MORSI, LA PIEZA CLAVE EN EL ROMPECABEZAS DE ORIENTE MEDIO

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El presidente egipcio Mohamed Morsi se erige como el principal negociador entre los palestinos e Israel. Mantener el tratado de paz de 1979 entre Israel y Egipto es fundamental para llegar a una solución pacífica para este conflicto y evitar una guerra de alcance regional y, probablemente, mundial.

Tras los ataques perpetrados por las fuerzas militares israelís sobre la Franja de Gaza en los últimos días, el conflicto parece no tener una solución a corto plazo y ni mucho menos un plan para el futuro más lejano. Varios actores se erigen como piezas clave en la disputa. Por una parte, como es obvio, el establecimiento de una tregua depende de Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí, y de Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina. Como líderes de las dos regiones en guerra, ambos tienen en sus manos la solución definitiva (o al menos un alto al fuego momentáneo). Sin embargo, hay una órbita de figuras públicas alrededor de los rivales en conflicto que tienen gran relevancia. Entre ellos, destaca Obama pues el apoyo estadounidense a Israel hace de este último un contrincante más temible para los palestinos. Sin embargo, hay un actor con un papel clave en la región que a través de declaraciones ambiguas no se posiciona claramente; el presidente egipcio, Mohamed Morsi. Por momentos parece encontrarse del lado de la causa palestina, en otros parece intentar llegar a un acuerdo con Israel.

En sus declaraciones de los últimos días queda claro que Egipto no se opone directamente a Israel pero Morsi ha afirmado que la cuestión palestina debe tenerse en cuenta. “El Cairo no abandonará Gaza a su suerte. El Egipto de hoy no es el Egipto de ayer, y los árabes de hoy no son los árabes de ayer”. ¿Qué quiere decir Morsi con estas declaraciones y en qué momento se ha producido la transformación del país norteafricano en un “nuevo Egipto”?

El punto de inflexión al que se refiere Morsi, sin duda, es la Primavera Árabe. Marca el fin de una época y el comienzo de una nueva. La caída de Mubarak y la llegada al poder de los Hermanos Musulmanes ha cambiado la situación interna y también la postura hacia el exterior. Israel, de hecho, no parece aún tener muy claro si cuenta con el apoyo de Egipto como en las últimas décadas o si la nueva Administración egipcia desaprueba la política contraria a Palestina del país hebreo.

La relación entre Egipto e Israel ha sufrido cambios a lo largo de la historia que han influido enormemente en la situación de Palestina. La creación del Estado independiente de Israel en 1948 desembocó en la oposición de los países árabes de la zona que rechazaban el derecho a la creación del estado israelita. Entre ellos se encontraba Egipto, una de las potencias de la zona que veía la amenaza de un país que contaba con el apoyo de Estados Unidos. Tras treinta años de hostilidad y cinco guerras durante ese período, Israel y Egipto firmaron un acuerdo de paz el 26 de marzo de 1979 en Washington DC, bajo el auspicio de Estados Unidos. Una alianza alcanzada como consecuencia de los Acuerdos de Camp David de 1978.

Gracias a este tratado, Egipto fue el primer país del mundo árabe en reconocer el Estado de Israel. La paz ha durado desde la firma del acuerdo y Egipto se ha convertido en un aliado estratégico del país hebreo. De hecho, Mubarak tenía una importancia trascendental que ningún otro líder árabe poseía: además de ser el dirigente de una de las potencias árabes, era el aliado más importante de Estados Unidos e Israel y, por tanto, el principal garante de los Acuerdos de Camp David. Por ende, tiene sentido que Israel fuera uno de los pocos países que ayudaron a Mubarak contra los revolucionarios, temiendo el ascenso de los grupos islámicos. No obstante, la paz entre los dos países ha sido descrita a menudo como una “paz fría” con mucha gente en Egipto escéptica al respecto de su verdadera efectividad. De hecho, el conflicto árabe-israelí ha provocado que las relaciones entre Israel y Egipto nunca hayan alcanzado el grado máximo de apoyo. Ambos países han mantenido las distancias y no han querido demostrar excesiva afectividad públicamente.

