
La curiosidad le dio vidilla al gato. Y nosotros, ¿Por qué somos curiosos?
No podemos evitarlo. Es instintivo, innato y, en algunos casos, insufriblemente irremediable. La curiosidad va en nuestros genes, es esa vocecilla interior que nos empuja a querer saber quién fue el máximo goleador del Mundial de Naranjito, cuál es la diferencia entre acónito y luparia o qué narices estará cocinando nuestro vecino cuando huele todo el bloque a fritanga.
Somos curiosos por naturaleza, y cuando dejamos de serlo es sinónimo de que algo falla. Es señal de que hemos perdido una parte de nuestra ilusión, de que, en cierta medida, somos un poco menos niños.
Decía Edmund Burke, que “la primera y más simple emoción que descubrimos en la mente humana es la curiosidad”. Algo de razón tendrá, cuando una de las primeras cosas que hacemos como bebés es maravillarnos cuando llevamos nuestras propias manos a la boca y disfrutamos fascinados del placentero espectáculo que supone llenarla de babas.
El escritor portugués José María Eça de Queiroz definió la curiosidad como un “impulso humano entre lo grosero y lo sublime. Lleva a escuchar detrás de las puertas o a descubrir América”. En la fina línea entre una cosa y la otra, se han movido desde los más chismosos hasta cerebros brillantes, aquellos que nunca habrían conseguido avances en medicina, ingeniería o telecomunicaciones si no hubieran estado movidos por una curiosidad irrefrenable. De hecho, hasta el propio Einstein confesó estar sometido al poder de la curiosidad. “No tengo talentos especiales”, dijo, “pero sí soy profundamente curioso”.
Diversos estudios han tratado de proporcionar una explicación científica a ese ‘run rún’ interior que llamamos ‘curiosidad’. Uno de los más célebres es el titulado “The Hunger of Knowledge”, elaborado por un grupo de científicos del Instituto de Tecnología de California, conocido internacionalmente como Caltech (CURIOSIDAD: precisamente el Caltech es el centro de investigaciones de los protagonistas de la serie “The Big Bang Theory”). En este estudio, se descubrió que somos más curiosos cuando sólo sabemos un poco de un determinado tema. Es decir, gráficamente, la curiosidad se dibujaría como una ‘U’ invertida, porque se presenta de forma más fuerte cuando conocemos un poco de un determinado asunto pero queremos conocer más.
Esta teoría va en consonancia con la del psicólogo norteamericano George Leowestein, quien en 1993 escribió un artículo titulado “The Psichology of Curiosity: A Review and Reinterpretation”. En él, explicaba que la curiosidad se manifiesta como el espacio perceptivo que existe entre el conocimiento y el entendimiento, es decir, entre lo que sabemos y lo que queremos llegar a conocer. Si tenemos unas pequeñas nociones sobre béisbol, es probable que nos interese conocer por qué se considera a los Red Sox de Boston el equipo más gafe de la historia. En cambio, si ya hemos oídos que “Ocho apellidos vascos” se ha convertido en la película en castellano más taquillera de la historia de España, lo más seguro es que no nos carcoma saber exactamente cuál ha sido la cantidad de dinero que lleva recaudada por el momento. Y es que el 82% de los españoles se considera curioso, situándose entre los países más curiosos del mundo junto con Brasil y México.
En ColumnaZero somos curiosos por naturaleza, al igual que tú; porque si no lo fueras, nunca hubieras clicado para leer este artículo. Nos gusta ver la actualidad desde otra perspectiva y preguntarnos cosas como cuáles han sido los teléfonos móviles más vendidos de la historia, los rincones de París que no aparecen en las guías turísticas o por qué el olor corporal nos seduce o nos genera rechazo. En ColumnaZero encontrarás una herramienta para quitarte ese ‘run rún’. Una revista digital en la que tendrás a tu disposición respuestas que sacien tu curiosidad, que te cuenten que el italiano Paolo Rossi fue el ganador de la Bota de Oro del Mundial 82 tras haber marcado seis goles, y que acónito y luparia son lo mismo. Si quieres saber qué fritanga es la que está cocinando tu vecino, ponte el mono de periodista de investigación y ve tú mismo a comprobarlo.
Miguel Veríssimo de Mira