¿Cuántas veces habremos escuchado o dicho esa frase? Es muy recurrida cuándo alguien dice o hace algo que nos molesta y, ni cortos ni perezosos lo mandamos “ó carallo” como dirían los gallegos. Sin embargo, ¿quién sabe realmente de dónde viene la expresión?
Si buscamos en el diccionario dela Real Academia Española el significado propio de la palabra “carajo”, la primera acepción que aparece es la de miembro viril y a continuación le siguen una retahíla de interjecciones y lociones referentes al término, pero ninguna explica el porqué de esta expresión, pilar fundamental dela Lengua Española.
Para averiguarlo nos remontamos siglos atrás, en la época dorada del Imperio Español, tiempo de hallazgos marítimos y asentamientos coloniales. Impresionantes carabelas surcaban el Atlántico dónde los vigías ojeaban el horizonte en busca de señales de tierra. Lo hacían desde una canastilla situada al final del mástil, a la que los marineros (por su semejanza con el órgano sexual masculino) terminaron por llamar CARAJO.
Como castigo y a consecuencia de una infracción cometida a bordo por un marinero, éste era enviado al carajo durante horas e incluso días. La sensación de movimiento lateral era tal, que los marineros salían mareados y atormentados.
Afortunadamente, estamos en el siglo XXI y la expresión no es literal ¿o sí? Habrá que preguntárselo a los marineros…
Equipo ColumnaZero
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