LA REPRESENTACIÓN DEL ACTO SEXUAL EN EL ARTE

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Un artículo de Óscar Reyes para ColumnaZero.
Un artículo de Óscar Reyes para ColumnaZero. Obra de Flor María Bouhot

Todos conocemos cuadros y esculturas en los que se reproduce la sexualidad masculina y femenina. Así, en los museos se observan numerosas obras en las que el ser humano aparece en su plena naturaleza, sin tejido sobre su piel, sin embargo, no se suelen exponer trabajos en los que se escenifique el acto sexual entre dos personas.

Quien no se quiera conformar con idealizar el cuerpo de la Maja Desnuda o de las Tres Gracias, o con observar como corretean los nudistas en el Jardín de las Delicias, bien podría haber nacido en la época que no le corresponde o bien debe profundizar más en la que vive. Con el paso del tiempo el humano se ha ido exteriorizando más allá de su propio ser con la elaboración de objetos que han desnaturalizado nuestra misma naturaleza, creando unos cánones estéticos, y a su vez tabús, que nos hacen sentir pudor por nuestro sexo, a pesar de que una de las mayores similitudes entre todas los hombres y mujeres es la posesión de un órgano reproductor. Esa vergüenza también se fue desplazando poco a poco a una de las escenas más liberales del mundo, las artes. Por ello, los inconformistas tienen que remontarse al arte clásico para saciar su vista o visitar la zona prohibida del actual.

El primer hijo del sexo y el arte nació en Pompeya. Allí, en la Sodoma y Gomorra terrenal, era frecuente observar frescos que representaban actos sexuales explícitos, ya sea en casas particulares o en edificios públicos. La cuna del libertinaje nos dejó pinturas en las que se demuestra que el sexo que practicamos hoy en día podría no ser tan diferente del que se practicaba hace 2000 años. Y es que encontramos tanta variedad de posturas que se podría cuestionar la originalidad del kama sutra. El Vesubio sepultó a Pompeya bajo sus cenizas en el 79 d.C. ayudando a la conservación de la ciudad y, con ello, de todos los frescos que hoy se pueden observar.

En el resto de la Antigua Roma también se manifiestan pinturas eróticas en distintos soportes, como vasijas o monedas. Pero a diferencia con Pompeya, donde las escenas son más familiares, se representan grandes orgías envueltas en aires de grandeza. Además, la prostitución aumentaba la lujuria en las grandes ciudades, lo que provocó que Roma se acercara a la Grecia que tanto habían vulgarizado por su exceso de placer.

LA REPRESENTACIÓN DEL ACTO SEXUAL EN EL ARTE

Para muchos, la sociedad europea actual parte en la gran civilización griega. Para otros tantos, heredamos de ella sus grandes virtudes, sobre todo científicas, políticas y culturales, pero también su aspecto menos apreciado, la lascivia, el gusto por los pecados y el libertinaje como ocio y felicidad. De Grecia se sustrajo todo, incluido su interés por lo voluptuoso que se veía reflejado en las escenas reproducidas en piezas de cerámicas, sin perspectiva, y con los actores completamente de perfil, el porno de la época.

Con la caída del Imperio Romano en el Siglo V se da por finalizada la Edad Antigua, comenzando la Edad Media. La muerte de Roma sólo es un hecho que ayuda a enmarcar las etapas alrededor de una fecha determinada, sin embargo, este acontecimiento no fue tan relevante en la transformación de Europa como el cambio de mentalidad que se había producido a través de un largo proceso en el que la sociedad fue adquiriendo nuevos elementos que modificaron su filosofía y modo de vida. Sosteniendo la corriente que afirma que toda representación artística es causal, pues nace en un contexto y emana de un imaginario social que se va reformando, podemos justificar que el acto sexual se haya visto marginado durante gran parte de la historia del arte.

De entre todas las razones que han influido en ese distanciamiento se debe destacar el cristianismo, ya que fue uno de los factores que más influyó en la transformación del pensamiento europeo. De hecho, sociólogos e historiadores ven en el cristianismo uno de los pilares sobre los que todavía se mantiene Europa, repercutiendo en todas las esferas de la civilización. Con su desarrollo, desde el Siglo I al V, se implantaron en el continente unos valores que se vieron reflejados en el arte.

