A Madrid le gusta acoger para conocer y mostrar después. Por eso, en ColumnaZero recopilamos cinco restaurantes de cocina internacional imprescindibles en la ciudad.
Madrid siempre dice que Madrid tiene de todo, pero porque es verdad. Madrid es «disfrutona», le gusta alardear de lo que tiene y, sobre todo, aprovecharlo. Los madrileños salen, salen mucho y, en general, salen bien. El gusto por los bares, tabernas y restaurantes es indiscutible; por eso hay tantos, tan buenos y variados y para todos los bolsillos. Y una de las cosas de las que más nos aprovechamos los que nos gusta comer es del poder probar sabores y productos de cualquier parte del mundo. Sí, porque a Madrid también le gusta acoger para conocer y mostrar después. Por eso, para que aprovechemos lo que tenemos, ColumnaZero recopila cinco restaurantes de cocina internacional en Madrid a través de los que hacerte una idea de qué se come, dónde y de los que, por encima de todo, disfrutar probando, disfrutar comiendo.
Thai Orchid. Cocina tailandesa. Calle Colmenares, 5.
Un lugar en el que disfrutar de innumerables sabores y recetas es Tailandia, un país que come de todo y que, por ejemplo, tiene a la brocheta como una de sus señas de identidad. De carne, pescado e, incluso y como no, de insectos. Del picante de los chiles al dulce de la leche de coco, sabores que se utilizan a menudo con ingredientes similares para cambiar completamente los platos.
Para probarlo todo, una buena opción es Thai Orchid, un acogedor restaurante que te acerca específicamente a lo que es la gastronomía de este país asiático tan de moda en España. Para no compartir, porque lo querrás todo para ti, están las brochetas de pollo Kai Satee (marinadas en leche de coco y hierbas y acompañadas de salsa de cacahuete); la sopa de langostinos, algo picante, Tom Yam Kung; los archiconocidos tallarines pad thai (con cacahuetes, verduras y pollo -Pad Thai Kai- o langostinos -Pad Thai Kung-); el Kai Pad Med Mamuang, pollo salteado con piña y anacardos; y los langostinos al curry rojo. Pollo y langostinos, pollo y langostinos que no cansan.
Tanta. Cocina peruana. Plaza del Perú, 1.
La gastronomía peruana es el resultado de la mezcla de numerosas culturas y sus respectivos sabores. A la cocina tradicional indígena se le incorporaron, por colonización, esclavitud o inmigración, sabores, productos y tradiciones de numerosísimos lugares muy diferentes entre sí: españoles, africanos, chinos y japoneses. De este modo, para muchos, Perú es un gran diamante gastronómico.
Sin duda, un buen lugar de la capital para conocer la cocina peruana es Tanta, creado por el archiconocido y prestigioso chef Gastón Acurio. Este restaurante convierte, a través de tu paladar, a un país como Perú en un mundo. Ceviches, tiraditos, lomos saltados, causas, makis o anticuchos, pedazos de carnes o pescados macerados y a la parrilla entre las que destaca la estrella de Perú: el de corazón de ternera. En Tanta todo está riquísimo, pero, como mínimo, preparan un par de platos que marcan: los ceviches (el Mixto del menú degustación es una explosión de acido y picante que no se olvida) y los tiraditos (el Japo, también del menú degustación, es una loncha de atún rojo laqueado con una miel de maracuyá que nunca querrás que se acabe). En su web desglosan la carta para que veas de qué cultura procede cada plato. ¡Ah, y hay otro en Barcelona!
Shukran. Cocina libanesa. Calle Alcalá, 62.
Otra opción son los sabores árabes, entre los que se sitúa la gastronomía libanesa, que también tiene influencias de la turca y elementos mediterráneos, como una de las más apreciadas. Las verduras, las hortalizas y la carne se emplean para preparar platos como las ensaladas Tabulé (preparada con perejil, tomate, hierbas y zumo de limón) y Fatoush (de hortalizas típicas mediterráneas aliñadas con menta, limón y pan de pita frito y crujiente); los Kebbe, una especie de empanadillas de carnes y sésamo; el Fatayer, empanadillas de carnes, quesos o algunas verduras; y el hummus y el mutabal, cremas de garbanzos y berenjenas respectivamente.
Un buen sitio para probarlos es cualquiera de los restaurantes Shukran, de estilo moderno. Ensaladas fresquísimas, muy buenas empanadillas y el hummus y el mutabal, de una textura y suavidad de diez. La pastela y la musaka tampoco se quedan atrás, así como los rollos de carne que completan uno de los menús de degustación para hacerte salir rodando. Uno de los restaurantes está en la propia Casa Árabe de Madrid, con lo que esto significa. De visita obligada.
Tandoori Station. Cocina hindú. Calle Ortega y Gasset, 89.
La india es tan grande que en sí ya es una mezcla enorme de muchos pueblos, etnias y culturas que recibieron aportaciones de otras muy distintas como la portuguesa o la anglosajona. Esto se observa en la gastronomía hindú, un compendio de sabores y alimentos que componen una gastronomía riquísima. Arroz, cereales, legumbres, carnes, pescados, semillas y especias, sobre todo especias. Y, por supuesto, no todo es picante. Dos elaboraciones clave son los chutneys, mezclas de especias y/o frutas que acompañan, y los curris o salsas especiadas de muchos sabores diferentes; pues esto es en realidad lo que son, no un sabor concreto.
En Madrid está Tandoori Station que, por deliberación general y con la aprobación de Chicote, es el indio de indios de la capital. Un restaurante al que el nuevo chef de la tele puso como ejemplo de hindú en Pesadilla en la cocina. Los curris son espectaculares, por ejemplo el clásico de pollo Tikka Massala o el Vindaloo, también de pollo y tan picante que es sólo para estómagos de fuego. Imprescindibles sus platos cocinados al tandoor, de donde toma su nombre el restaurante, y que es un horno de barro que siempre deja la comida jugosa.
Taberna búlgara. Cocína ídem. Avenida de Peña Prieta, 82.
Bulgaria, situada en la península de los Balcanes, tiene mucho de la cocina mediterránea, aunque el país no tenga salida a este mar. También, por proximidad, los turcos aportaron lo suyo a la dieta de la zona. En Bulgaria, donde nos atañe la cuestión más concretamente, comen de todo. Desde ensaladas frescas de pimiento, pepino, yogur y quesos, muchos quesos distintos, a embutidos y fiambres, pasando por guisos de ternera, pollo, cordero y cerdo.
Los búlgaros también comen las carnes y salchichas a la brasa, y en la Taberna Búlgara de Madrid las hacen muy bien. Grandes brochetas se cocinan en unas brasas de vez en cuando llameantes que te avisan nada más entrar. «Eso tiene que estar bueno», piensas. Y lo está. Con macerados típicos y tras comerte alguna ensalada o sopa fresquita y algo de queso rebozado acompañado con una cerveza o vino búlgaros, tendrás un principio de noche de viernes fetén. Ah, y la baklava es de las de verdad.
Pablo Cañeque
