
Con su pelo largo, cada vez más escaso y canoso como síntoma de la edad, 70 años, Neil Young visitará Madrid este verano. Será el 18 de junio, con un concierto en la Caja Mágica, como parte del festival Mad Cool. De esta manera, la capital será testigo de la música del canadiense cuando se cumplen cinco décadas de la publicación de su primer disco con sus colegas de la banda Buffalo Springfield.
Comenzaban los 60, la música se había vuelto loca provocada por el encumbramiento, unos años antes, de su primera superestrella, Elvis Presley. Los jóvenes se morían por ser como aquel hombre de tupé rígido y caderas de gelatina, que derretía a las chicas con su swing y rodaba películas junto a la bellísima Debra Paget. Empujados por aquel impulso nacieron los Beatles en el Liverpool obrero, y los Rolling Stones en Ealing, un desconocido barrio londinense en tierra de nadie. Menos glamour todavía tenía Winnipeg, una ciudad fría con nombre de mascota situada en el sur de Canadá, donde sonaron por primera vez los solos de guitarra de Neil Young.
En aquel modesta lugar, con 15 años Young formó con sus colegas de adolescencia la banda The Jades. Empezaron a dar conciertos en el instituto en el que estudiaban, el Earl Grey Junior High, y una vez acabada esa etapa, Young y el bajista del grupo, Ken Koblun, integraron una nueva banda, The Squires. Con la mayoría de edad cumplida, comenzaron a rondar por los pubs de ciudad y a sonar en la radio. Pero la aventura duró poco más de dos años y Neil Young emprendió su carrera en solitario a la vez que era parte de la banda The Mynah Birds. Es entonces cuando se produce el primer giro en la carrera del magnífico guitarrista. Él y su nuevo grupo se preparaban para grabar su primer álbum, sin embargo, el cantante, Rick James, fue arrestado por desertor y el proyecto no se llevó a cabo, conduciendo a la disolución de The Mynah Birds. ¿Qué podía hacer entonces Neil Young, un estudiante pésimo centrado únicamente en la música? Pues en la primavera de 1966 tomó la carretera junto a Bruce Palmer, bajista de su última banda, con dirección a California, donde vivía el cantante Stephen Stills, a quien Young había conocido durante su corta estancia en Fort William con The Squires.
Stills, Palmer y Young, más Richie Furay y Dewey Martin formaron Buffalo Springfield. Sólo ocho meses tardaron en grabar su primer disco, también el primero en la carrera de Neil Young. Fue en diciembre de 1966, y el éxito les llegó demasiado rápido. No tardaron en darse a los excesos, lo que llevó a varios componentes del grupo a pasar por comisaria en diversas ocasiones. La vorágine inestable que ellos mismos habían creado, produjo que la banda sólo tuviera dos años de vida, en los que Buffalo Springfield tuvo hasta ocho miembros, entre ellos el amigo de Young, Ken Koblun. A pesar de todos los contratiempos, grabaron dos álbumes más y quedarán en el recuerdo como una de las mejores formaciones de rock folk de los 60.
El ritmo de vida de Neil Young durante la década fue vertiginoso, siempre ligado al mundo de la música. La fama obtenida con Buffalo Springfield le dio el impulso definitivo y las discográficas se interesaron en él, pero fue Reprise Records la que le convenció para meterse en el estudio y grabar su primer CD en solitario, que llevó su nombre y fue lanzado al mercado en noviembre de 1968, y el 1 de diciembre se casó con la siciliana Susan Acevedo, a la que había conocido 6 meses antes y de la que se divorció en 1970.
Las mujeres siempre han sido una fuente de inspiración para Neil Young, pero, sobre todo lo fue la cantante Pegi Young, su esposa desde 1978 hasta 2014. Con ella tuvo dos hijos, Amber Jean y Ben, que sufre de parálisis cerebral, lo que provocó que la pareja financiara el centro para discapacitados mentales, The Bridge School. Pegi colaboró con su a día de hoy ex marido en varios de sus discos, siendo corista y musa de algunas de sus canciones, como “Such a woman”, “Unknown legend” (ambas del disco “Harvest Moon”) y “Once an angel”.