Principalmente, los artistas encontraron en la religión cristiana un nuevo leitmotiv que reproducir en sus obras que se adapta perfectamente al desarrollo de la sociedad hacia un pensamiento más espiritual. De esta manera, se alejan los motivos mundanos, como el sexo. Además, el cristianismo ofrece una nueva perspectiva del hombre que le sitúa como la imagen de Dios en la Tierra, y por lo tanto, su representación en la misma. Por ello, el ser humano tendrá más conciencia de sí mismo, otorgándose mayor importancia en el mundo y, del mismo modo, se tendrá mayor respeto.

Esto se desarrolla hasta que en el Renacimiento, etapa en la que se produce el mayor brote de expresión artística, el humano se posiciona en el centro del universo bajo la máxima “el hombre como medida de todas las cosas”. Así, las encarnaciones humanas en el arte comienzan a mostrar más pudor hacia los propios hombres y mujeres, que pasarán a reproducirse de manera más estética. Aunque permanecen los desnudos, las escenas eróticas se abandonan en el mundo del arte.

LA REPRESENTACIÓN DEL ACTO SEXUAL EN EL ARTE

Estos cánones duraron todo el tiempo que el hombre se tuvo respeto, pero desde comienzos del XVIII el mundo se empieza a quebrar, los grandes pactos ya no funcionan y las desigualdades crean competencia, desembocando en las grandes guerras del XX.

En la segunda mitad del XVIII se produce un acontecimiento que supondrá el punto de inflexión en la sociedad europea, la Revolución industrial. En el comienzo de esta etapa los historiadores observan el cambio de dirección del desarrollo humano. Se pasa de un crecimiento humanístico a una evolución centrada en la materia, se cosifica el entorno en que vive el hombre, iniciándose una época materialista que aún perdura.

En la escena artística todo este progreso convergerá en las vanguardias de principios del XX. No sólo se empieza a comprender el arte de una manera distinta, sino que también cambiará su aplicación a la vida, al igual que la aplicación de la vida en él. Esto provoca que la temática que se representa en los soportes artísticos (pintura, escultura, arquitectura…) vuelva a sufrir una revolución, un giro completo que hará que la cara espiritual de la moneda se oculte y sea nuevamente sustituida por la cara mundana, que esta vez se hermanará con el materialismo. Una de las consecuencias de este cambio de tendencia será una revisión de la historia del arte por parte de los vanguardistas, que buscaran aquello con lo que más identificados se sientan y lo que más interés les suscite. Así, se recuperan ideas del arte antiguo siempre adaptadas a las nuevas técnicas y al nuevo contexto, que requería del pasado para recuperar su humanidad tras las guerras mundiales.

El nuevo mundo, más materialista, provocará una desafección religiosa desde principios del XX. El hombre, no sólo pierde la fe debido a los conflictos bélicos, sino que se va a encontrar un mundo tangible más extenso y accesible debido al materialismo, distanciándose del mundo espiritual.

En este renovado ambiente, el arte contemporáneo, con su nuevo lenguaje artístico, se siente atraído por el mundo terrenal de los sentidos, pues los artistas pretenden transmitir su versión de lo que tienen al alcance. Además, este arte está encuadrado en una sociedad afrodisíaca, por lo que el sexo volverá a formar parte de los temas predominantes, combinando el erotismo con otros sentimientos y emociones.

LA REPRESENTACIÓN DEL ACTO SEXUAL EN EL ARTE

No obstante, este arte erótico se encuentra todavía en un marco underground, es decir, no es del todo visible. Los grandes museos siguen ofreciendo a los clásicos y en las exposiciones de arte contemporáneo se presentan pudorosos a su muestra.

El sexo es una de las acciones más naturales de los seres humanos, por lo tanto, su representación en el arte se presupone igual de natural. Los cambios de mentalidad a lo largo de la historia de la civilización han provocado que sean la época clásica y la actual las que mejor acojan la reproducción del sexo en el arte, demostrando que el hombre nunca podrá perder su naturaleza.

Óscar Reyes

@columnazero

1 Comentario

  1. Buenas tardes.
    Mi nombre es, Flor María Bouhot, autor de la primera obra que ilustra este artículo.
    Agradezco que se tenga en consideración mi obra. Eva y Nefisto,
    No veo que en el pie de foto no se vea ficha técnica y mucho menos mi crédito.
    Muchas gracias por el honor de tenerme en su revista, pero sería importante tener en cuenta lo antes mencionado.
    Muchas gracias.

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