
¿Por qué no funcionan las reformas educativas que se llevan a cabo en los países industrializados en los últimos años? Esta pregunta podría parecer que tiene una respuesta compleja, difícil de responder o con múltiples elementos de análisis, Pero en realidad la respuesta es sencilla.
La razón de que no sirvan estas reformas no es otra que son solo parches a un modelo obsoleto, que no funciona. Por lo tanto, para que educativamente hablando las cosas cambien lo que se necesita no es una evolución en la educación sino una revolución. Dicha revolución tiene que nacer de cuestionarse todo, incluso los principios pre-establecidos, aquellos que parecen obvios.
Eso y no otra cosa es innovar, olvidarse incluso del sentido común y de las frases como “esto siempre se ha hecho así”. Como decía Abrahan Lincoln “innovar es desencantarse de uno mismo”. Miguel de Unamuno decía que “el progreso consiste en renovarse”.
Nick Lane (1967), bioquímico en el University College de Londres ha puesto patas arriba la biología con su último libro “La cuestión vital. ¿Por qué la vida es como es? Y lo ha hecho porque se ha cuestionado principios básicos establecidos y adoptados en el ámbito de la biología sobre cómo se creó vida compleja en la Tierra 2.000 millones de años después de que se empezaran a formar los primeros vestigios de vida. En su libro, la energía es la clave de la ecuación, mientras que gran parte del campo de la biología siempre ha explicado este hecho únicamente mediante el estudio de los genes.
En docencia se habla de desaprender, como sinónimo de plantearse todos los esquemas docentes actuales.
Y el problema actual es que muchas de las ideas y actuaciones que se siguen aplicando en educación fueron tomadas en otras circunstancias pasadas, totalmente distintas a las actuales. Y por circunstancias me refiero a las de fuera del aula, pero también a las de dentro del aula, a las características de los propios alumnos.
Es claro que un profesor ahorra esfuerzo, energía y complicaciones si no realiza ninguna innovación en su sistema de enseñanza. Innovar conlleva un esfuerzo extra, es cambiar algo a lo que estamos acostumbrados y llevamos haciendo un tiempo. Aún así, existen profesores que apostamos por la innovación docente porque pensamos que se pueden hacer las cosas mejor por y para el bien de nuestros alumnos.
Pero ¿por qué cuestionarse todo en relación a la educación? ¿por qué innovar? Pues la respuesta es sencilla, porque el modelo actual no funciona. Los profesores de universidad, entre los que me encuentro, nos quejamos de que nuestros alumnos ya no toman apuntes en clase, de que parece que no están motivados con nada, que no nos entienden. Los profesores de ahora damos clase a una nueva generación, la generación Z, que tiene otras características, piensan distinto. Y por lo tanto no se motivan frente al estudio si utilizamos los mismos procedimientos docentes que en décadas anteriores.
Los docentes seguimos aplicando un sistema educativo día a día en clase que no llena a nuestros alumnos, porque entre otras cosas es para todos el mismo, como la comida rápida. Un sistema que no atiende a la diversidad y que además no está en el mundo multimedia de Youtube que ellos asumen como algo propio y natural. Los alumnos tienen apuntes que les facilitamos los profesores, en las llamadas aulas virtuales que normalmente no son más que repositorio de apuntes. Pero este material docente es estático, no interactúan con él, mientras que el mundo que les rodea es dinámico, interactivo y multimedia.
¿Por qué hay tantas personas que no trabajan en lo que sienten de verdad, aplicando sus talentos, incluso después de haber terminado con éxito sus estudios universitarios?
Una de las razones es la educación que han recibido en los sistemas de enseñanza, que les aleja de sus talentos naturales. Los talentos no siempre están claros en una persona, a veces hay que excavar para encontrarlos. A esto además se une a que el talento en el ser humano es muy diverso. Las aptitudes de una persona pueden no tener nada que ver con las de otra. El problema surge cuando en los sistemas de enseñanza actuales no hay tiempo para atender a la diversidad. Y no hay tiempo para ello porque creemos que lo importante es explicar temas llenos de datos, ecuaciones, gráficas, etc. Y cuantos más temas se expliquen mejor, nos da más caché a los profesores entre los compañeros, o eso se piensan algunos. Se nos olvida que el papel más importante del docente actualmente es el de facilitador del proceso de aprendizaje. Facilitar no es enseñar temas y temas, fórmulas y fórmulas, sino dar las herramientas suficientes al alumno para que pueda entenderlas en casa, o cuando las necesite en su futuro trabajo.
Afortunadamente existen docentes que se han desencantado con el sistema de enseñanza tradicional. Existen iniciativas como la “flipped classroom”, es decir “dar la vuelta a la clase”. Entre otras innovaciones, los profesores difunden entre sus alumnos sus clases grabadas en vídeo, para que los alumnos puedan visualizarlas en cualquier momento, en cualquier lugar, cuantas veces quieran. En un mundo cada vez más dinámico, les dan la posibilidad de llevarse consigo el material de estudio a cualquier parte. La realización de vídeos docentes enriquecidos e interactivos aporta ciertas ventajas frente al tradicional método de enseñanza en pizarra. Una de ellas es la capacidad de integrar preguntas al alumno, que permiten al docente evaluar qué conceptos o competencias no se han adquirido de forma adecuada. Además, la visualización de vídeos como método de aprendizaje cubre tanto el proceso como la interpretación de la información y se centra en el alumno.
Existe otra corriente de innovación docente denominada gamificación aplicada a la docencia, que consiste en la aplicación de los principios y las técnicas de los juegos a otro tipo de actividades menos lúdicas. Se aprovecha así la predisposición natural hacia el juego para mejorar la motivación hacia el aprendizaje y la adquisición de conocimientos o el desarrollo de competencias. Karl M. Kapp defiende que “los juegos superan la “cadena de fracaso” al permitir, como parte de su diseño, múltiples oportunidades para llevar a cabo una tarea hasta su dominio”.
En el desaprendizaje, existe una constante reflexión sobre el método docente y las formas en las que se hacen las cosas en el aula. Entre otras cosas no se explica en clase lo que el alumno puede aprender por sí mismo, ya que se parte de la idea de que puede aprender fuera del aula; se premia positivamente la participación en clase y el error; los alumnos no aprenden conceptos sino habilidades y competencias para resolver problemas y se conecta lo que se enseña con lo que se vive.
Los docentes actualmente estamos envueltos en un momento de cambio y de reflexión y de necesidad de innovación de nuestra praxis, porque la sociedad lo requiere y lo demanda. El asunto no es sencillo y probablemente no tenga una sola vía de aproximación ni de solución. Los parches educativos con reformas parciales no funcionan, no son más que eso, parches.
Los docentes y los encargados de dirigir y coordinar la docencia tenemos entre manos un reto que no tendrá consecuencias inmediatas sino a medio o largo plazo, Un reto difícil, pero sin duda apasionante.
Antonio Julio López Galisteo
Profesor e Investigador del Departamento Matemática Aplicada, Ciencia e Ingeniería de Materiales y Tecnología Electrónica
Universidad Pública Rey Juan Carlos de Madrid