
Disfrutamos de la “edad dorada de las series de televisión”, nunca antes se habían producido tantas y de tal variedad temática. Las ficciones ocupan cada vez más espacio en la parrilla televisiva. Las cifras de espectadores se han visto incrementadas notablemente, obteniendo audiencias que eran impensables hace unos años. Ahora las grandes cadenas apuestan a caballo ganador, aumentan los presupuestos para producir series e invierten en grandes campañas de promoción. Esto se ve reflejado en la calidad de los proyectos, cuidándose cada vez más los detalles. La participación de estrellas consagradas de Hollywood o la presencia de directores “oscarizados” dirigiendo capítulos, se ha convertido en una agradable costumbre. ¿Quién se ha beneficiado de todos estos cambios? Sin lugar a duda el espectador.
Los reyes del cable
Durante años la HBO ha ido perfeccionando su fórmula del éxito: mayor calidad mayor audiencia; una receta marca de la casa y que le ha granjeado fama y respeto en el mundillo televisivo. AMC que últimamente se ha apuntado éxitos como Mad Men, Breaking Bad y The Walking Dead, o la cadena Showtime con la multipremiada Homeland, han sacado a la luz sus propias ficciones, intentando hacer frente al gran coloso de la televisión por cable. El resultado ha sido más que positivo, consiguiendo aunar éxito de audiencia y de crítica e imprimiendo a estos productos su propia seña de identidad. Es en este contexto es donde el showrunner se ha revelado como un valor al alza y de carácter diferenciador.
No, sin mi showrunner
Es entorno al concepto de autor tan común en el cine y en otras artes, donde surge y emerge la figura del showrunner. Es el encargado de mantener una coherencia estructural en la serie, de imaginar el universo que se desarrolla en ella. Si bien, casi todos los showrunner comienzan sus carreras profesionales como miembros de un equipo de guionistas, iniciando posteriormente sus carreras en solitario, su figura hoy en día trasciende más allá del simple acto de escribir. El showrunner dirige al equipo de guionistas, decide que actores y técnicos participarán, crea atmósferas, define el estilo narrativo, sigue el día a día de la grabación, toma decisiones sobre la marcha, e incluso rueda capítulos si su pericia se lo permite. La edición, postproducción y promoción tampoco se escapan a su control. Se podría decir que es un productor ejecutivo a pie de campo, de “trincheras”. Pero no todos se implican de igual manera en su obra, algunos ceden el testigo conforme avanzan las temporadas, otros en cambio, están presentes desde el principio hasta el fin.
Los ejecutivos de las cadenas otorgan al showrunner plenos poderes, intercediendo a su favor en conflictos con la estrella de turno si es necesario (Chuck Lorre vs Charlie Sheen) tienen claro que la función de estos es clave en el perfecto engranaje de la serie, y son conscientes de que el éxito o el fracaso de un proyecto depende en gran medida de ellos.
La lista de showrunners en activo es amplia, dentro del mundo de la animación tenemos a gente como Matt Groening creador de Futurama y Los Simpsons o el irreverente Seth Macfarlane autor de Padre de familia y Padre Made in Usa. También los hay que han cosechado sus éxitos en la comedia como Chuck Lorre con The Big Bang Theory y Dos hombres y medio. Aunque parezca, este no es un mundo poblado únicamente por hombres, no hay mejor ejemplo de esto que el de Shonda Rhimes que ha cosechado gran éxito con series como Anatomía de Grey, Scandal o Private Practice.
Matthew Weiner, Joss Whedon, Allan Ball, Aaron Sorkin, Charlie Brooker, Ryan Murphy o David Chase, son más nombres propios que conforman la lista de showrunners que triunfan en la pequeña pantalla, pero claro, como seres subjetivos que somos, cada uno tenemos nuestras propias “debilidades” y series de referencia.
David Simon

Si hay alguien, en el nutrido grupo de profesionales que habitan el universo seriéfilo que merezca el título de autor, ese es sin duda David Simon. The Wire y Tremme -sus trabajos más representativos- se han convertido por méritos propios en series de culto. Una se desarrolla en Baltimore, la otra en Nueva Orleans; ambas poseen diálogos poderosos, con personajes profundos y tramas complejas, series no fáciles de consumir, que requiere un esfuerzo del espectador y en donde la experiencia vital de su creador -periodista durante más de 20 años en Baltimore – esta siempre presente. El estilo realista, casi documental, son las señas de identidad de sus series. Sobre The Wire se han escrito ensayos, hecho seminarios e incluso estudiado como ejemplo en universidades, poco más se puede añadir de la serie que consagró a la HBO como la cadena de referencia en contenidos de calidad. Pero no son estas las únicas creaciones de Simon, suyas son también las miniseries Generation Kill, The Corner y la serie para la NBC, Homicide: Life on the Street.
Vince Gilligan

Comenzó su carrera como guionista en la mítica Expediente X de Chris Carter y siguió escribiendo en Los pistoleros solitarios –spin-off de Expediente X– Una vez cerrado este ciclo, decidió probar suerte en solitario, y lo hizo a lo grande con Breaking Bad.
Si Simon convirtió la ciudad de Baltimore en un personaje más en The Wire; Gilligam consiguió que Alburquerque, un lugar aparentemente sin mucho glamour, se convirtiera en un lugar de peregrinación para los seguidores de las serie. Y es que, el desierto puede ser un lugar con mucho encanto.
Breaking Bad es la obra de un autor en estado de gracia. Un guión sobresaliente sin apenas fisuras, con los arcos dramáticos de los personajes perfectamente desarrollados; lentamente pero con coherencia. Unos actores en sintonía con la historia y mimetizados con los personajes que interpretan. A pesar de que no deja de ser una historia mil veces contada, el ascenso y caída del héroe, Gilligan consigue plasmarlo de una forma muy personal y nunca antes vista en la pequeña pantalla.
Incluso el final, talón de Aquiles en tantas series, ha conseguido satisfacer a la mayoría de sus seguidores. El desierto, la luz, su BSO o esas “intros” de los capítulos, dan forma al universo Breaking Bad.
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J.J Abrams
A J.J Abrams hay que aceptarlo tal y como es, es decir, con sus excesos y sus guiones tramposos, llenos de giros imposibles. Si eres amante de la ciencia ficción o simplemente necesitas una escusa para engancharte a cualquier serie, Abrams es tu hombre. Saltos temporales, universos paralelos, constantes, observadores, y demás “pirotecnia” forman parte de los guiones de sus series. A él le debemos –quizás más a Lindelof y Cuse– esos míticos cliffhungers de Perdidos, que hacían al espectador subirse por las paredes. Además de ser el creador de la serie más mediática de la historia, es también la cabeza pensante de series como Felicity, Alias, Fringe o Alcatraz.
Hugo García