MANUEL PERTEGAZ, “EL MODISTA ETERNO”

Un artículo de Clara Auñon para ColumnaZero Moda.
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‘La moda se marchita y envejece’, decía Pertegaz, como asumiendo que tarde o temprano el mundo olvidaría sus creaciones. Sin embargo, son muchos los que afirman que la elegancia y sencillez de sus diseños se seguirá recordando, incapaz de pasar inadvertida. Un mes después de su fallecimiento, y hasta el 19 de octubre, el Museo del Traje de Madrid expone 9 de estas maravillas de la alta costura, y en ColumnaZero no hemos podido dejar pasar la oportunidad de hacer un repaso a la trayectoria de uno de los maestros españoles de la confección.

Manuel Pertegaz Ibáñez nace en Olba, un pueblecito de Teruel, el 18 de mayo de 1918. El mundo de los hilos y las telas capta su atención desde pequeño, al ver a su madre coser. Pero es con tan solo 10 años cuando verdaderamente descubre su pasión, después de trasladarse a Barcelona y empezar a trabajar en la Sastrería de Angulo. En varias entrevistas aprovechó para hablar de cómo le fascinó la elegancia con que la gente andaba por el Paseo de Gracia, moviéndose en ese ambiente tan diferente al de su localidad natal y la mayoría de la España de la época, mucho más oscura y sobria. Su habilidad con los tejidos pronto destaca, y en los 40 ya cuenta con una buena cantera de clientes, lo que le anima a abrir su propio negocio un año más tarde en la misma ciudad.

MANUEL PERTEGAZ, “EL MODISTA ETERNO”

Empieza a producir para un grupo de clientas pequeño y muy exclusivo, y el boca a boca le lleva a abrir un segundo establecimiento en la capital 7 años después. A partir de entonces su fama crece a nivel internacional y sus prendas no sólo se exportan a todo el mundo, sino que conquistan los escaparates de las boutiques más exquisitas de la Quinta Avenida de Nueva York y las calles de París. Las presentaciones de sus colecciones en el hotel Ritz, que parecían imposibles unos años atrás, pasan entonces a mezclarse con una infinidad de eventos alrededor del globo, entre los que destaca la entrega del Oscar de la Costura por la Universidad de Harvard.

Su historial de éxitos se extiende hasta el año 78, cuando Pertegaz quiebra y todos los bienes de la marca se subastan. Este bache no consigue apartarle de la moda, que según él le había dado todo lo que tenía en la vida, y en lugar de abandonar, decide volver a sus inicios con su taller artesanal y su montoncito de clientas. En el año 92 presenta su última colección y en el 2004 llega a la cúspide de su carrera vistiendo a Doña Letizia para su boda con el entonces Príncipe de Asturias.

MANUEL PERTEGAZ, “EL MODISTA ETERNO”

Desde sus inicios y durante toda su profesión se habla de la admiración tan obvia que sentía por Balenciaga, y de cómo este le inspiraba para sus trabajos. Pero Pertegaz consigue crear un estilo propio basado en el buen gusto, la simplicidad, la elegancia y lo más importante, el realce de una silueta femenina caracterizada por la delgadez y las curvas suaves. Pretendía que sus modelos fueran como los juncos movidos por el viento, era ‘el hombre que vestía cisnes’, y por mucho que se inspirara en otros modistos, su verdadera musa siempre fue Audrey Hepburn, su prototipo de mujer perfecta.

Si a esa clase que tanto le distinguía le sumamos su capacidad de adaptación, no es de extrañar que grandes firmas como Dior le quisieran entre sus filas. Su estilo clásico supo incorporar tendencias de la cultura pop como las minifaldas y los flecos sin perder la esencia de la marca, lo que le ayudó a llegar a los sectores más jóvenes. Lo mismo ocurrió con la implantación del prêt-à-porter, que llevó hacia la rama de la alta costura con prendas que, si bien no eran tan exclusivas, seguían siendo de lujo. A pesar de todas estas cualidades, fue su exigencia y constancia lo que le convirtió en toda una figura del mundo de la moda. Quienes trabajaron con él le recuerdan como una persona extremadamente perfeccionista, e incluso él mismo decía que no aspiraba a alcanzar la perfección, porque era algo imposible, pero al menos quería rozarla con la punta de los dedos. Era detallista y muy estricto con él y todos los que le acompañaban en su trabajo, y siempre pensó que este era el motivo de su éxito; todo su talento no habría servido de nada sin dedicación.

MANUEL PERTEGAZ, “EL MODISTA ETERNO”

Nos despedimos de Pertegaz con una cita de Antoni Bernad, fotógrafo con el que trabajó en alguna ocasión y que dijo en una entrevista ‘era muy apasionado, y a la gente apasionada le brillan los ojos, por narices’.  Sin duda esa pasión, recalcada por conocidos y excompañeros, fue lo más destacable del artista. Y aunque ahora solo podamos ver ese brillo en las imágenes que nos quedan, sus creaciones son el mejor reflejo que nos podía haber dejado del amor que sentía por este arte llamado moda.

Clara Auñón

@ALClaara

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