
Belén Rodrigo habla sobre Portugal desde la experiencia de quien está criando a sus hijos en un país con un presente, cuanto menos, complicado. Esta corresponsal para el diario ABC lleva desde 2001 afincada en Lisboa, y desde allí ha sido testigo de la metamorfosis portuguesa. Desde que en 2011 el país fuese intervenido por la Unión Europea, los portugueses se han visto duramente afectados por varios paquetes de recortes económicos y sociales impuestos por Bruselas. Para algunas familias, la situación es dramática. Tanto que el ayuntamiento de la ciudad de Elvas, a escasos kilómetros de Badajoz, ha decido repartir la cena a los alumnos de los colegios más desfavorecidos porque “muchos profesores se dieron cuenta de que la comida de la escuela era la única comida importante que los niños hacían”, explicaba una asistente social de esta localidad portuguesa al diario El País.
CZ: Tras la publicación de artículos como este de El País, en España comienza a preocupar el estado económico y, sobre todo, social de Portugal. ¿Cómo se ha vivido allí esta noticia?
BR: Aquí en los colegios públicos las familias pagan un determinado dinero, creo que 2€ por día, por la comida y la merienda de sus hijos. En Elvas se han dado cenas porque descubrieron que había niños que sí no lo hacían de esta manera no comían prácticamente nada fuera del colegio. Pero no es la primera iniciativa de este tipo que se hace en Portugal. Algunos centros abrieron durante las vacaciones de navidad sólo para que los niños pudieran ir a comer. Incluso saltó la alarma social porque se informó que había niños cuyos padres no habían pagado la cuota del comedor porque no tenían dinero. Se nota que la gente está asfixiada.
CZ: Como residente allí, ¿cómo describirías la situación del país en estos momentos?
BR: Llevo viviendo aquí 11 años y medio, y la verdad es que he notado un cambio. Los españoles siempre solíamos decir que Portugal llevaba en crisis mucho tiempo, que era un país en el que se notaba mucho el pesimismo, lo que llevó a que hace unos años, cuando empezó la crisis, se dijera que aquí no se notaba porque era un país que siempre había estado en crisis. Pero ahora es algo diferente. Es difícil de expresar porque tienes que estar aquí para vivirlo. Hay un ambiente distinto, ves a la gente peor, más triste, más agachada. Es un ambiente que incluso se ha contagiado, a los que somos de fuera. Hay un miedo generalizado que se ha ido expandiendo.
Desde que se intervino al país en 2011, la gente se empezó a asustar, pero desde el año pasado ha empezado a notarse mucho más, a generalizarse, y supongo que es algo normal. El Estado ha aplicado un impuesto del 3.5% sobre el sueldo de todos los portugueses. Todos han sufrido los recortes, y ya no te digo si son funcionarios o jubilados. En general, se ha retraído el consumo. El portugués tiene menos dinero, pero es que no hay dinero para gasolina o, simplemente, para pagar la compra, cosas que básicas que antes de la intervención sí se podían hacer. Y ya no te hablo de los que están en paro o en situaciones dramáticas,…
CZ: ¿Crees que todos estos recortes pueden desencadenar una gran protesta social?
BR: Hay gente que dice que esto tiene que estallar en algún momento, pero creo que el portugués resiste mucho. Sí es cierto que hay protestas y manifestaciones, pero la violencia que se produce en estos casos en mínima si se compara con cualquier otro país. Todo este aguante lleva a una opinión de que esto tiene que reventar en algún momento, pero ralamente no lo sé. La gente está muy quemada, pero me admira el aguante que tienen los portugueses. La gente vuelve a hablar sobre la Revolución de los Claveles, pero no sé si llegará a ese extremo. Ahora, por ejemplo, siempre que habla un político se le canta el Grândola Vila-Morena (la canción-protesta más importante de la revolución del 74 contra la dictadura de Salazar) pero no sé si va a ser igual. Lo cierto es que hay mucho miedo, tanto que incluso la gente con dinero tiene miedo a gastar.

