
A pesar del anuncio de su cese el pasado mes de septiembre, Orsai ha sido una de las mejores iniciativas internacionales que se han desarrollado con la finalidad de acabar con los intermediarios culturales.
Esta es la historia de un argentino que se quedó a residir en España por amor y, al sentirse lejos de su familia y amigos, comenzó a escribir un blog: Orsai (que es una adaptación al español del término inglés offside, que significa “fuera de juego”). Lo que empezó siendo un conjunto de posts en Internet creció hasta que sus contenidos fueron publicados en forma de revista, e incluso llegó a erigirse como editorial. Así se iniciaba el proyecto llevado a cabo por el escritor Hernán Casciari, quien veía cómo editoriales y periódicos se aprovechaban de su éxito en el blog y se llenaban los bolsillos gracias a su trabajo. Se dio cuenta de que los autores no pueden comprobar cuántos ejemplares de sus obras se imprimen y se venden realmente; “hay que creer cualquier cosa que te diga la editorial”, aseguró Hernán en su blog.
Por eso decidió dejar de cederles a estas empresas sus historias, cuentos y novelas; deshacerse de los intermediarios. Desde entonces, inició lo que él mismo llamaba revista “imposible” o utópica. Con la colaboración de numerosos escritores crearía una publicación trimestral de carácter cultural en la que no hubiese participación de terceros, subsidios, publicidad… Contaría con una edición en papel y la difusión de un PDF gratuito días después para que, a pesar de los costes, todo el mundo pudiese disfrutar de la revista de forma gratuita. Este proyecto tuvo un gran éxito pre-venta; ya antes de su primera publicación y de darse a conocer los contenidos, miles de lectores encargaron el primer número. Su precio era de 16€ en Europa y 12$ en América (cantidades equivalentes a 15 periódicos).

Tras la buena aceptación por parte del público en diversos países del mundo, Orsai se convierte también en editorial con un propósito inquebrantable: no asfixiar al autor. Distribuía los números de la revista internacionalmente, sin comisiones ni intermediarios, y ofrecía a los creadores de las obras métodos tecnológicos eficaces para que pudiesen realizar un seguimiento de las ventas. Además se abrió un bar en Buenos Aires pensado como un “lugar de encuentro entre la gente que lee la revista”. Así, este proyecto, que en un principio podría parecer irrealizable, se fue concretando y la revista consiguió sacar 16 números. Sin embargo, las dificultades estuvieron siempre presentes y Casciari no tuvo más opción que anunciar el cierre de la revista por falta de ingresos tras esta última publicación.
Lo realmente importante es que esta iniciativa deja nuevas oportunidades para la creación y difusión de trabajos. Lo que comenzó como una idea individual ha acabado siendo un acontecimiento social a favor de la cultura libre y gratuita; ha creado una comunidad que apuesta por una nueva forma de concebir y difundir contenidos. Defiende que la industria cultural debe ser el resultado de las relaciones establecidas directamente entre lectores y autores, ser sencilla y honesta, sin que unos traten de sacar una ventaja excesiva de los otros y “sin nadie en el medio”, tal y como dice el lema de Orsai. A pesar de que la revista no se continúe publicando, Hernán Casciari ha revelado, aunque sin mucho detalle, que está poniendo en marcha un nuevo proyecto para este año.
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Raquel Vila Torres