Quizá la relación más estable de Neil Young, más allá de las que mantiene con sus guitarras, sea con el grupo garagero Crazy Horse, formado por el guitarrista Danny Whitten, el bajista Billy Talbot y el batería Ralph Molina. Ellos han respaldado la base instrumental de los discos de estudio más rockeros de Neil Young, dese “Everybody knows this is nowhere” en 1969 hasta “Psycheddelic Pill” en 2012. La otra banda con la que Young colaboró ocasionalmente, esta vez compartiendo protagonismo con el resto de sus componentes, fue con Crosby, Stills & Nash. Stephen Stills, el culpable de que Neil Young llegase a Estados Unidos en 1966 para ser parte de Buffalo Springfield, había formado un nuevo grupo tras la prematura disolución de la banda en 1968, y lo hizo junto a otro músicos amantes del country: David Crosby, uno de los fundadores de The Byrds, y Graham Nash, colaborador de The Hollies. Young no se podía separar tan fácilmente de Stills, así que se unió a su nuevo grupo en la grabación de diferentes álbumes a cuatro voces bajo las siglas CSNY (Crosby, Stills, Nash & Young). Los primeros CDs que grabaron juntos fueron “Déja vu” en 1970 y “4 way street” en 1971, y en 1976 Stills y Young tuvieron un escarceo y los dos solos grabaron “Long may you run” como homenaje a Buffalo Springfield una década después de su creación. A partir de ahí no se volvieron a meter en el estudio junto a Crosby y Nash hasta 1988 para grabar “American dream”, y ya en 1999 “Looking forward”, aunque entre los largos descansos realizaron giras de conciertos. De hecho, los dos últimos trabajos de la esporádica formación consisten en el recopilatorio de canciones cantadas en directo, “Déja vu Live” de 2008 y “CSNY 1974” de 2014, recordando la espectacular gira de 1974 en su cuarenta aniversario.
El otro largo idilio de Young ha sido con su productora Reprise Records. No obstante, después de 15 discos grabados bajo este sello, no pudo evitar “ponerle los cuernos” por dinero. Fue en 1982, cuando fichó por Geffen Records (por entonces discográfica de su gran amiga, la también canadiense Joni Mitchell), a razón de 1 millón de dólares por álbum. El mismo año de su contratación grabó su primer disco para Geffen, “Trans”, y el último lo hizo un lustro más tarde, en 1987, “Life”. Fueron varios los motivos que Young tuvo para dejar la productora, como que en 1985 sus ingresos por álbum se redujeron a 500.000 dólares debido, según Geffen, al bajo índice de ventas, y, además, porque como aseguró el propio Neil Young a la revista Rolling Stone, en la discográfica “no me consideraban un artista”. Curiosamente, Joni Mitchell también tuvo problemas con Geffen y afirmó que habían “censurado” sus discos “Wild things” y “Dog eat dog” por no adaptarse al estilo de los 80, característica de la cual Mitchell siempre se sintió orgullosa, ya que consideraba los gustos de aquella década como “degenerados”.
Así, Young volvió a Reprise Records nuevamente con libertad para componer sus temas reivindicativos y en 1988 lanzó “This note´s for you”, un CD en el que, con ironía, se ríe de toda la música industrial, siendo un mensaje para David Geffen, que en 1990 terminó vendiendo su discográfica a MCA. Uno de sus discos más controvertidos fue “Living the war”, de 2006, en el que criticaba la política de George Bush Jr, y en 2015 Young se enfrentó a su última víctima, la compañía Monsanto, a la que lanza duros palos en su álbum “The Monsanto years”. La libertad creativa obtenida en Reprise Records hizo que Neil Young se convirtiese en un músico transgresor, innovando en la mezcla de sonidos propios del género rock, country, blues, folk, incluso R&B, destacando siempre por su intensos solos de guitarra, pero Young tenía otro hobby a parte de la música, el cine. Escribió, dirigió y compuso la banda sonora de la película “Greendale”, de 2003, así como dirigió el documental “Human Highway” y puso música al largometraje “Dead man”, del cineasta Jim Jarmusch y protagonizado por Johnny Deep.
Algo diferenciaba a Neil Young de otros contemporáneos como los Beatles o los Rolling Stones. Tanto unos como otros deseaban ser unas estrellas tan brillantes como Elvis Presley, y lo consiguieron, pero Young, a diferencia de los demás, tomó el camino difícil bajo un sonido, en principio, más minoritario, de cantautor, más propio de los pequeños pubs en los que empezó a tocar con The Squires en Winnipeg, y alejado de los grandes espectáculos. Él no necesitaba más que su voz, su guitarra, y su armónica para enamorar al público, y nos dejó álbumes brillantes como “Harvest”, “After the gold rush” o “Zuma”, todos ellos de su mejor época, los 70, cuando Neil Young fue Elvis con su pelo cayéndole sobre los hombros y sin ni siquiera levantarse de su silla.
Óscar Reyes
@columnazero