CZ: ¿Cuál es el grupo social que está siendo más afectado por los recortes?
BR: La clase media, que no es tan amplia como en España. A los que cobran el salario mínimo no se les aplican algunos recortes. Los que tienen poco dinero están con los mismos apuros de siempre, y los que tienen mucho, ahora tienen menos pero no lo notan tanto. Sin embargo, es la clase media la más afectada. Se han eliminado muchas ayudas sociales, como las ayudas a los hijos, y todas las políticas sociales se están recortando poco a poco. Los estudiantes de Lisboa, por ejemplo, tenían derecho a un 50% de descuento en el transporte público, y ahora ya no. Imagínate lo que supone pagar los 150€ mensuales para alguien que vive en Sintra y estudia en Lisboa, que están a poco más de 25 kilómetros. Yo conozco gente que ahora, sin la ayuda del transporte y la subida de las tasas, ha tenido que dejar de estudiar.
CZ: En España, la sanidad y la educación son las áreas que más afectadas se están viendo afectadas por los recortes, ¿ocurre lo mismo en Portugal?
BR: Con respecto a la sanidad, en Portugal siempre han existido las llamadas tasas moderadoras, es decir, el sistema de copago. Quitando algunas excepciones como niños o desempleados, se pagan 5€ por consulta médica y 20€ por visita a urgencia urgencias, pero antes de la intervención eran 3€ y 9,60€, respectivamente, por lo que la subida es bastante importante. Hay mucha gente en los hospitales, pero se han reducido con la subida de los precios con las consultas. Con la crisis también han llegado los recortes en personal o en presupuesto, un 40% menos para el material de los hospitales.
Personalmente, creo que la sanidad aquí tiene buenos profesionales, pero el problema es la estructura. No hay médicos de familia para todos los portugueses, y administrativamente no hay una buena organización. Cuando yo estaba embarazada, tenía que esperar cuatro horas para poder ver al médico, porque a todas nos citaban a la misma hora.
CZ: ¿Y la educación?
BR: Los profesores son uno de los sectores más perjudicados por los recortes. A nivel de alumnos el presupuesto en educación también se ha visto reducido. Se habla de que hay mucha menos demanda universitaria. Las tasas no han variado mucho, pero sí que se habla mucho de muchos alumnos que desisten de estudiar, tanto en la educación privada como en la pública.
CZ: Con toda esta perspectiva, ¿se puede afirmar que Portugal es actualmente un país pobre?
BR: No sé qué decirte. Es difícil saber si estadísticamente lo es. Dicen que de los 10 millones de portugueses, 2 millones rozan la pobreza. Donde se notan estos números es en la calle. Cada vez ves a más ‘sin techo’, se nota que ha crecido el número de gente que está en la calle. Por otra parte, yo estoy en la capital, así que no te puedo decir que Lisboa sea una ciudad pobre, porque ves miseria, pero también ves el otro lado.
CZ: El panorama se presenta bastante oscuro para muchos portugueses, que probablemente tengan que buscar un futuro mejor fuera de su país. ¿Hay mucha emigración?
BR: Mucha. Se calcula que todos los años salían 100.000 personas de Portugal. No hay una cifra oficial, pero la Secretaría de Estado de Comunidades Portuguesas habla de que el año pasado fueron 130.000 mil. Además, el perfil del emigrante ha cambiado. Siempre era la mano de obra no cualificada la que se iba, pero ahora también hay muchos jóvenes con estudios que hacen las maletas. Lo más duro de todo esto es que se crean muchos dramas familiares.
CZ: Y ante este horizonte, la respuesta del Primer Ministro es la de cumplir a rajatabla las exigencias de Bruselas. ¿Cómo valoran los portugueses a Passos Coelho?
