Más allá de las aguas cristalinas y sus inigualables rincones, las Islas son un referente gastronómico y pueden alardear de rico patrimonio cultural.
No es casualidad que Baleares haya recibido varios reconocimientos como Patrimonio Mundial por la UNESCO, el último a la imponente Sierra de Tramuntana de Mallorca. En ella se esconde un bello paisaje natural fruto del intercambio de culturas, como el Monasterio de Lluc, la Calobra y el Torrent de Pareis, pueblos con encanto como Deià con sus calles empinadas y estrechas, Sóller y su centenario tranvía de madera que te transporta hasta el Puerto, o la Valldemosa de Frédéric Chopin y sus deliciosas cocas de patata.
Para los más urbanitas, la misma isla de Mallorca ofrece la mejor versión de una capital pequeña de unos 500.000 habitantes que nada tiene que envidiar a las de mayores dimensiones, ofreciendo todos los servicios y comodidades. A destacar la Seu, la Catedral de Palma, de estilo gótico levantino que, aseguramos, no te dejará indiferente, con vistas a la bahía de Palma y reposando sobre la murallas romanas y renacentistas que a día de hoy conserva una parte de la ciudad. Asimismo, no debes dejar de visitar el Castillo de Bellver y perderte por las calles del casco antiguo de Palma, donde contemplamos varios edificios modernistas. Seguro que los amantes del arte sabrán valorar las joyas que habitan en el museo de arte moderno y contemporáneo de referencia, Es Baluard, con artistas de la talla de Miró, Picasso o Barceló.
Pero no toda la oferta la absorbe Mallorca. En Menorca nadie se resiste a probar una sublime caldereta o el queso D.O Mahón, visitar sus transparentes calas (confesamos que Turqueta, Binigaus y Macarelleta están entre nuestras favoritas) y su reconocido patrimonio arqueológico, destacando los talaiots, las navetas y las taulas, construcciones milenarias únicas a base de roca que se sujetan sin cemento ni argamasa. Además, las excursiones por el Camí de Cavalls, ruta histórica que permite bordear toda la isla, son una opción muy interesante para los que les gusta disfrutar de la naturaleza.
Las Pitiusas no se quedan atrás: más allá del conocido ambiente discotequero ibicenco, la isla se caracteriza por tener la fortaleza costera mejor conservada del Mediterráneo y unos hippymarkets muy divertidos (el más conocido, Las Dalias). Con playas a la altura de las demás islas y unas puestas de sol maravillosas, no son menos importantes todas las centenarias construcciones defensivas presentes por toda la isla. A media hora en Ferry desde Ibiza, tendremos ocasión de visitar Formentera, donde fácilmente podremos hacernos con una Vespa o una bici (ojo, el alquiler de coche es carísimo) y disfrutar de sus 20 km de largo y sus playas sin igual (recomendamos Illetes).
La oferta gastronómica balear tampoco pasa desapercibida, pues más allá de sus reconocidísimos 8 estrellas Michelin, encontraremos en general productos de primera calidad que van desde el aceite, vino, sal, almendras y queso, a las famosas ensaimadas y sobrasadas.
En definitiva, la diversidad entre las Islas y sus múltiples actividades permiten programar un viaje que podría calificarse como una apuesta sobre seguro, pudiendo adaptar esos días de desconexión a las diferentes inquietudes de todo viajero. El único requisito es ir con ganas de disfrutar de unas islas sin igual.
Equipo ColumnaZero
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