
La Sala OFF del Teatro La Latina, reconvertida en el espacio cultural La Escalera de Jacob, acoge durante los días 18, 19 y 25 de junio la obra ‘La ex de mi ex’. Producida por La Tetera de Madera y protagonizada por Jennifer Palencia y Mélanie Werder, ofrece una visión del panorama actual español en clave cómica a través de un extraño triángulo amoroso.
Víctor Feral se ha lanzado a la tarea de dirigir junto a Paloma Lorenzo la misma obra de teatro que escribió de su puño y letra. Se trata de ‘La ex de mi ex’, una comedia con tintes dramáticos en la que dos mujeres que aparentemente no tienen nada en común, comparten unas horas encerradas en un lugar que lo ha sido todo para ellas en distintos momentos de su vida. Las dos son más parecidas de lo que creen, aunque ni pueden, ni saben y tampoco quieren darse cuenta.
Teresa, una joven profesora con apariencia de chica buena, está en el salón de su casa, entre cajas, recogiendo los pedazos que le quedan de una vida que ya no va a volver. Después de tres años de aparente feliz relación, acaba de romper con su novio, Marco, al que llama Polo cariñosamente. Su desesperación aumenta porque no consigue contactar con él. Llaman al interfono, pero no es Polo, sino una joven llamada Sonia que quiere pasar al baño. Tras pensárselo dos y tres veces, Teresa consiente y hace pasar a Sonia, sin saber que no es tan inocente como parece en un primer momento. Ha entrado en escena una mujer recién llegada de Australia con mucha experiencia en los placeres terrenales y que representa un pasado que nunca va a volver.
Tan solo las dos jóvenes actrices Jennifer Palencia y Mélanie Werder llenan el escenario en la hora que dura la obra de teatro, que se reparte en tres actos diferenciados por el juego de luces. Ambas lo intentan y ponen toda la carne en el asador, pero los esfuerzos se diluyen, provocando que en ocasiones, el tono que imprimen quede demasiado exagerado y poco convincente, lo que hace perder puntos a la pieza.
Otro problema viene de la mano de la historia en sí. El texto comienza bien, con empuje, pero conforme pasa el tiempo se va perdiendo hasta contar algo que carece de mucho sentido. Pese a ello, y aunque al llegar al final se siente como que se ha llegado a un callejón sin salida, ‘La ex de mi ex’ tiene un punto que consigue que el sabor de boca no sea amargo, sino quizás agridulce. Un sabor relativo al reconocimiento de las historias como propias por parte del espectador.
En el apartado técnico, la escenografía es sencilla y perfecta para ambientar el salón de una casa que ahora está llena de nostalgia. La iluminación es correcta, mientras que el sonido, que tiene importancia en el desarrollo de la obra, está algo desmedido. El vestuario resulta un acierto para dotar a los personajes de mayor credibilidad, y en el caso de Sonia, ofrecer al espectador un punto de hilaridad. Es precisamente la risa que provocan tanto los diálogos, como las acciones y el vestuario, uno de los platos fuertes de ‘La ex de mi ex’.
Guillermo Álvarez
@columnazero