
El veterano Paul Verhoeven nos trae una película muy a contracorriente de su cine anterior, más conocido por sus blockbusters como Robocop (1987), Desafío Total (1990), Starship Troopers (1997) o el super éxito Instinto Básico (1992), la película que le encumbró en la industria cinematográfica de Hollywood.
La peculiaridad de Paul Verhoeven es que siempre ha sido un director sin pelos en la lengua, en todos sus filmes hay mucho de sus obsesiones personales, de un estilo propio que se palpa en el guión, en el carácter de los personajes. Indudablemente, hay un estilo Verhoeven, y su última película y ganadora de dos Globos de Oro, Elle (2016) no se sale de la norma.
Elle ha ganado dos de los premios que avanzan la quiniela para el Oscar, los Globos de Oro: uno ha sido a la mejor actriz dramática para Isabelle Huppert, el otro ha sido el de mejor película extranjera (Elle tiene producción francesa). En cuanto al segundo premio, querer apuntar a una cinta tan transgresora como posible ganadora del Oscar a la mejor película extranjera es demasiado aventurado, habida cuenta del gusto de los académicos por los productos exóticos y de carácter marcadamente social -hecho que no cuenta a la hora de otorgar premios a producciones norteamericanas. En lo que respecta al segundo premio, se han dado casos en los que un actor extranjero en una producción foránea ha obtenido un galardón como ese pero también parece improbable que el premio no se lo den a una actriz norteamericana. Aún así, el trabajo de Verhoeven, Isabelle Huppert y todo el equipo de Elle ha sido recompensado con estos dos importantes premios.
Michèle (Isabelle Huppert) es una exitosa ejecutiva de una empresa de videojuegos. Una tarde es asaltada en su propia casa. La agresión desembocará en una búsqueda obsesiva de su agresor, preparando una violenta venganza contra él. Esta búsqueda provocará la revisión de toda su vida personal y profesional, numerosos personajes saldrán al paso para crear subtramas paralelas que harán que el espectador juzgue su forma de vida, más allá del hecho sucedido. Paul Verhoeven deposita en Isabelle Huppert la mayor parte del peso de la película, un drama que a veces coquetea con la comedia, y que sin la actriz francesa, experta en papeles turbulentos y retorcidos, nunca hubiese visto la luz. De hecho, Paul Verhoeven se planteó la posibilidad de rodar la película en Estados Unidos pero la imposibilidad de encontrar una actriz con renombre para encabezar el reparto -y obtener la suma necesaria para iniciar la producción- desembocó en la decisión de rodar la película en Francia.
Elle es una película eminentemente «feminista», pero matizando este término, no nos encontraremos en ella un alegato contra el hombre machista y abusador, sino sobre la superioridad de la mujer en un mundo en el que el poder del hombre se está derrumbando. Michèle muestra una capacidad de manipulación que raya lo nihilista, inmoral, a pesar del abuso sufrido y del trauma infantil que sale a la luz durante la película. La posición de Michèle es la de una devoradora, un auténtico tiburón que únicamente ha sido herido por el arpón de un cazador, pero que devuelve el golpe en una jugada maestra en la que ni se despeina. Y cuando decimos esto también queremos señalar al nihilista ambiente de clase alta en el que el personaje se mueve, recordándonos a aquellos retratos de la burguesía francesa que son tan del gusto de Claude Chabrol.
En definitiva, Elle es una película que no debe faltar en nuestro repertorio de filmes de 2016, pese a que los Globos de Oro le hayan investido de una carrera comercial que se extenderá a 2017. Solamente por visionar el retorno de Paul Verhoeven a la gran pantalla después de diez años sin estrenar ninguna película, o de contemplar de nuevo a la poderosa Isabelle Huppert en un papel que le va como anillo al dedo, ya vale la pena. Elle es perturbadora, retorcida y amoral, un artefacto de precisión en manos del director holandés que controla a la perfección para arrojarnos a la cara un mensaje muy potente: los verdaderos monstruos están entre nosotros, los convencionalismos sociales son estructuras creadas ad hoc para que muchos de ellos puedan ocultarse.
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Alfredo Paniagua
@columnazero