Con la caída de Mubarak tras la Primavera Árabe que en 2011 agitó la región norteafricana, el desasosiego se manifestó en la cúpula dirigente de Israel. Mientras Mubarak apoyaba a Al Fatah, a favor de negociar la paz con Israel, el nuevo gobierno egipcio ha acercado posturas con Hamás, ferviente defensor de la destrucción del Estado de Israel.

Lo cierto es que algunos de los políticos más relevantes de Egipto como Nabil Elaraby, actualmente Secretario General de la Liga Árabe, han mencionado que el tratado de paz con Israel debía ser reexaminado ya que “no es tan sagrado como el Corán y, por tanto, está sujeto a modificaciones”.

Justo después de conocer la noticia de que Mohamed Morsi había ganado las elecciones en Egipto del pasado mes de junio, el primer ministro de Israel Netanyahu declaró públicamente que Israel esperaba que el país egipcio que continuara con el tratado de paz. Al principio Morsi parecía aceptar esa petición y su postura hacia Israel no se diferenciaba mucho de la que había ejercido Mubarak. Sin embargo, los ataques de estos últimos días han gestado un pequeño cambio en las declaraciones públicas de Morsi que parecen alejarle del trato cordial que mantenía con Netanyahu.

Con la visita de Hashim Kandil, primer ministro de Egipto, a los hospitales de Gaza donde se encuentran las víctimas de los ataques israelís, Egipto desactiva el bloqueo de la franja ideado por Estados Unidos como respuesta a la victoria política de Hamás en 2006. Con este acto, Egipto parece querer demostrar su independencia de la potencia estadounidense y reivindica su papel como negociador en el conflicto de Oriente Medio. El hecho de que Egipto sea el único país que mantiene relaciones con las dos partes en conflicto además de con Estados Unidos lo coloca en una posición de privilegio geopolíticamente hablando.

Si a estos factores añadimos la inquina que los Hermanos Musulmanes le tienen a Israel sería posible concluir que Morsi se opondrá enérgicamente a cualquier ofensiva de Israel sobre Palestina. Sin embargo, aunque se perciben cambios en su postura no se ha llegado a ese extremo. Una de las razones es que Egipto es consciente de que necesita el apoyo de Occidente para salir de la maltrecha situación económica en la que se encuentra. Oponerse a Estados Unidos conllevaría consecuencias nefastas en términos económicos. Por tanto, realizando un breve resumen de la situación de los principales actores presentes en el contexto actual podemos discernir lo siguiente:

A Israel el hecho de no haber resuelto aún la cuestión de la independencia de Palestina le pone en una situación de gran peligro. Con Irán tratando de eliminarlo del mapa, Israel es consciente de que necesita mantener los lazos con un país tan relevante en la región como es Egipto, una nación que a pesar de estar liderada por un partido político islámico ha defendido el derecho de Israel a existir como estado independiente.

Con respecto a Egipto, el hecho de mantener la paz con Israel a pesar de la llegada de los Hermanos Musulmanes al poder demostraría que las nuevas autoridades son fuertes y fiables, ya que demostrarían que Morsi y el resto de los miembros del gobierno egipcio están dispuestos a respetar los acuerdos internacionales sin que ello dependa de la situación interna del país.

Para Estados Unidos y la Unión Europea, a pesar del fracaso del proceso de paz, que estos dos países mantengan lo dispuesto en los Acuerdos de Camp David es fundamental para albergar esperanzas de que una paz futura en la región es posible.

Lo que es incuestionable es que la balanza de fuerzas ha cambiado tras la Primavera Árabe. Los cambios en el mundo árabe tras los levantamientos deben llevar a los nuevos gobiernos a la convicción de que Israel es un Estado dentro del panorama internacional y como tal debe ser reconocido y respetado.

Israel, por su parte, tiene responsabilidades históricas ineludibles. De su fuerza de voluntad depende la solución del conflicto. Por tanto, debe dar un paso adelante y liderar el camino que desemboque en una paz definitiva y el reconocimiento del Estado Palestino.

Como se puede observar, gran parte de la estabilidad en Oriente Medio depende de las relaciones pacíficas entre Egipto e Israel. Egipto como tal es el principal intermediario entre los defensores de la soberanía palestina y los gobernantes de Israel. Si los lazos de unión entre estos países vecinos se rompen podría tener lugar un escenario catastrófico para Oriente Medio y también para el mundo entero.

Borja Tabeayo

@Tabe9

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