
Droguería proviene del término “droga” referido aquellas plantas secas “medicinales” que llegaron a Europa en el Siglo XVI desde Asia y que producían efectos secundarios por entonces nunca conocidos y se podían adquirir de forma habitual en boticas.
Para situarnos, el vocablo “Droga» proviene del holandés “droog”, en referencia a las plantas secas que traían los comerciantes holandeses de las colonias asiáticas pertenecientes a los portugueses a finales del siglo XVI y que ofrecían efectos secundarios y sorprendentes para la época. El término se extendió a las lenguas europeas después de que los franceses adoptaran el término “drogue” para referirse a productos secos en toneles, donde eran transportadas dichas plantas secas.
En la época renacentista cualquier producto era vendido en boticas, especie de colmados donde encontrar de todo. Con el tiempo la especialización hizo que las boticas se dedicaran a mejunjes y preparados medicinales, así como aparecieron los ultramarinos dónde se ofrecían productos alimenticios y especies asiáticas y americanas. Los lugares donde se vendían productos de cosmética secos adaptaron la traducción francesa y se llamaron “droguerías”, donde encontrar por ejemplo polvos para blanquear la cara, ensalzar los pómulos o embellecer los ojos.
Con el tiempo dichos establecimientos ampliaron su oferta a productos de limpieza y perfumería hasta nuestros días, donde aún podemos encontrar en barrios y ciudades locales con tal apelativo.
En América Latina el término droguería presenta además del uso que desarrollamos, la de designar a los lugares especializados donde adquirir medicamentos o drogas prescritas para tratamientos de salud específicos, incluyendo las farmacias.
Equipo ColumnaZero
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