
Vitoria en una escapada.
El pasadizo es bajo y oscuro. Un casco protege nuestras cabezas de los golpes con la fría piedra que data del siglo XIII. Cascos que de poco nos hubieran servido en otra época, cuando la Catedral de Santa María de Vitoria servía de fortaleza de la ciudad. Ahora es patrimonio de la Humanidad pero mucho ha tenido que pasar hasta que podamos adentrarnos por sus intestinos. Sus problemas estructurales han provocado numerosas reformas. Trabajos que siguen vigentes hoy en día y que se pueden visitar. Esta construcción de estilo gótico se erigió sobre la antigua iglesia de la ciudad, por ella pasa el camino de Santiago y es uno de los monumentos imprescindibles de la capital de Euskadi.
Lo bueno de Vitoria es que puedes moverte por el anillo verde, o por sus calles en forma de cuadrícula, o por el empedrado casco histórico. Ahí se encuentra otro rincón con mucha historia, la Plaza del Machete. En ese lugar juraban su cargo los miembros del gobierno local y, sobre sus cabezas, pendía un machete. Ellos daban su palabra de que no iban a robar ni a beneficiarse de su cargo, bajo pena de que el machete cayera sobre ellos. Desde el siglo XIX al lugar se le bautizó con el nombre del Machete, quizá para que a nadie se le olvide en nuestros días lo que entonces se hacía con los que se pasaban de listos.
Es una ciudad de personajes, como Don Celedón, lo que ahora sería el alma de la fiesta en cualquier localidad, que en su caso llegó a convertirse en leyenda. Vigila diariamente la iglesia de San Miguel Arcángel, en la plaza de la patrona de la ciudad, la Virgen Blanca. Sobre ella, suspendido en un paragüas, cruza cada año en las fiestas de la ciudad hasta convertirse en un humano que ofrece el pregón. Solo con él la fiesta en Vitoria tiene sentido.
Green Capital
El paragüas seguro que le hace falta a menudo porque Vitoria es una ciudad húmeda, constantemente tocada por la lluvia y el frío. Esa es una de las razones por las que se ha convertido en Capital Verde. Por eso y porque los vitorianos han decidido que quieren vivir entre árboles: se estima que hay uno por cada habitante de la ciudad. Los hay por toda la ciudad, entre carriles de coche, en medio de rotondas o amontonados en alguno de sus parques. A cada vitoriano le corresponden 42 metros cuadrados de zona verde, una auténtica gozada. Alguno de esos metros lo pueden encontrar en el parque de Salburua, una zona de lagunas y humedales de más de 200 hectáreas. Desde una de sus entradas, la principal, se encuentra Ataria, un edificio de madera que ejerce de mirador y que se funde con la naturaleza.
El verde ha llegado hasta a los edificios más modernos. El Palacio de Congresos Europa está atrapado por miles de variedades vegetales de la zona de Vitoria. Una obra polémica que se realizó, además de por lo estético y emblemático del lugar, para mejorar la alclimatación del edificio. Las plantas logran que se conserve mejor el calor en el interior del edificio, ahorrando en energía.
Para lo que un vitoriano no ahorra energía es para degustar. Carnes, chocolate, vinos de la rioja alavesa o txakolís. Y, cuando el producto, de primera calidad, se conjuga con buena mano, mejor que mejor. Lo probamos en el Gran Hotel Lakua, el único de 5 estrellas de la ciudad según apuntan desde el sitio. Allí comprobamos cómo sabe una ensalada de ibéricos con foie fresco y con langostinos, junto con vino local. También el atrevido diseño del crujiente de morcilla con salsa de boletus al Pedro Ximénez. Todo acompañado por un cóctel diseñado por Patxi Troitiño, un campeón nacional en estas lides. Entre bocado y bocado aprendimos la importancia que tiene para el hotel el ajedrez.
Nunca nos habíamos encontrado con un hotel que tuviera por bandera la defensa de un deporte como el ajedrez. Gran Hotel Lakua ha congregado a grandes figuras mundiales del ajedrez y este año se propone organizar el II concurso internacional de pintura ExpoChess 2016 y organizar el I Congreso Internacional por la Igualdad de las mujeres en el Ajedrez. El debate, según nos contó la directora del hotel, se centra en si las mujeres deben utilizar otras técnicas diferentes a la de los hombres para aprender a jugar, debido a que su nivel suele ser mucho más bajo. Varios estudios defienden que el cerebro funciona de forma diferente, algo que para ella no tiene sentido y que, a nosotros, humildemente, nos parece un debate un tanto casposo, casi tan antiguo como la Torre de los Varona.
La leyenda Varona
La familia Varona ha sido de las más influyentes en la zona, especialmente desde el siglo VII, donde comienza su leyenda. Pudimos escucharla en el interior de la torre de piedra, junto al último heredero directo de la familia. Con él, sin hijos, se acaba la línea familiar directa. Por aquel entonces María Ruiz Pérez, una miembro de la familia, se puso la armadura y se fue a pelear con sus hermanos para defender al rey de Castilla, Alfonso VII y ante el rey de Aragón, Alfonso I. Con Alfonso se encontró María y, tras pelear con él, fue capaz de derrotarlo y capturarlo. Tras la pelea Alfonso le dijo: «Habéis obrado, no como débil mujer, sino como fuerte varón y debéis llamaros Varona, vos y vuestros descendientes y en memoria de esta hazaña usaréis las armas de Aragón».
Con el último Varona termina nuestra fotografía de Álava y de Vitoria, la ciudad de los árboles, la baja contaminación, el anillo verde y la lluvia. Pero sobre todo la ciudad construida por personajes históricos, por sus leyenas y hazañas, piedra a piedra. La capital del pintxo y el txakolí, Cuchillería arriba, Cuchillería abajo. La vieja ciudad atravesada por pasadizos que, como bajo la Catedral de Santa María, te atrapan en unas líneas de la historia que aún no se ha dejado de escribir.
Equipo ColumnaZero
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