
Cuando se convirtieron en un must el mundo quedó dividido entre sus fans incondicionales y sus detractores. O los odias o los amas, con los ugly shoes no hay punto medio. El hecho es que este verano han vuelto, y parece que no por última vez. Hoy te desvelamos el origen de este “curioso” calzado y confeccionamos el decálogo del mal vestir de las ugly shoes.
Son, cuanto menos, raros; lo de estilizar tampoco es lo suyo; y lo mejor que se puede decir de ellos es que son cómodos, que en lo que a ropa se refiere es el equivalente a ser el amigo simpático del grupo. Ni siquiera sus seguidores y compradores compulsivos (que los hay) se atreven a decir que son bonitos. Entonces, ¿qué tienen los ugly shoes? Y lo más intrigante, ¿a quién se le ocurrió diseñarlos?
Aunque a estas alturas son muchas las firmas que se han animado a introducirlos en su producción tras su éxito impulsado por las redes sociales y fenómeno blogger, los “zapatos feos” empezaron a ponerse de moda gracias a la marca alemana Birkenstock. La firma nació allá por el 1774 en un pequeño pueblo campesino, en el seno de la familia con su mismo nombre. Fue en el 1973 cuando crearon el modelo Arizona, que desde el verano pasado inunda todas las zapaterías, compitiendo con sus imitadores.
A primera vista fuimos muchos los que catalogamos a las Arizona de zapatos ortopédicos, y no íbamos desencaminados. Resulta que el mayor empeño de la familia Birkenstock siempre fue crear un material natural que se adaptara perfectamente al pie. De hecho, la marca orienta sus productos más hacia la salud que hacia la moda.
Con el tiempo, las que empezaron siendo unas sandalias de farmacia, con la etiqurta 100% guiris, pasaron a convertirse en un must del que cada vez hay más variedad. La familia de los ugly shoes no para de crecer, y ahora incluye variantes como las flatforms, tacones con track sole que tanto hemos visto este invierno, las recién llegadas sandalias Teva o la versión cangrejera.

¿Que cómo se llevan? Con lo que te dé la gana. El zapato es feo te lo pongas con lo que te lo pongas, pero a la vez queda “bien” con cualquier cosa. La magia de las modas. Eso sí, hay una serie de combinaciones que nosotros somos incapaces de pasar por alto. Así que como lo de hacer una guía oficial de uso de los ugly shoes nos ha parecido misión imposible, hemos decidido hacer una lista sobre cómo NO hay que llevarlas. Jamás de los jamases, bajo ningún concepto, por muy alternativos que queramos parecer.
- Con calcetines.
No. Simplemente no. Más de uno se ha atrevido a combinarlas así, incluso lo hemos visto en desfiles (en esta pasada edición de 080 Barcelona Fashion, sin ir más lejos), pero a nosotros nos parece inaceptable.
- Con ropa de invierno.
A principios de esta primavera Instagram se inundó de outfits tipo pantalones largos + camiseta + kimono tupido/jersey + sandalias. Si hace frío como para llevar chaqueta una mala combinación es un zapato abierto. Pese a quien le pese.
- Para ir formal.
Sí, también lo hemos visto. Y no, no nos entra en la cabeza. Hombres de traje y mujeres vestidas de etiqueta o con un outfit más relajado pero arreglado, acudiendo a reuniones y eventos, y ambos llevando ugly shoes.
En cualquier caso y por mucho que nosotros les demos o no el visto bueno, es un hecho que los ugly shoes han vuelto. Lo mejor, valen por igual para ir a la playa o a la oficina. Lo peor, bueno… se llaman zapatos feos y prácticamente es un piropo. Los que el año pasado se mantuvieron firmes en el no rotundo a esta moda, que se lo vayan replanteando, porque parece que van a estar con nosotros unas cuantas temporadas más.
Clara Auñón