística, aparcando a un lado el guión que no más que una documentación ficcionada. Hay que abrir bien los ojos y el alma para enfrentarte a cada segundo de estas magníficas imágenes. Es un cine que pide abrirse camino, pide ser grande por sí mismo, por lo que contienen sus elementos artísticos en conjunción con la imagen y el sonido. No es que hayan querido despreciar la historia, todo lo contrario ya que la enorme documentación que el mismo director realizó encierra un enorme número de años y numerosas entrevistas a diferentes maestros de las artes marciales. De hecho, en la historia queda latente un enorme respeto por el honor y el contenido filosófico que encierra la praxis de este tipo de artes, ya que se podría decir que la ejecución de esta obra es pareja a las propias artes marciales. Contienen una historia y una filosofía, encierran sabias palabras y códigos, pero cuando ves su ejecución, la imagen de tan atractivo acontecimiento se apodera de todo lo anterior.

The Grandmaster es un film sobre los grandes maestros de las artes marciales ejecutado por uno de los grandes maestros de lo cinematográfico.

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Miguel Ángel Postigo

@miguel_postigo

@columnazerocine

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