Huellas de la barbarie.
Efectivamente, Barbara carece de acento, y no es cuestión de capricho del autor, sino la observación objetiva del fruto de tal fenómeno antisocial como fue la II Guerra Mundial y el nazismo durante la primera década del siglo XX. Así nace la protagonista de la sexta obra cinematográfica del director alemán Christian Petzold, un director que tras ganar el Oso de Plata como mejor director del 2012, consigue debutar en España con esta asombrosa película.
El arte ha sido el recurso más cercano del ser humano para esbozar a lo largo del tiempo los recuerdos de la memoria histórica con el fin de reinterpretarlos e intentar darles cavidad en el efímero presente. España es un claro ejemplo de como la Guerra Civil es revivida cada año por directores, escritores, fotógrafos, etc, para rememorar y transmitir cuantiosas historias que sucedieron en este inhumano periodo.
Sin embargo, Petzold, rompe la línea del belicismo nazi para retratar como este período ideológico repercutió en la sociedad germana. Una crítica sobre cómo treinta años después de la caída del Imperio Austrohúngaro, Alemania, que se encontraba dividida en dos por el muro de Berlín, vivía semejante conflicto. En esta desdichada situación conocemos a Barbara, una doctora que estuvo presa en Berlín Occidental y al ser puesta en libertad es mandada al hospital de un pueblo de la RDA. Allí se nos presenta un hermetismo compacto controlado por la RDA, donde la enigmática Barbara parece pretender comenzar una nueva vida. Sin embargo el control constante por parte de la RDA y la figura de André en yuxtaposición a Barbara comienzan a enfrentar los ideales de la protagonista. André establece el equilibrio dentro de una sociedad marcada por la barbarie y la RDA, conformando un punto aleccionador para el espectador al mostrar que existe un halo de esperanza, de bondad y de amor en las almas corrompidas por la guerra.
Dentro de la dirección de Petzold es interesante la manera con la que representa la soledad de Barbara en confrontación con la naturaleza. Una naturaleza viva que es amenazada constantemente por la agitación del viento. Una naturaleza inestable que como Barbara, vive intranquila en las tierras germanas. Retrato de personajes marcados por su pasado, que junto a la tendencia naturalista tan íntima a la formación de Petzold y a sus compañeros de generación, han creado un conglomerado cinematográfico muy propio del cine alemán. Es interesante la sencillez con la que el cine alemán narra las historias, con pinceladas suaves pero bien marcadas. Diálogos justos, con pocos personajes, pero con un desarrollo de la trama construido de forma magistral. Sabiendo como atraer la atención del espectador desde el comienzo de la obra, y narrándole el texto con la mayor sutileza desde una perspectiva muy de suspense, como si de una obra de Alfred Hitchcock se tratara.
La dureza del film de Barbara es la verdad, sobre como una de las repercusiones provocadas por un hecho histórico como la II Guerra Mundial, genera un individualismo construido sobre la desconfianza y el miedo, sobre el abuso y el trauma. Una relación de recuerdos que todos quisieran poder borrar dentro de una sociedad rota y marcada por su pasado.
La mayor desgracia, no es que el hombre siga narrando su pasado y las marcas de la guerra, sino que el hombre no aprende y sigue persiguiendo los conflictos armados pensando en muchos factores cuya última pretensión es la vida.
David López Fernández
@DavidLF_cinema