CRÍTICA CINE: HOME, HOGAR DULCE HOGAR

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Una crítica de Adrián Abril para ColumnaZero Cine.

Asteroides y esteroides.

Los Boov, una sociedad nómada de adorables alienígenas que cambian de color en función del estado de ánimo, invaden la Tierra y aíslan a los seres humanos en acogedores campos de concentración. Pero Oh, un simpático y obtuso Boov que anhela encontrar un amigo, pone en riesgo la supervivencia de la especie. Movido por el deseo de enmendar el error cometido, Oh emprende una travesía planetaria en compañía de una cautelosa adolescente humana.

Home es una curiosa combinación de ternura y exuberancia audiovisual. Tras el final de la película, el espectador adulto entra en un estado de desasosiego, entre el candor del niño y la resaca del adolescente. Home es una especie de golosina demasiado dulce, una seta alucinógena con sabor a frutas del bosque, una sustancia estimulante para estómagos ingenuos, un relato infantil convencional con sobredosis de esteroides.

El guión del film cuenta con propuestas imaginativas y surge de una idea original: la diligente invasión del planeta Tierra por unos extraterrestres tan inofensivos que disparan pompas de jabón. Sin embargo, el relato pierde pronto la frescura a causa de una estructura narrativa tan simple que la película necesita tres finales consecutivos para lograr una hora y media de duración. Como acostumbra a suceder con las historias que terminan en diversas fases, cada final pierde vitalidad con respecto del anterior, como un eco tedioso que decide persistir.

CRÍTICA CINE: HOME, HOGAR DULCE HOGAR

Desde un punto de vista formal, contrasta el diseño sencillo, redondeado y dinámico de las animaciones con un uso desmesurado de los colores, los sonidos y la música. La estimulación sensorial en Home es tan acentuada que hasta los espectadores sin epilepsia sienten la tentación de convulsionar. La música impone las emociones que debe sentir la audiencia en cada momento, como en un experimento de condicionamiento clásico. Por regla general, los seres humanos poseemos mayor inteligencia que los perros y, en consecuencia, los modelos de estímulo-respuesta nos resultan aburridos. Además, la selección musical, plagada de ritmos electrónicos, serviría como el repertorio de una rave apta para menores de edad.

Existe un eterno debate sobre la necesidad de difundir valores morales en las obras destinadas a un público infantil. Series como Bob Esponja son cuestionadas a menudo por una supuesta falta de rigor ético. Unas acusaciones que, en mi modesta opinión, carecen de fundamento. ¿O acaso es sensato que la ficción infantil deba ser evaluada por el único criterio de la moralidad? ¿No son también relevantes cualidades como la imaginación, el humor o la capacidad de divertir a los niños? Además, pese a la creencia popular, los episodios de Bob Esponja poseen un componente educativo que los creadores disimulan con bromas delirantes, tramas psicodélicas y juegos visuales. En cambio, en Home la propuesta ética resulta obvia: el entendimiento mutuo y la amistad son el mejor método para la resolución de los conflictos. Una idea que la película desarrolla por medio de diversas alusiones a problemáticas geopolíticas de la actualidad como la emigración, los movimientos de refugiados o el conflicto de la Franja de Gaza.

El film de Tim Johnson (también director de la ingeniosa película Antz) mantiene un tono agradable y tierno gracias a la cómica presencia de los Boov, pero el gusto por una hiperestimulación audiovisual deteriora el resultado. Por desgracia, en la película la suave melodía inicial, compuesta con maestría, termina ahogada por el estrépito.

Adrián Abril (@PublioElio_)

@ColumnaZeroCine

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