
La Emoción de una Pasión.
Llega a las pantallas Encierro, la película dirigida por Olivier van der Zee acerca del sentimiento que late en las personas que cada año arriesgan su vida durante tres minutos ante el respeto de la bravura de los singulares toros de Lidia.
Con la ayuda del pamplonés Enrique Urdánoz, co-productor de la película e impulsor del proyecto, el director ha conseguido a través de la construcción de los noventa minutos de película y bajo el sistema estereoscópico más conocido como 3D, adentrar al espectador entre las barreras que marcan el camino desde la Cuesta de Santo Domingo hasta la entrada a la Plaza de Toros. Un recorrido de 849 metros en el que se llegan a concentrar miles de personas unidas por un mismo sentimiento.
De forma positiva, surge una emoción de angustia y frenesí en el espectador al conocer a algunas de las personas para las que el encierro de los San Fermines comprende un rito vital al cual acudir cada año. Este hecho se magnífica con el contraste de los testimonios de corredores de Pamplona, Madrid, Gales o Nueva York, que llevan corriendo los encierros más de cuarenta años y para los que su vida demanda la pasión que conlleva el riesgo y su íntima relación con el toro, el protagonista de este film.
La película brinda la posibilidad de vivirlo en primera persona, de entender y homenajear la emoción de estas personas, su trayectoria y el origen de dicha pasión.
El hombre contra un animal que pesa seis veces más que él, cuya fortaleza es equiparable a la de un muro de hormigón. Un asesino que sino le respetas, puede matarte en cinco segundos de una sola astada.
Un proyecto que ha conllevado un trabajo de casi cuatro años de rodaje con un conjunto de medios de última tecnología bajo la cual el espectador entra en un mundo desconocido hasta ahora, sin correr riesgo alguno, pero viviendo el sentimiento del amor que tienen los corredores por el animal, por sus astas y su respeto hacia él. Un disfrute que gira alrededor del éxtasis, de la pasión, de la intensidad del momento. Que demuestra cómo detrás del toro existen un conjunto de valores como la tradición, la amistad y la nobleza.
“ Después de cuarenta años corriendo, cuando son las ocho menos dos minutos, me sigo preguntando qué hago yo aquí, por qué no estoy en mi casa durmiendo. Una vez que me enfrento al toro y siento esos segundos ante él, acaba el encierro y lo mejor es almorzar con los amigos para hablar de cómo ha ido. Desde entonces no puedo dejarlo.” Testimonio de uno de los corredores
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David López Fernández
@DavidLF_cinema