El auge de la pasión cervecera a nivel global viene determinado por una renovación constante que busca sorprender; para Alhambra el proceso de elaboración se eleva a la categoría de arte. Por ello celebró el pasado 10 de diciembre su fiesta clandestina más famosa en el centro de Madrid.
Nuestro país ha sido siempre un gran consumidor de cerveza, y lejos queda ya esa vieja tradición de relegar dicha bebida al verano. Se buscan nuevos matices, nuevos sabores y nuevas formas de impactar. Muchas cervezas artesanales se convierten en un producto exclusivo, pero también efímero. ¿Y si nos enamoramos de una cerveza en concreto? Quizá una vuelta a los orígenes puede ser una buena forma de sorprender; de hecho, así lo hace Alhambra Reserva 1925, un viaje al origen de Alhambra. Una cerveza única, una extra lager con aromas inconfundibles y un ligero dulzor que agrada incluso al amante de los sabores más amargos. Y en una botella de cristal verde coronada por un tapón de corcho, un envase espectacular también inspirada en las primeras botellas de la marca.
Seguramente nuestras buenas sensaciones también tuvieran mucho que ver con la fiesta clandestina donde tuvimos el placer de disfrutarla. Un gran espacio abierto donde a pesar de la música en vivo, de la pintura y del maravilloso catering a cargo de Samantha de España (Samantha Vallejo-Nájera), la cerveza fue la gran protagonista. En los diferentes mentideros y corrillos se debatía cual era el mejor plato; los gustos siempre salen a escena, pero lo cierto es que nadie, absolutamente nadie soltó su botella de 1925.
La apuesta por una cerveza cuidada, mimada y pensada al detalle es producto del buen gusto. De la pasión por agradar y el arte de saber hacerlo como nadie. Y si aún no has probado esta edición especial de Alhambra es que aún tienes mucho #artepordescubrir
Equipo ColumnaZero
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