
Los relojes atómicos y sistemas informáticos conectados nos ayudan a no llegar tarde a la oficina, aunque la adaptación al nuevo horario corre por nuestra cuenta.
Afortunadamente, son solo dos veces al año las nos acostamos con el miedo de que debido al cambio de hora, el despertador no suene cuando programamos, y también afortunadamente eso ya no es un problema siempre que usemos el despertador del teléfono móvil. Pero, ¿cómo sabe el terminal que hay que retrasar o adelantar una hora el reloj?
Gracias al Protocolo de Red Horaria (NTP en inglés) se encajan los relojes de los sistemas informáticos, utilizando un algoritmo que sincroniza móviles, tabletas y ordenadores, utilizando un sistema de jerarquía de estratos de reloj, donde estos sistemas se sincronizan con un reloj externo. En la actualidad, los aparatos utilizan el estándar de tiempo UTC (Tiempo universal coordinado), digno sucesor del GMT ya que utiliza relojes atómicos y no la posición del sol para determinar y regular el tiempo y los relojes.
El cambio de hora y la vuelta al horario de invierno comenzó a generalizarse, aunque de manera desigual, a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para poder aprovechar mejor la luz del sol y consumir así menos electricidad en iluminación. Aun así fue Alemania el primer país en cambiar su horario anualmente en la Primera Guerra Mundial para reducir los costes de un carbón que podría ser utilizando en la contienda. Estados Unidos obligó durante la Segunda Guerra Mundial a todos los Estados a cambiar también el horario en verano, alegando los mismos motivos. En el resto del mundo se aplica como directiva desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años.
Sin embargo, tras la aprobación de la Novena Directiva aprobada por el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, desde enero de 2001 el cambio se aplica con carácter indefinido. En la normativa española se incorporó mediante el Real decreto 236/2002, de 1 de marzo. Así, el cambio de hora se produce el último domingo de marzo (verano) y el último de octubre (invierno).
Alberto Coves