
Tras despojarse de la figura de Hanna Montana, personaje que la catapultó a la fama, Miley Cyrus ha aprendido bien la lección de sus homogéneas contemporáneas como Rihanna, Britney Spears y Madonna. En el año 2010, y de la mano de “Can’t Be Tamed”, la artista intentó darse a conocer como mujer, dejando atrás su imagen dulce y conciliadora que hasta ahora venía acarreando desde su niñez. Este malogrado intento exhibicionista no terminó de cuajar pero, sin lugar a dudas, logró emitir un mensaje: la niña se ha vuelto traviesa.
Mucho ha llovido desde su último trabajo discográfico y, mientras tanto, Miley Cyrus ha podido embarcarse en alguna que otra película de dudosa calidad, consolidar y deshacer su relación con el actor Liam Hemsworth y planear con detenimiento cual quiere que sea su sitio en el conglomerado musical.
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Justamente “We Can’t Stop” supuso ese punto de inflexión en la carrera de la cantante. Con este sencillo, Miley Cyrus pasó a jugar en la liga profesional rodeada de las grandes figuras. Además, la joven artista adquirió un rol sensual, provocativo y desvergonzado. Exprimió el marketing y la promoción hasta niveles insospechados y un buen ejemplo de ello pudimos observarlo con claridad en el videoclip de la susodicha canción donde la cantante puso toda la carne en el asador con un resultado marcado por un lenguaje corporal excesivo, un toque de glamour urbano y el descaro como seña de identidad.
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A tal punto llega la ambición de la jovencísima Miley Cyrus que no dudó ni un segundo en ofrecer su lado más atrevido durante su performance en los MTV American Music Awards 2013 con su lengua y un microplátano como armas para un espectáculo que dio que hablar y sirvió como inspiración para numerosas parodias. Fue en ese justo instante cuando la cantante había dejado su peculiar huella en este mundo polifónico.
¿El fin justifica los medios? En este caso la respuesta más obvia sería un sí. Miley Cyrus ha cosechado los ingredientes necesarios para recolectar sus bienes más preciados: el triunfo, la fama, e incluso cierto reconocimiento. Su segundo sencillo, “Wrecking Ball”, se convirtió en el primer número uno de su carrera, alcanzando un éxito imborrable a lo ancho y largo del globo terráqueo. El mismo éxito obtuvo su último disco, “Bangerz”, con una mezcolanza de pop, dance, r&b y dubstep. La combinación de sonidos dividió a la crítica, sin embargo, el álbum alcanzó el número 1 en once países (Australia, Argentina, Brasil, Canadá, Escocia, Estados Unidos, Irlanda, Noruega, el Reino Unido, Taiwán y Venezuela) y vendió casi dos millones (1.830.000) de copias en todo el mundo.
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Muchos fueron los artistas que aprovecharon el filón de la polifacética cantante. Will.I.Am, Pharrell Williams, Mike Will Made It y Wiz Khalifa, entre muchos otros, colaboraron con la estrella Disney para sacar rentabilidad a su estatus mediático y llevar su música a un público objetivo diferente.
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Desde entonces, la intérprete ha construido un perfil a su imagen y semejanza, ha sido nominada a los Premios Grammy 2015 por su cuarto disco y está inmersa en lo que será su quinto trabajo discográfico. Mucho se ha especulado sobre el nuevo material musical de Miley Cyrus, ofreciendo informaciones que podrían desvirtuar el camino profesional de la artista. Mike Will Made It , uno de los productores del que será su quinto álbum de estudio, declaró que el nuevo sonido de la cantante estará más vinculado al de Lana del Rey, aunque con una línea más country. No obstante, las informaciones posteriores aseguran que lo nuevo de Miley Cyrus será el digno sucesor de “Bangerz”, dispuesto a sorprender y a escandalizar a las masas.
Y es que la princesa no quiere vivir en ningún cuento de hadas basado en cualquiera de los films que ha protagonizado. Miley Cyrus reclama su trono a golpe de escándalo. Ambiciosa, atractiva, alocada y descarada. Así se ha mostrado y así quiere que la recuerden. “Amada u odiada pero jamás ignorada”.
Adriano Moreno