CÓMO SOBREVIVIR A LA SONDEOMANÍA EN CAMPAÑA ELECTORAL

Un artículo de Cenzo A.del Haro para ColumnaZero.
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Un artículo de Cenzo A.del Haro para ColumnaZero.
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Desde las pasadas elecciones europeas, el CIS se ha convertido en un protagonista activo de la vida política y mediática de nuestro país. Con la publicación del último barómetro de abril e iniciada la campaña para las municipales y autonómicas, reflexionamos sobre la influencia de las encuestas y cómo evitar sufrir de sondeomanía.

El barómetro del CIS no ha sido ni será la última encuesta que aparecerá durante los próximos días antes de la jornada electoral. La campaña ha dado comienzo, la sondeomanía llega a los medios y el carrusel de titulares está en marcha: “El PP pierde fuerza y el PSOE recupera posiciones”; “PODEMOS toca techo electoral”; “El CIS de abril confirma la muerte del bipartidismo”; “Ciudadanos emerge y acusa la caída de PODEMOS”; “Pedro Sánchez, el líder mejor valorado”… Poco importa que estemos en elecciones locales y autonómicas; hace tiempo que el foco de la noticia se centra en la carrera hacia la Moncloa, en la cursa de dos, tres o cuatro listas donde lo importante, lo que vende, es saber si el PP dejaría de ser la fuerza más votada, si el PSOE se recupera, si PODEMOS tiene opciones de tocar Gobierno y cuánto más va a subir Ciudadanos. La foto fija del CIS de abril parece indicar que avanzamos hacia un escenario donde son estos cuatro partidos quienes se reparten más del 80% de los votos, distribuidos en dos bloques de proporciones dispersas: PP y PSOE empatados por encima de la tabla y PODEMOS y Ciudadanos, también empatados, más abajo. Incluso hay algún vidente que dice que el futuro puede ser una competencia directa a cuatro, cuatro fuerzas de igual tamaño facilitando y dificultándose el poder absoluto. En cualquier caso la realidad que afloró en las urnas europeas y se confirmó en las andaluzas parece tener su reflejo en los barómetros.

En las elecciones al Congreso del año 2000 al 2011, PP y PSOE se repartían entre el 75% y el 83,8% de los votos a candidaturas; ahora es probable que no lleguen a aglutinar ni el 50%. Si estos resultados los tomamos como una tendencia, como una herramienta para comprender la profundidad de los cambios que se están produciendo en el sistema político, no deberíamos de sustituirlos por la realidad ni jugar al alarmante y peligroso juego estratégico de simplificarla en un titular. La realidad sólo se establece en las urnas; lo demás es una mera distracción que sólo sirve para que el político, ávido de apoyos, estructure su discurso con, por y para la opinión pública, que suele confundirse con la opinión publicada, que no es lo mismo.

Vivimos en un tiempo políticamente convulso y la incertidumbre en la calle es manifiesta. Esto parece justificar que los medios de comunicación exijan sin cura la estimación del voto y se precipiten en tomar predicciones como verdades. Se debería de tener en cuenta de que los medios de comunicación son empresas privadas, y como tales, tienen intereses económicos y políticos que no son neutrales. En campaña electoral estos intereses se muestran todavía más nítidos. Suele ser aceptado que la línea editorial de cada publicación tenga un marcado corte ideológico. Los ciudadanos saben a qué atenerse cuando escogen leer determinados periódicos. Cuando un medio publica un sondeo y realiza la lectura de la estimación del voto, datos que sólo pueden obtenerse “cocinando” las respuestas de los encuestados, está participando activamente en la arena política, repetimos, con unos intereses muy marcados, con lo cual deberíamos acercarnos a los titulares desde una posición crítica, debatir por qué publican tal encuesta en tal momento y preguntarnos qué nos quieren decir en vez de buscar ansiosos y aceptar los datos de estimación. Cabe recordar que encuestas previas a las elecciones europeas que indicaban el auge de PODEMOS no fueron publicadas y las que sí lo fueron no mostraban aparición alguna del partido de Pablo Iglesias –con lo que hay una decisión detrás en no informar sobre determinados resultados-. El resultado de las urnas frente al de las encuestas publicadas dio lugar al mito ya conocido sobre la irrupción por sorpresa de la formación en el sistema electoral y la cantinela de que las encuestas siempre se equivocan. Las encuestas, y a favor de los institutos demoscópicos, no se equivocan. Se equivoca el uso que se les hace, cuando pasan de ser un mero observador para convertirse en protagonista activo de la política; cuando la noticia es, en sí, la aparición de una nueva encuesta que muestra el descenso de escaños de tal fuerza o la desaparición en el arco parlamentario de cual color.