BR: Creo que ha decepcionado mucho. Llegó después de la salida de Sócrates con unas elecciones que le dejaban un panorama muy complicado. Es una persona dedicada a la política desde hace muchos años, aunque también trabajó en el sector empresarial. Sin embargo, no era un político muy conocido para los portugueses. Los ciudadanos le dieron la confianza casi a la desesperada, y ahora está la gente muy decepcionada, tanto con él como con todo el equipo de gobierno. Todo el mundo tiene la sensación de que se ha dedicado a contentar a Bruselas. Él y su equipo han vendido el mensaje de que se ha hecho todo muy rápido, pero los portugueses les achacan que lo están haciendo a costa de matar al país. Además, al panorama político portugués hay que añadirle que no hay oposición, porque a la izquierda tampoco le interesa gobernar en este escenario de crisis. Así que puede decirse que hay una especie de vacío político.
CZ: Y mientras tanto, la ‘Troika’ es la palabra de moda al otro lado de La Raya…
BR: Sí, es divertido porque en España nadie sabe lo que es. Cuando lo contaba en el periódico nadie me entendía. La ‘Troika’ está formada por los miembros de las 3 entidades que le han dado la ayuda a Portugal: el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Unión Europea y el Banco Central Europeo (BCE), que trimestralmente visitan el país para atestiguar cómo funcionan las medidas que ellos mismos han impuesto. Desde el principio aquí se resume todo con “los hombres de la troika”, y así se ha creado una nueva palabra en el vocabulario portugués. Es un término que se ha convertido en el epicentro de todas las iras porque representa la supervisión de Europa, la personificación de quienes, para los portugueses, les están obligando a todo lo malo. Ahora, cualquier cosa que pasa es por culpa de la ‘Troika’.

CZ: ¿Y serán efectivos los ajustes de la ‘Troika’?
BR: Todo el mundo espera que sí, pero en el fondo te preguntas cómo, si la gente no tiene dinero, si no hay consumo. Se decía que en el 2013 iba a ir mejor, pero a ahora nos dicen que las previsiones van a ser peores, que será en el 2014 cuando la cosa mejore. Para que te hagas una idea, el 2012 acabó con 16,9% de paro. Cuando yo llegué en 2001 la tasa de desempleo era del 5%.
CZ: ¿Existen paralelismos entre la situación de Portugal y la de España?
BR: Hay muchas cosas en común, claro. Sin embargo, yo creo que hay diferencias entre la economía española y la portuguesa. Fundamentalmente, la economía española es más fuerte. Aquí la clase media es más débil, las pequeñas empresas están menos modernizadas que en España y el mercado es mucho menor. Además, la red de transportes funciona mucho mejor en España. Por otra parte, en el terreno social siempre me ha dado curiosidad por conocer cuál sería la respuesta social de los españoles ante una situación de intervención como la que vive Portugal. Son medidas muy severas, pero ves que el recorte siempre afecta a los mismos. Ante esa injusticia el portugués aguanta. En España no se aguantaría, creo que sería una diferencia brutal. Y eso que cuando se produjo la intervención los portugueses respiraron: “qué bien que venga alguien de fuera a resolver nuestros problemas”, pensaron. Pero esa sensación de alivio se ha ido retirando. Normal. Es duro que te digan desde fuera lo que tienes que hacer.
CZ: España y Portugal siempre han estado íntimamente relacionados. ¿Está afectando la crisis a la imagen de España en el país vecino?
BR: En Portugal están escandalizados por el caso Bárcenas. La corrupción está dando muy mala imagen a España. Las noticias españolas aquí se siguen muchísimo, de hecho, ayer me enteré por un portugués que Bárcenas había denunciado al PP. Durante los últimos años, aquí se ha admirado mucho a España por la economía, y ahora esa la imagen se está desmoronando. España ha sido modelo para Portugal y de repente se ha caído toda esa imagen. Los portugueses pensaban que si se esforzaban podrían ser económicamente como España, era un referente que ahora se ha desmoronado.
Miguel Veríssimo de Mira