Para evitar caer en este baile que se nos ofrece en campaña electoral, lo primero que deberíamos de hacer frente un sondeo, antes de buscar valoraciones de líderes o simpatía de voto, es leer la ficha técnica. Ella nos dirá si merece la pena seguir con la lectura o será mejor pasar a los crucigramas. Uno de los datos relevantes es que el margen de confianza no supere el 5%. La credibilidad que le tenemos que dar a la encuesta la debe marcar esa cifra y no nuestra voluntad. El CIS de abril tiene su margen en el 4,5% siendo el error real de +-2%, lo que nos dice que la credibilidad está casi al límite, y que cualquier dato que nos dibuje debemos de hacerle bailar en un margen de dos puntos más hacia arriba y hacia abajo. ¿Qué quiere decir esto? Que si miramos el voto declarado por los encuestados, un dato real y no cocinado –de hecho en Alemania sólo se permite la publicación de este resultado y no las estimaciones-, y lo movemos dentro del margen que nos pone en la ficha técnica, vemos que tanto PSOE como PP como PODEMOS como Ciudadanos tienen la misma fuerza electoral –PSOE 15,4%, PODEMOS 13,6%, PP 13,5%, Ciudadanos 10%-.

Otro dato sería el porcentaje de indecisos y no sabe/no contesta. Este último CIS nos da una media de un 23% de encuestados que no responde, una cifra dentro de lo habitual en España, cifra que también nos debería de recordar la diferencia que ha habido siempre entre los resultados de los sondeos y los de las urnas, con lo que se debería de ser cauto en la lectura. Preguntas con cerca de un 40% de no respuestas anulan las conclusiones que podamos obtener.

Por último quisiéramos reflexionar sobre la influencia de las encuestas y su publicación como el epicentro del debate electoral. Los sondeos condicionan el comportamiento electoral. De hecho en nuestro país está prohibida la publicación de encuestas durante la última semana de campaña electoral. La influencia sobre el elector es clara. Las encuestas publicadas previas a las elecciones generales del 2000 indicaban una mayoría del PP que desmovilizaron a votantes socialistas y que dio como resultado una mayoría absoluta de los populares. Por otro lado, las previas a las de 2008 indicaban un menor apoyo al gobierno de Zapatero del que realmente tuvo. Hubo un efecto de arrastre de votos hacia su candidatura como candidatura ganadora, el llamado efecto Bandwagon o carro ganador. Las preguntas que nos hacemos es si las encuestas puedan estar arrastrando votos hacia Ciudadanos como fuerza que actualmente está sumando más apoyos y crezca más de lo que se nos indica; o si PODEMOS sea beneficiario de un efecto Underdog, ahora que parece perder fuelle, y arrastre votos intuyéndose perdedor y acabe ganando. El CIS, de momento, ya muestra la aparición de ambas fuerzas en todos los parlamentos autonómicos, muy al contrario de IU y UPyD cuya no aparición en el reparto de escaños pueda etiquetarles como voto inútil y los sondeos estén haciendo la vez de féretro político.

Las encuestas y la campaña se han convertido en noticia en sí misma; la relación entre los candidatos y el electorado se canaliza a través de los medios de comunicación y siempre en base a la opinión publicada por los sondeos. Nosotros, que somos opinión pública, debemos de saber dónde está el límite de lo que resulta interesante y relevante, qué podemos obtener de la demoscopia y saber que lo importante en la campaña que ha empezado no es tanto quién gana un punto más o menos como saber cuáles son las propuestas, los programas y los candidatos.

Cenzo A.de Haro

@cenzoadh

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